Este artículo se publicó hace 16 años.
Víctor Ullate dice que ojalá pudiera "morir en el escenario"
A sus 61 años y con dos infartos a cuestas, el coreógrafo español Víctor Ullate sube otra vez al escenario, aunque sea por última vez, consciente de que, más que un desafío físico, lo que tiene por delante es un reto sentimental.
"Ojalá me pudiera morir en el escenario, a mí no me importaría", dijo Ullate en una entrevista con Efe, minutos antes de que se presentara anoche en El Cairo su último espectáculo, "Samsara", que califica como "un viaje por Oriente".
El próximo 14 de noviembre, Ullate se subirá de nuevo al escenario, por primera vez después de 25 años, para conmemorar el vigésimo aniversario de la creación de su compañía. La cita será en Sant Cugat, y habrá otra representación en Madrid, un mes después.
El homenaje le será hecho por Eduardo Lao, su más querido discípulo y actual director de la compañía. Incluirá pasajes de obras como "El Amor Brujo", "Jaleos", "Arraigo", "Arrayán de Araxa" o "Fauno".
"Se trata de un homenaje de Eduardo hacia su maestro", dijo Ullate en la entrevista, que ofreció en los camerinos del complejo artístico La Ópera, muy cerca de la ribera del Nilo.
"Desde luego que no me voy a poner a dar brincos", agregó.
Ullate, discípulo del gran coreógrafo y bailarín francés Maurice Béjart, para el que interpretó primeros papeles durante 14 años, se ha convertido a su vez en maestro de grandes estrellas de la danza española que hoy triunfan por todo el mundo, como Ana Noya, Ruth Maroto, Tamara Rojo o Lucía Lacarra.
No ha contado todos los bailarines a los que ha enseñado, pero de una cosa sí que está seguro: "Es rara la compañía donde no haya alumnos míos. Por donde voy siempre hay gente que ha estudiado conmigo", sostiene el artista.
Víctor Ullate es una persona a la que no le gusta hablar del pasado. Ha bailando en los principales escenarios del mundo y ha estado en todos los continentes, menos en uno, Oceanía, pero no quiere pensar dónde quiso estar y no pudo.
"No pierdo el tiempo en pensar lo que podría haber hecho", insiste Ullante, que nació en la ciudad española de Zaragoza.
La compañía que formó hace veinte años ha cambiado bastante desde su creación. Describe sus orígenes como "una gran familia" aunque ahora dice que es un grupo "más internacional" en el que hay bailarines de varias nacionalidades.
De hecho, en los ensayos, que dirige Eduardo Loa, se mezcla el inglés con el castellano, con algún giro maño que le ha pegado Víctor Ullate a su discípulo preferido.
A pesar de sus problemas de salud, Víctor Ullate se muestra seguro de su forma física ante el desafío del mes que viene. Va al gimnasio regularmente para hacer pesas y estiramientos, se cuida la alimentación y tiene un entrenador personal.
"Más que un reto físico se trata de un reto sentimental", dice el coreógrafo. Está seguro de que el corazón "va a estar haciendo bum, bum, bum", pero, agrega, "un poco de adrenalina va a ser bonito".
La pasión que tiene Víctor Ullate con la enseñanza llega hasta un programa llamado "Ballet Mestizo" y que se concentra en barrios marginales de Madrid y comunidades de inmigrantes.
"A raíz de mis infartos, decidí que no puedo quedarme pasivo y pensar sólo en mí (...). No tengo la capacidad de irme a las misiones, como la India, y en mi país sí puedo hacer algo por los demás", agrega Ullate.
Dice sentir "muchísima satisfacción" de sus "chavales". No quiere dar nombres sobre alumnos destacados, aunque menciona uno que "es maravilloso y fuera de serie".
Ullate reconoce que la danza en España "está muy mal vista". Envidia a países de Europa Oriental en donde hay tanta afición por el ballet "como si fuera el fútbol", aunque reconoce que la tendencia entre el público español va cambiando poco a poco.
"Se va incrementado la pasión por la danza", añade.
Con medio siglo de vida volcada a la danza, Víctor Ullate sabe que ahora "se baila mejor que antes, tanto en evolución como en estética", aunque, se lamenta, "ahora falta algo de ilusión".
"Antes hacías cualquier cosa con ilusión (...). Todo lo que ahora es fácil antes era muy difícil", añade, recordando lo complicado que era antes, por ejemplo, llegar a ver en directo a las grandes figuras de la danza.
Agustín de Gracia
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