Este artículo se publicó hace 13 años.
La violencia entre seguidores de Mubarak y la oposición marca una inflexión en la crisis
Los violentos enfrentamientos que mantuvieron hoy partidarios del presidente Hosni Mubarak y la oposición en la plaza Tahrir marcaron un punto de inflexión en la crisis política en la que lleva inmerso Egipto desde hace nueve días.
La erupción de la violencia sumió al centro de El Cairo en el caos absoluto, bajo la mirada pasiva de los militares apostados en sus tanques y la ausencia total de policías, que estos días limitan sus funciones a dirigir el tráfico y custodiar algunas embajadas.
Fuentes oficiales informaron de que una persona murió y otras 403 resultaron heridas, según un recuento a primeras horas de la noche, aunque el opositor Movimiento 6 de Abril elevó esa última cifra hasta los 500 heridos.
La violencia estalló sobre las 12.00 hora local (10.00 GMT), cuando miles de defensores de Mubarak se acercaron a los accesos de Tahrir para encararse con los miembros de la oposición e intentar desalojarlos de la plaza por la fuerza con palos y barras de hierro.
Como pudo constatar Efe, tras unos momentos de tensión en los que se intercambiaron insultos a través del fino cordón de civiles y militares que intentaba separar a los dos bandos, comenzó una lluvia de piedras en ambas direcciones que hirió en la cabeza a muchas personas, desalojadas inmediatamente de la plaza.
Muchos otros sufrieron cortes y magulladuras al caer al suelo encima de cristales o al ser arrollados por la turbamulta.
El principal foco de las refriegas se situó en el acceso a Tahrir ubicado delante del Museo Egipcio, donde se concentraron miles de partidarios gubernamentales, cuya cifra fue creciendo sin cesar a lo largo de la jornada hasta alcanzar al menos los 10.000.
Llegaron a caballo y en camello, en barcas por el Nilo o directamente en sus coches, tocando el claxon y gritando: "¡No se va, no se va!". La mayoría eran varones jóvenes, pero también había mujeres, ancianos y familias, que se mantenían a una distancia prudencial.
En cuanto oscureció, comenzó el lanzamiento de cócteles molotov en la plaza, que originaron incendios que los militares trataban de sofocar con mangueras y que alcanzaron el Museo Egipcio. Desde las ventanas de los edificios colindantes se arrojaban palos, sillas y todo tipo de objetos sobre los manifestantes.
Mubarak anunció anoche en un discurso televisado a la nación que no se presentará a las próximas elecciones presidenciales, en septiembre, y acusó a determinados grupos políticos que no identificó de estar "manipulando y aprovechándose" de estas manifestaciones.
"Se necesita liderazgo para elegir entre el caos y la estabilidad", añadió el gobernante.
Sin embargo, las escenas vividas hoy en Tahrir están mucho más cerca del caos que de la estabilidad que esgrime Mubarak.
El dirigente opositor Mohamed el Baradei aseguró que "matones han salido a atacar a manifestantes pacíficos y se ha probado que son oficiales de policía vestidos de civil, tenemos sus carnés de policía".
El canal de televisión Al Yazira mostró supuestas identificaciones de policías que se hallaron en el suelo y que pertenecían a partidarios del presidente.
Un portavoz del Ministerio del Interior, el general Abdelkarim Hamdi, desmintió estas informaciones en declaraciones a la agencia oficial egipcia Mena, y negó que "miembros de la policía vestidos de paisano hayan participado en los enfrentamientos".
Muchos ciudadanos egipcios en los alrededores de la plaza no podían contener las lágrimas al tratar de explicarse lo sucedido.
"Mubarak debe irse antes de que estalle la guerra civil...", sollozaba la médico Dina Sabry, que acudió junto a su marido para comprobar "in situ" la situación.
"¿Quién ha dejado salir a los presos de la cárcel? ¿Quién ha vertido la gasolina para que esto se incendie? Los que han venido a defender a Mubarak se merecen un presidente como él", dijo Sabry, para quien el mandatario "ha conseguido partir el país en dos".
Pese a que la llegada de los seguidores de Mubarak tenía muchas trazas de haber sido organizada, los defensores del régimen insistieron unánimemente en que nadie los había convocado ni que hubiesen recibido instrucciones.
"Nuestro presidente es nuestro héroe; ahora está hablando el verdadero Egipto", dijo a Efe el funcionario Mohamed Amín, que acudió a la plaza con varios amigos, y se sumó al "mantra" que repiten los seguidores del mandatario: "Sin Mubarak, no hay seguridad".
Los imanes de las mezquitas cairotas prodigaron en los rezos del día llamamientos a la tranquilidad y al control, pero hacía muchas horas que la mecha había prendido y estallado en el epicentro de las protestas que desde el 25 de enero reclaman a Mubarak que se vaya.
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