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La burocracia y el plagio frenan el despegue científico de China

El país asiático aspira superar a EEUU en volumen de investigación científica en 2013

DAVID BRUNAT

En economía, en diplomacia, incluso en el apartado militar, China está reduciendo a pasos de gigante la ventaja que le saca EEUU. Era inevitable que hiciera lo mismo en ciencia, aunque sorprende que lo haga con tanta rapidez. El anuncio de que China podría superar en 2013 a EEUU en volumen de investigación científica, según un estudio reciente de la Royal Society de Reino Unido, ha dejado al mundo sobresaltado. Sin embargo, la presión de las autoridades para obtener resultados está resultando contraproducente y la producción de las universidades en muchos casos dista de la excelencia.

Aunque EEUU sigue siendo el líder global, su participación en la autoría mundial se ha reducido del 26% al actual 21%. Por su parte, China ha subido del sexto al segundo lugar con una cuota de autor que alcanza ya un 10,2%, muy por encima del 4,4% que tuvo entre 1999 y 2003.

Los estudios chinos están lejos de la relevancia que logran otros países

La comunidad científica no ha tardado en advertir de que no se debe confundir el número de artículos publicados con la calidad global de un país. '[En China] hay varios millones de graduados y las autoridades les obligan a publicar, por eso los números son tan altos', indicó el doctor Cong Cao, profesor asociado de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) y oriundo de Shanghai, a la cadena británica BBC. 'Harán falta muchos años para que esas investigaciones alcancen los estándares occidentales', puntualizó.

La Royal Society midió la frecuencia con que los artículos de cada país son citados por otros investigadores, una manera habitual de evaluar su calidad, y descubrió que EEUU es el líder, Reino Unido sigue siendo segundo y China, aunque crece, anda todavía lejos. En el número de citas, el país asiático 'no refleja la rapidez del crecimiento observado en la inversión nacional o en la producción de publicaciones', aclara el estudio.

China no dispone del mejor ambiente para desarrollar ideas de calidad ni tiene las conexiones de EEUU con las redes de innovación mundial. 'No hay duda de que China y la India están atrapando a EEUU en términos de hardware o materias primas para la investigación. Pero el sistema para generar ideas útiles en esos lugares está aún subdesarrollado', considera un informe publicado en enero por la revista Foreign Policy. 'Están entrenando a más científicos, pero eso no quiere decir que estén produciendo buena ciencia. El plagio y el fraude de datos son rampantes', continúa el informe.

El 60% de los doctorados admite haber copiado algún trabajo

En una encuesta del diario China Daily en 2006, el 60% de los doctorados reconoció que alguna vez había copiado el trabajo de otra persona. Otro 60% confesó que pagaba por ver publicadas sus investigaciones en las revistas académicas (aunque en ciertas revistas es la fórmula habitual). 'Esta situación existe en casi todas las universidades respetadas de China', destacó He Weifang, profesor de la Universidad de Pekín.

Los académicos consideran que el sistema de evaluación, que premia la cantidad de publicaciones en lugar de la calidad, es la raíz de la corrupción académica y el plagio. En China, como en otros países, los académicos deben publicar un cierto número de libros o estudios si quieren ser promocionados. 'Uno de mis colegas fue degradado porque no cumplió la cuota de publicar dos estudios al año en revistas académicas de prestigio', denunció He. 'Y la situación en otras universidades es peor'.

Desde 1999, Pekín aumenta cada año un 20% su gasto en innovación

En 1996, cuando comenzó a elaborarse el análisis de la Royal Society, EEUU publicó 292.513 estudios, más de diez veces lo publicado por China (25.474). En 2008, EEUU sólo incrementó ese volumen ligeramente (316.317 publicaciones), mientras China multiplicaba su producción por siete hasta alcanzar los 184.080.

'Los incentivos del Gobierno se centran en hacer versiones chinas de los productos internacionales, tales como teléfonos celulares y semiconductores, en lugar de fomentar las chispas a la innovación nacional', asegura Foreign Policy. Además, las nuevas empresas chinas deben maniobrar a través de un sistema legal opaco, reglamentos impredecibles y volatilidad de los mercados de capital. Todo ello entorpece y retrasa el surgimiento de China como nueva superpotencia científica.

Pekín lleva aumentando un 20% anual su gasto en investigación y desarrollo desde 1999 y supera ya los 110.000 millones de euros, el 2,2% del PIB. Las universidades forman a más de 1,5 millones de científicos e ingenieros cada año. Según la Oficina China de Patentes y Marcas Registradas, el número de solicitudes de registros en 2010 aumentó un 27,9% respecto al año anterior. En total hubo 391.000 solicitudes, la segunda cifra más alta del mundo.

'El panorama de la ciencia está cambiando. Cada vez hay más cantidad y están apareciendo rápidamente nuevos actores', afirmó Chris Llewellyn Smith, director del grupo asesor para este estudio de la Royal Society. 'El incremento de los países en desarrollo está liderado principalmente por China, pero también hay otros', confirmó.

Entre los pilares de la investigación china se encuentran el desarrollo de energías limpias o la carrera espacial. Pero China parece que quiere esconder el logro anunciado por la Royal Society. Sus principales instituciones científicas, como la Academia China de Ciencias (CAS) o la Asociación China de Ciencia y Tecnología (CAST), declinaron atender a este diario argumentando incluso: 'No es asunto nuestro'. Varios académicos consultados confesaron su miedo a 'decir algo inapropiado' que pudiera perjudicarles, puesto que, por mucho que sea positivo, se trata de un asunto de calado nacional y de política de Estado a largo plazo.

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