Este artículo se publicó hace 16 años.
Atapuerca promete homínidos de hasta 1,7 millones de años
Una nueva datación de una mandíbula de 'Homo antecessor' sitúa la edad del abuelo de Europa en 1,3 millones de años
Los tres codirectores de las excavaciones de Atapuerca presentaron ayer los resultados de la campaña de 2008. Como el atleta ucraniano de salto con pértiga Sergei Bubka, que en cada campeonato subía el listón un centímetro para batir su propio récord, el equipo de Atapuerca ha envejecido de nuevo al tatarabuelo de Europa. Gracias a una nueva técnica de datación, los investigadores han fechado la mandíbula humana recuperada el año pasado en la cueva de la Sima del Elefante, atribuida de forma provisional a un Homo antecessor, en 1,3 millones de años, 100.000 años más que lo estimado inicialmente.
La edad del homínido más antiguo registrado en Europa Occidental volverá a aumentar en próximas campañas. Este verano, el equipo de la sierra burgalesa ha encontrado restos de fauna en los niveles inferiores de la Sima del Elefante, lo que hace augurar futuros hallazgos de restos de homínidos de hasta 1,7 millones de años, "próximos al inicio del Pleistoceno", como explicó ayer en Burgos uno de los codirectores, Eudald Carbonell.
Un puñado de tierra
"Hemos hecho una campaña fabulosa, ahora sabemos mucho más que antes sobre Atapuerca", resume el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, también codirector de las excavaciones. Su equipo sólo ha extraído "tres o cuatro kilogramos de sedimentos" en los niveles inferiores de la sima, pero este puñado de tierra promete nuevas sacudidas del árbol evolutivo humano. "Hay esperanzas de hallar fósiles aún más antiguos que los que ya hemos encontrado", confirma.
La campaña ha deparado otras sorpresas. En la propia Sima del Elefante, entre herramientas de sílex y huesos de ciervos, ha aparecido una falange del dedo meñique de otro homínido adulto, que vivió en la sierra hace 1,3 millones de años. Por el momento, la presencia en la cueva del Homo antecessor -habitual en otro punto del yacimiento, la Gran Dolina- es inexplicable. "No sabemos qué hace allí la falange, quizá sea de un individuo que murió de manera casual en la Sima del Elefante, pero no tenemos una hipótesis fuerte todavía", conjetura Bermúdez de Castro.
A su juicio, los hallazgos de esta campaña confirman que Atapuerca debió de ser "un lugar muy apetecible" para los homínidos, lo que provocó constantes disputas por las cuevas y el agua, "igual que ahora sucede con el petróleo". La sierra burgalesa fue, aparentemente, el Irak del Pleistoceno. El codirector vaticina que los principales tesoros paleontológicos escondidos en Atapuerca empezarán a salir a partir de 2015. "Dentro de siete años, estaremos en el nivel TD6 de la Gran Dolina, sacando fósiles de antecessor a tutiplén", afirma optimista. Entre ellos, espera que se encuentre el fósil más buscado, el enemigo público número uno del equipo investigador: un cráneo de Homo antecessor.
Leones, meñiques y musarañas gigantes en la sierra burgalesa
El hallazgo en la Sima del Elefante de una falange de un dedo meñique de ‘Homo antecessor’ ha ratificado la presencia de restos de homínidos de más de un millón de años en este yacimiento. En un principio, los codirectores barajaron que se tratara de un hueso perteneciente a un niño. Sin embargo, Bermúdez de Castro apuesta por un adulto, ya que la falange está “completamente soldada”. Los investigadores han datado el fósil en 1,3 millones de años, pero el codirector de las excavaciones reconoce que trabajan con un margen de error de entre 100.000 y 200.000 años: “Vamos a hacer más dataciones, pero lo más sensato, de momento, es 1,3 millones de años”.
La Sima del Elefante y la Gran Dolina no son los únicos yacimientos de Atapuerca. En la Covacha de los Zarpazos, los paleoantropólogos españoles se han topado con un gran colmillo y la mandíbula derecha de un león que habitó, hace 400.000 años, la sierra dominada por el ‘Homo heidelbergensis’. En la campaña de 2008, el equipo también ha encontrado una gran cantidad de fósiles de una especie de musaraña gigante endémica de Atapuerca. Según los investigadores, este “temible depredador” era capaz de inyectar veneno a sus presas, de un modo similar a como lo hacen las serpientes. Esta musaraña gigante correteó por Burgos hace 900.000 años.
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