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La vida de 50.000 civiles pende de un hilo en Sri Lanka

Están atrapados en los últimos 17 kilómetros cuadrados bajo control de la guerrilla tamil ante el asedio del Ejército ceilandés

ELISA RECHE

Lo que unos llaman la mayor operación de rescate de rehenes de la historia, para otros es una matanza. La guerra civil de Sri Lanka, el conflicto más antiguo en toda Asia, no permite medias tintas. Las tropas ceilandesas han lanzado una nueva ofensiva contra el reducto de 17 kilómetros cuadrados donde la guerrilla tamil se encuentra atrincherada en el noreste de Sri Lanka tras lograr que 52.000 personas huyan de la zona de combate, según afirma el Ejército. Por su parte, los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE, en sus siglas en inglés) acusan al Gobierno de Sri Lanka de la muerte de mil personas durante el asedio.

Vence el ultimátum

Tras cumplirse el ultimátum de 24 horas lanzado por el presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, para que los rebeldes anunciaran la rendición, el Ejército reanudó ayer las incursiones y logró ocupar dos pueblos de la zona de combate, dividiendo en dos el último refugio de la guerrilla tamil. La presencia de civiles en el cada vez más pequeño reducto de los LTTE había impedido hasta el momento la ofensiva final de las tropas ceilandesas.

Puleedevan, miembro de la guerrilla tamil, ha admitido que el líder de los Tigres, Prabhakaran, se encuentra en la zona de combate al mando de los rebeldes. Prabhkaran, de 64 años, dirige la lucha por un estado tamil independiente.

"El jefe de las Fuerzas Armadas es el responsable directo de esta carnicería", declaró Pulweedavan a Tamilnet, un medio digital afín a la guerrilla. Los LTTE han señalado en un comunicado que mil personas murieron y otras 2.300 resultaron heridas durante los bombardeos de las fuerzas gubernamentales del lunes.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), por su parte, ha expresado su "extrema preocupación" por los miles de civiles atrapados en una zona que había sido declarada segura por el mismo Gobierno de Sri Lanka. Al menos 50.000 personas siguen retenidas en la que se ha convertido en una zona de guerra, según el portavoz del CICR, Simon Schorno.

"La situación se puede calificar de catastrófica. El combate actual ha acabado con la vida de cientos de civiles y los heridos disponen de un acceso mínimo a cuidados médicos", señaló el director de operaciones del CICR, Pierre Krähenbühl.

Mientras tanto, 100.000 tamiles abarrotan los campos para desplazados en las localidades de Vavuniya, Jaffna y Manar tras haber logrado huir de la zona de combate en unas condiciones difíciles. Las autoridades buscan en ellos rebeldes infiltrados.

"La guerrilla ha de permitir la libertad de movimientos para los civiles y el Gobierno debe ejercer la máxima restricción en sus operaciones para evitar un baño de sangre", señala en una conversación telefónica con Público el portavoz de Unicef en Sri Lanka, James Elder.

El conflicto, que dura ya 25 años, hunde sus raíces en las tensiones étnicas entre la mayoría cingalesa budista y la minoría tamil hindú, quien acusa al Gobierno de discriminación.

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