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El 'alien' del científico maldito

El anuncio de un investigador de la NASA de que había hallado restos de extraterrestres en un meteorito provoca el rechazo de sus colegas y uno de los mayores escándalos científicos del año

NUÑO DOMÍNGUEZ

El pasado 5 de marzo, un investigador de la NASA proclamó haber encontrado un extraterrestre. Como prueba aportaba marcas microscópicas recién halladas en tres meteoritos que no eran otra cosa que los fósiles de bacterias alienígenas.

'Lo más excitante es que se pueden ver en muchos casos y relacionarlos con especies terrestres', explicaba a Fox News Richard Hoover, un científico del Centro Espacial Marshall de la NASA poco conocido hasta entonces. Ahora, Hoover está sumido en el ostracismo mientras su estudio, publicado en Journal of Cosmolgy (JOC), una revista poco respetada por los investigadores en astrobiología, ha causado uno de los mayores revuelos científicos en lo que va de año.

'Se pueden relacionar con especies terrestres', dijo Hoover

El artículo ha causado una oleada de críticas hacia Hoover y sus editores, que han aprovechado el tirón de su historia para intentar salvar su publicación, que atraviesa serios apuros económicos, y darle de paso una patada en los morros a la manera en la que los científicos publican y discuten sus resultados.

Mientras la NASA defenestraba públicamente a Hoover, JOC anunció que publicaría comentarios de cualquier científico que desease desacreditar o apoyar a Hoover. La revista compara al científico con Giordano Bruno, el astrónomo italiano que propuso que el universo acogía un número infinito de mundos posibles y que fue quemado por la iglesia en 1600. ¿Había nacido un nuevo mártir?

Las piedras espaciales de Hoo-ver vienen de los confines del Sistema Solar. Se piensa que el tipo de meteoritos que ha usado, conocidos como condritas carbonáceas, pueden remontarse al tiempo en el que nació la Tierra, hace 4.500 millones de años. De las nueve condritas de este tipo que se han hallado en toda la historia, Hoover logró muestras de dos recogidas en Francia en 1806 y 1864, y otra que apareció en Tanzania en 1934. Su análisis concluye que las marcas alargadas que hay en las tres muestras son fósiles de bacterias que, por su forma y tamaño, parecen hermanas de otras encontradas en la Tierra. Entre las más parecidas a estas alienígenas, con una longitud de 20 millonésismas de metro, estarían las Titanospirillum velox, unas peculiares cianobacterias detectadas en el Delta del Ebro en 1999 y que son capaces de moverse con extremada rapidez. La prueba de que los filamentos de los meteoritos son restos de vida es que no hay nitrógeno en las muestras.

Al igual que sucede con los fósiles de la Tierra, los restos no tienen rastros de ese elemento, a pesar de que es el más abundante de la superficie del planeta, lo que demostraría que el hallazgo no se debe a contaminación y descartaría que las bacterias se hubiesen infiltrado en el meteorito después de que se estrellase contra la Tierra. El trabajo 'indica que los filamentos representan los restos de vida extraterrestre', concluye Hoover con no poca pompa.

'Es un trabajo muy cuestionable', opina Jesús Martínez-Frías, investigador del Centro de Astrobiología (CAB), en Madrid, y experto en meteoritos. 'En estudios como este, los estándares requieren que se demuestre la presencia no de uno, sino varios biomarcadores', señala. Esos marcadores son los rastros indiscutibles del metabolismo; es decir, de la vida. Hoover no aporta ni uno.

'Que haya algo que se parece a la vida no significa que sea vida', dice Amils

'Que haya algo que se parece a la vida no significa que sea vida', comenta Ricardo Amils, experto en vida marciana del CAB. 'A todos mis estudiantes les digo siempre que las pruebas morfológicas como estas no sirven para nada', comenta. 'Cuando los errores metodológicos y conceptuales se hacen patentes, la credibilidad de la astrobiología se resiente', lamenta Alberto González-Fairén, que trabaja en el Centro Ames de la NASA y tampoco cree que Hoover haya descubierto extraterrestres.

Al igual que los dos expertos españoles, multitud de investigadores de Estados Unidos han defenestrado el trabajo e incluso a su propio autor. 'La comunidad de astrobiología no piensa que Richard Hoover sea un investigador creíble', comenta Carl Pilcher, director del Instituto de Astrobiología de la NASA.

Sin embargo, la agencia espacial glosó los éxitos de Hoover como microscopista y astrobiólogo en 2009, cuando recibió la medalla de oro de la sociedad de ingeniería SPIE. De acuerdo con su perfil, Hoover lleva más de 40 años trabajando para la NASA, ha viajado a la Antártida y Siberia en busca de bacterias capaces de resistir la vida en el espacio, y en 1992 fue nombrado inventor del año por la NASA.

Hoover fue nombrado inventor del año por la NASA en 1992

La agencia, que provocó otro escándalo similar en diciembre cuando un estudio sobre una supuesta nueva forma de vida hallada en la Tierra fue ampliamente cuestionado por otros científicos, ha dejado a Hoover a los pies de los caballos. 'La NASA no puede apoyar una propuesta científica si no ha sido revisada por expertos cualificados', dijo Pal Hertz,uno de los jefes científicos dela agencia en Washington. Hertz aseguró que en 2007 el estudio había sido rechazado por el International Journal of Astrobiology, publicado por la Universidad de Cambridge. De hecho, la primera vez que Hoover proclamó haber encontrado fósiles extraterrestres fue en 1997.

Desde que comenzó la polémica el investigador se esconde de los focos y no responde al teléfono ni el correo electrónico. Mientras, en un 'comunicado oficial' publicado en su web, el JOC se pregunta '¿Han ganado los terroristas?'. A lo que responde que 'sólo unos pocos chalados y charlatanes han denunciado el estudio'. En febrero, el JOC anunció que dejará de publicarse en mayo por falta de fondos. Su editor, el astrónomo de Harvard Rudy Schild, ha dicho a AP que el cierre inminente de la publicación 'fue un factor' en su decisión de publicar el trabajo de Hoover.

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