Este artículo se publicó hace 15 años.
Vuelve a la taquilla el Woody Allen de siempre
Balagueró y Plaza harán temblar a las butacas con el estreno de la continuación de REC
SI LA COSA FUNCIONA, por Rubén Romero
¡Woody Allen vuelve a Nueva York! es el eslogan elegido para promocionar al neoyorquino tras su irregular (‘Cassandra's Dream'... uff) periplo por Europa. La nueva obra de quien, por aceptación popular, mejor ha retratado el corazón de la Gran Manzana, con sus gusanos y todo. Permítanme dudarlo. Su Nueva York no existe. No es real. O quizás sí: al pertenecer al mundo de los sueños es más sólido que el Empire State. Sus personajes no viven allí, habitan en la ilusión que de esa ciudad tiene el mundo occidental. Así como hay quien es feliz soñando con naves espaciales o rubias pechugonas o vampiros anoréxicos, Allen ha construido el gran sueño de la clase media liberal. Un mundo utópico de gente con inquietudes culturales, dotes para el epigrama, trabajos atractivos y tiempo para hacer el amor y ser infiel. No hay nada nuevo aquí, pero: ¡es tan reconfortante soñar con que un día te encontrarás en la barra de un bar discutiendo con un desconocido sobre la condición sexual de Dios!
UN VIEJO PROYECTO
Judío de edad avanzada y neurótico, es seducido por los encantos de una jovencita explosiva. ¿Les suena de algo? Sí, se parece bastante a ‘Manhattan' (1979)... porque Allen escribió el guión entonces. El judío debía haber sido interpretado por el mítico actor comunista Zero Mostel, pero falleció antes de poder ponerse en su piel. Allen rescata ahora el guión y cambia a Mostel por Larry David.
LOS LÍMITES DEL CONTROL, por Eulàlia Iglesias
Los viejos rockeros nunca mueren... y los que además son buenos, como Jim Jarmusch, tampoco dan su brazo a torcer. ‘Los límites del control' significa el retorno del cineasta estadounidense a ese cine de la inacción que le dio a conocer en los años ochenta -‘Extraños en el paraÍso' (1984)-, el menos complaciente con las grandes audiencias. El protagonista, un asesino a sueldo solitario que trabaja según el ascético código de ‘ni pistolas, ni móviles, ni sexo', viaja por España -de Madrid a Almería, pasando por Sevilla-, en una misión sobre la que apenas se nos dan pistas. esta es la película en la que Jarmusch explicita más su posición dentro del mundo del cine. Su defensa de la imaginación sobre los ataques del poder se formula con una espléndida opción de montaje que, hacia el final de la historia, envía al traste ese cine obsesionado con explicarlo todo, pero también cobra voz a través de unos diálogos que a veces resultan demasiado evidentes para alguien tan sutil como Jarmusch.
TORRES BLANCAS
Si Woody Allen filmó Barcelona desde una mirada turística, Jarmusch parte de la variada tradición de la pintura moderna española, que va de Juan Gris a Antonio López, para mostrar un Madrid tan identificable como alejado de la postal. El provecho que saca del edificio Torres Blancas, convertido en un fascinante escenario cinematográfico, es de lo más destacable de la película.
Ups, lo han vuelto a hacer. Jaume Balagueró y Paco Plaza han conseguido salvar el síndrome del efecto sorpresa que podía haber provocado la primera entrega de ‘REC' y proponen con ‘REC 2' la secuela ideal. Su nueva película empieza justo donde acabó la anterior -en el interior de un edificio tomado por un grupo de vecinos infectados por un extraño virus- para que los espectadores puedan conectar de inmediato con el torrente de terror y diversión, filmado otra vez con esa sensibilidad propia del nuevo milenio que caracterizaba el primer ‘REC'. Pero para evitar el efecto ‘déjà vu', ‘REC 2' deriva de película de zombies a cine de endemoniados y exorcismos, que sigue tratado desde esa gozosa óptica de la serie B, tan respetuosa como irónica hacia los referentes empleados. Los cineastas catalanes multiplican en ‘REC 2, sin agotar, la mayoría de las virtudes que tenía el filme original para refrescar esa manera de entender el cine de terror como una experiencia compartida de sustos y risas.
GENERACIÓN Y YOUTUBE
Uno de los aciertos del filme es haber incorporado a unos adolescentes pegados a una cámara de móvil. ‘REC' rompió con una tradición de cine de terror español deudora de modelos externos para sintonizar con la generación que vive para filmar... su vida. La juventud YouTube merecía tener hueco en un filme que sólo concibe la experiencia de terror si hay una cámara grabando.
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