Estos meses nos regimos por el horario de verano. Los días son más largos. Y, al haber más horas de luz natural, se reduce el consumo de energía. O, al menos, eso es lo que siempre se ha dicho sobre esta medida que hace saltar por los aires nuestro reloj biológico y hábitos diarios.
Se ha hablado mucho sobre la eliminación del cambio de hora. Incluso el Parlamento Europeo llegó a aprobarla en 2018. Sin embargo, año tras año, seguimos cambiando los relojes ante la llegada del verano y del invierno. Pero ¿realmente el horario de verano reduce nuestro consumo de energía? Esto es lo que sabemos hasta el momento.
¿Por qué se cambia la hora?

Para poder comprender por qué se cambia la hora, hemos de retrotraernos a la Primera Guerra Mundial en Estados Unidos. El propósito de esta medida era reducir el consumo de energía, ya que el combustible era escaso por la situación bélica. De tal modo, durante los meses de verano, no sería necesario encender las luces hasta bien tarde. Al final de la contienda, se abandonó esta idea. Pero con la Segunda Guerra Mundial volvió a adoptarse. Más tarde, en 1966, el gobierno estadounidense estableció por ley el cambio de hora para todos los estados.
En Europa, la decisión de cambiar la hora tuvo las mismas causas. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, países como Alemania y Francia establecieron el horario de verano para ahorrar carbón. Después, se volvió al horario anterior.
En la década de los 70 del siglo XX, con la crisis del petróleo, algunos países europeos instauraron de nuevo el cambio horario. Y esta normativa pasó a ser obligatoria desde el año 2001 para todos los miembros de la Unión Europea. Por ese motivo, están obligados a cambiar la hora el último domingo de marzo y, luego, otra vez en octubre.
Horario de verano y consumo de energía




Los estudios sobre el consumo de energía y el cambio horario se han sucedido durante décadas. Y es bastante lógico pensar que la medida tomada durante la Primera Guerra Mundial difiere en cuanto energías, industrias y hábitos sociales con los de la época actual. No obstante, los motivos siguen siendo los mismos: al haber más horas de luz solar se pretende ahorrar energía eléctrica de la iluminación de hogares y empresas.
Estudios como Climate change shifts the trade-off between lower cooling and higher heating demand from daylight saving time in office buildings determinan que el cambio de hora reduce el consumo energético y contribuye a luchar contra el cambio climático. Sin embargo, encontramos opiniones dispares en otros informes y opiniones científicas. El debate se ha mantenido durante los últimos años.
Esto sucede sobre todo si hablamos de los países del sur de Europa, que son precisamente los que disfrutan de más horas de luz. De este modo, un estudio de la Universidad de las Illes Balears y la Universidad de Stanford, publicado en la revista Tourism Management Perspectives, determinan que el ahorro energético en las islas Baleares es mínimo, entre un 1% y un 4%.
Cifras similares ofrece el Instituto Energético de Galicia (Inega). Estima que en los hogares gallegos el ahorro de energía es de un 1%. Asimismo, el ahorro energético en el sector servicios asciende a un 3%. Se calcula que se ahorran así en torno a 5.800 toneladas equivalentes de petróleo.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que los estudios sobre el cambio de hora están condicionados por el lugar en el que se realizan y las metodologías que se utilizan, normalmente diferentes. Además, los expertos insisten en que el ahorro energético con la modificación horaria no es significativo, y que habría que implementar otras medidas más importantes acordes a los nuevos hábitos y tecnologías.
Situación actual del cambio horario




Ante este panorama, se ha debatido mucho sobre la necesidad o no de mantener este cambio de hora. En Estados Unidos se ha llegado a aprobar en el Senado la denominada Ley de Protección de la Luz Solar, la cual quedó frenada en la Cámara de Representantes. La medida pretende que los relojes no se adelanten y se atrasen dos meses al año, sino que se establezca una hora fija los 365 días.
Esto mismo fue lo que intentó instaurar el Parlamento Europeo en 2018. Sucedió después de que más de cuatro millones de ciudadanos europeos votaran en una encuesta que estaban a favor de eliminar el cambio horario. Sin embargo, el Parlamento determinó que para poder hacerlo necesitaba la aprobación de la Comisión Europa. Entre unos y otros, la medida quedó en punto muerto y hemos vuelto a cambiar la hora.
En todo caso, estén como estén los relojes, recuerda que consumir energía de manera responsable en cualquier momento del año es responsabilidad de todos. El planeta nos lo agradecerá, pero también nuestro bolsillo.