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Villazón dice que a él nadie le "mete en una caja", canto lo que me hace "latir el corazón"

EFE

Los románticos del XIX, de Verdi a Gounod, le dieron el éxito al "tenorísimo" mexicano Rolando Villazón, pero él se resiste a que nadie le meta "en una caja", canta lo que quiere y lo que le hace "latir el corazón", por eso acaba de grabar al "sublime" Handel y lo ha hecho con el especialista barroco Paul McCreesh.

En una entrevista con Efe dos semanas antes de su único concierto en España con las arias del disco -Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, 10 de mayo-, Villazón explica que cuando Deutsche Gramophon le propuso un nuevo álbum barajaron varias posibilidades, pero que finalmente se decidieron por Handel por cumplirse el 250 aniversario de su muerte y porque quería abundar en la "fantástica aventura" que inició al grabar a Monteverdi.

El interés de Villazón (1972) por la música barroca nace hace una década al escuchar el trabajo que Cecilia Bartoli dedica a Vivaldi, uno de sus discos favoritos "para toda la vida".

"No es un CD como el de ella, porque es único, pero sí creo que éste tiene esa fuerza, esa luz solar y esa combinación onírica que descubrí cuando tuve la experiencia casi mística de grabar a Monteverdi", dice.

"Handel", con piezas de las óperas "Tamerlano", "Rodelinda", "Serse" y "Ariodante" y del oratorio "La Resurrezione", ha vendido en el mes que lleva en el mercado cerca de 60.000 copias y está en el "pop-chart" alemán al lado de ACDC, todo un récord para la música clásica.

A los críticos, que consideran que el mexicano -residente en París y nacionalizado francés- no está en su tesitura en el repertorio barroco, les responde que si él buscara complacer a todo el mundo se limitaría a cantar cinco arias.

"'Usted no tiene una voz barroca', me dijeron y yo contesté si alguna vez alguien había escuchado a un barroco. Podría haber sido purista, pero he querido aplicar todo lo que sé de la evolución de mi voz, llegar a una deconstrucción con un estilo propio".

"Si ellos quieren ponerle límites a lo que debe ser un cantante, yo no me los pongo. En el mundo de la ópera hay mucho empeño en meter todo y a todos en cajas: 'tú en la mozartiana, tú en la verdiana' y así. A mí nadie me mete en una caja y si lo hacen, me salgo".

Para hacer "Handel" trabajó durante seis meses con McCreesh y su orquesta barroca, los Gabrieli Players, y se reunió con ellos en Madrid -donde el británico dirigía a Plácido Domingo en "Tamerlano"- en Londres y París.

Con ellos descubrió cómo se origina "ese océano armónico" que es la música barroca. "El cantante es una burbuja en sus olas, no el surfista, como ocurre con las composiciones del siglo XIX", explica.

Tuvo que trabajar mucho con las consonantes, "el cuerpo óseo de esta música", pensar en que cada nota es tan importante como la anterior y la precedente, "un río constante en el que hay que entregarse a la orquesta, sutilmente, sin prepararse para agudos o coloratura".

Pero además afrontó el reto de cantar varios pasajes escritos para "castrati" -que ahora suelen cantar las mezzo-sopranos-, y lo ha hecho sin cambiar su técnica, sino "acomodándola" a partir de la adaptación para tenor que le hizo McCreesh.

"Honestamente, no creo que sea ningún crimen artístico cantar esas piezas. Yo quería cantar a toda costa 'Ombra mai fu' y McCreesh me sugirió el resto de las composiciones para 'castrati' -"Doppo notte", "Scherza, infida" "Piu che penso" y "Crude furie"-. Estoy encantado".

El tenor o "performer artístico", como a él le gusta definirse, dice que ya está "completamente recuperado" de los problemas de garganta que le obligaron a suspender el pasado día 8 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, "muy ilusionado" con la gira que emprende en mayo con este disco y de cerrar con Plácido Domingo el 30 de julio la temporada en el Real con un concierto de zarzuela.

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