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Zapatero acalla el debate del cambio de Gobierno

Solbes dice ahora: 'Me siento satisfecho de ser ministro de Economía y no tengo ningún deseo de dejar de serlo'. La sensación de provisionalidad afectaba al ánimo de otros ministros

GONZALO LÓPEZ ALBA

La ambivalente ironía mediterránea de Pedro Solbes mudó ayer en claridad castellana. Después de meses flirteando con su deseo de apartar el amargo cáliz de gestionar una crisis sin precedentes, el vicepresidente económico salió al paso de la incertidumbre sobre su continuidad en el Gobierno: 'Me siento cómodo, me siento satisfecho de ser ministro de Economía y, evidentemente, no tengo ningún deseo de dejar de serlo'.

La autoafirmación del vicepresidente económico, hecha por tres veces ante el Pleno del Congreso de los Diputados, no fue improvisada, aunque pudo parecerlo porque encontró pie en las preguntas del PP.

'El presidente tenía que despejar ese clima de incertidumbre y empezar por Solbes', explicaron a Público fuentes próximas a José Luis Rodríguez Zapatero. Al trascender el debate interno que se había suscitado sobre la conveniencia de una amplia remodelación, el presidente decidió el martes acallarlo. Lo hizo con 'un mensaje claro' a algunos miembros señalados del Gabinete y de la dirección del PSOE, que ayer asumieron como propia la tesis de que 'con la agenda que tiene por delante el ministro de Economía, no conviene dar una sensación de provisionalidad'.

No sólo se trata de eso, sino también del ánimo del resto del Gabinete. 'Los ministros se sienten directamente concernidos por el runrún continuo de cambios y el momento no está precisamente para deprimidos, sino para trabajar con ánimo e ilusión', explicaron las fuentes consultadas.

En el caso concreto de Solbes, poco o nada influenciable por 'los mentideros políticos' según expresión que él mismo utilizó ayer, pesa sobre todo que la crisis es la gran preocupación social y el eje de la agenda política nacional e internacional del Gobierno, al menos hasta el verano de 2010, cuando concluirá la presidencia española de la Unión Europea. Además de carecer de un recambio claro para Solbes, es una máxima política que ningún presidente cambia a su equipo cuando se lo reclama la oposición y Zapatero es un convencido de que, en política, resistir es vencer.

Para que no quedara duda alguna sobre su actitud, Solbes no desperdició ninguna de las ocasiones que le brindó el PP en la sesión de control. Si la primera declaración la hizo ante una pregunta de Martínez-Pujalte, horas después le brindaba una nueva oportunidad Cristóbal Montoro.

El portavoz económico del PP concluyó una interpelación sobre la reestructuración del sistema financiero intentando establecer un paralelismo histórico del 'contexto actual' y dijo haberlo encontrado en la 'advertencia que hizo un famoso adivino de la Roma precristiana a Julio César, cuando le dijo aquello de: César, guárdate de los idus de marzo', mes en el que sería asesinado.

En su respuesta a Montoro, Solbes volvió a autoafirmarse: 'Después de los idus de marzo vienen las fiestas de primavera, y en primavera, para la cosecha cambian las cosas. Por lo tanto, no se preocupen ustedes de los idus de marzo y pensemos con un poquito más de perspectiva'.

'Pasará el verano...'

Y aún volvió a remachar el clavo. Montoro insistió: 'No sé si usted va a sobrevivir a los idus de marzo, pero los españoles tenemos la necesidad y demandamos un Gobierno eficaz, capaz de hacer frente a esta crisis económica'. Por tercera vez, Solbes se desmarcó del arúspice: 'Yo creo que sobreviviremos a los idus de marzo, sobreviviremos a la primavera, pasará el verano y tendremos ocasión de seguir hablando de estas cosas en el futuro'.

Por casualidad, el heredero de César fue Octavio y Octavio es el nombre de pila de unos de los potenciales sucesores de Solbes: Octavio Granado, secretario de Estado de la Seguridad Social y responsable de Economía de la Ejecutiva del PSOE.

La aparente desgana que se atribuye a Solbes no es apatía, según fuentes próximas, sino que responde a que 'todas sus iniciativas se ven bloqueadas porque el presidente ha decidido que sus aliados ante la crisis son los sindicatos y ha decidido evitar a toda costa que le hagan una huelga general'.

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