Este artículo se publicó hace 15 años.
En busca de traductores para los genes
El investigador Raúl Méndez, galardonado por sus trabajos sobre el ARN mensajero
Es el origen del ser humano. Un espermatozoide fecunda un óvulo, dando como resultado un cigoto que pronto experimenta un proceso de división celular generando el embrión. El futuro bebé guarda en sus cromosomas toda la información genética transmitida por sus padres, el ADN. Pero aunque siempre se les quiera dar el papel protagonista en toda esta historia, en realidad, los genes, por sí mismos, son un simple disco duro de datos que necesitan traductores especializados.
Raúl Méndez y el grupo de investigadores que dirige en el Centre de Regulació Genòmica (CRG), en Barcelona, han centrado su trabajo en los últimos años precisamente en este aspecto. La información genética se copia o transcribe de forma ordenada al llamado ARN mensajero (ARNm), que contiene la información del ADN en una forma que puede utilizarse para la síntesis de proteínas, claves para el funcionamiento de las células.
Lo más curioso es que las moléculas de ARN mensajero no siempre están funcionando, sino que se almacenan en silencio y sólo se activan para sintetizar las proteínas que la célula necesita en cada momento. "Nuestro trabajo estudia el mecanismo por el cual los mensajeros se almacenan así y qué tipos de señales hacen que estén silenciados o que se activen", señala Méndez, que acaba de recibir el premio Ciutat de Barcelona a la Investigación Científica por su trabajo en este campo.
"La célula es capaz de leerlos y saber qué hacer con ellos""Los propios mensajeros," continúa el biólogo, "contienen toda la información sobre cómo, cuándo y junto a qué otros mensajeros activarse, como si fuera un código de barras. La célula es capaz de leerlos y saber qué hacer con ellos". Lo que hace única la aportación de este grupo es que ha descifrado ese código de barras, de forma que ahora se puede predecir qué genes se van a activar o desactivar, en qué momento y dónde, con lo que se puede construir un patrón de comportamiento muy bien definido.
Si se tiene en cuenta que entre el 10% y el 20% de los genes se regulan de esta manera y que fenómenos como el envejecimiento o la generación de memoria dependen de que el código se lea correctamente, se entiende la importancia de esta línea de investigación. Méndez cree que también puede tener implicaciones en otros procesos como la aparición del cáncer. "Precisamente uno de los problemas que tienen las células cancerígenas es que su división es anormal, así que debería ser relativamente fácil extrapolar nuestros conocimientos sobre mecanismos desregulados".
Un valor terapéutico a largo plazoLos estudios de este grupo abren una nueva vía para el futuro tratamiento de enfermedades, pero el biólogo quiere dejar bien claro que no es un camino fácil ni rápido. “Nosotros hemos contribuido a entender cómo funciona una célula normal, que es la base para entender por qué no funciona bien una célula enferma. Todos estos conocimientos tienen un potencial terapéutico, pero a largo plazo, no va a ser ni hoy ni mañana”. El trabajo científico en aplicaciones médicas es un proceso muy complejo que requiere, no ya un trabajo en equipo, sino multiequipo. “Lo que quiere oír la gente es que vas a curar una enfermedad el año que viene, pero no es una visión realista”, concluye.
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