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"La viuda cree que esto es sólo un negocio"

El productor de 'Los hombres que no amaban a las mujeres' explica el fenómeno

CARLOS PRIETO

'¿Almodóvar sigue siendo el cineasta más popular de España? ¿Todavía?' Søren Stærmose mira al reportero como si no pudiera creerse lo que está oyendo. '¿Y Juan Carlos Fresnadillo?', pregunta. Tampoco acaba de entender porque Fresnadillo, uno de los jóvenes talentos españoles adoptados por Hollywood, no es tan popular. Y la conversación sigue y sigue...

El productor sueco tiene motivos para estar dicharachero: está en la terraza de un hotel, hace un día esplendido y, sobre todo, ha venido a Madrid a vender un caballo ganador: Los hombres que no amaban a las mujeres, adaptación de la primara parte de la multimillonaria trilogía Millennium, escrita por Stieg Larsson.

'Planeamos adaptar las tres novelas desde el principio, antes del fenémeno editorial', cuenta Stærmose, especializado en adaptar novela negra. 'Compramos los derechos antes de que se publicara el libro. El editor nos pasó las primeras tres cientas páginas. Nos gustó El protagonista no era el clásico inspector, aportaba frescura al género, aunque también era un riesgo: era la obra de un debutante desconocido'.

Pronto se enteró pronto de quién era Larsson: 'Estaba dedicado a su revista de investigación, Expo, donde denunciaba tramas corruptas empresariales y de extrema derecha', cuenta.

Conociendo el carácter justiciero de Larsson, no es difícil de imaginar que ahora debe estar revolviéndose en su tumba: su viuda, Eva Gabrielsson, con la que convivió 30 años, no ha visto un duro desde que su marido murió repentinamente a los 50 años: ni estaban casados ni habían hecho testamento. La millonaria herencia de Larsson cayó en manos de su familia biológica. Un padre y un hermano con los que, según denuncia Gabrielsson, no tenía una relación muy estrecha precisamente.

'Larsson dejó claro que quería que las novelas se llevaran al cine. Sólo tuvimos que negociar con la editorial', dice el productor. 'Con todo, cuando empezamos la preproducción contactamos con ambas partes, por una cuestión de cortesía, por si tenían sugerencias. El padre y el hermano colaboraron con nosotros, pero la viuda no quiso recibirnos. Pensaba que el filme era un proyecto comercial, nos veía como a una empresa que sólo quería ganar dinero', zanja.

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