La muerte masiva de ciervos en la Sierra de la Culebra (Zamora) continúa siendo un enigma. El delegado de la Junta de Castilla y León en la provincia, Alberto Castro, elevó ayer a 60 el recuento de ejemplares muertos hallados desde el 28 de julio, aunque no aclaró las causas de lo que parece un brote epidémico. Un día antes, la junta sólo reconocía 42, pese a que los ganaderos hablaban de un centenar.

Las autoridades ya han descartado el envenenamiento y la lengua azul, así que todo apunta a otra enfermedad vírica. Fuentes de Medio Ambiente de la junta explican a Público que el principal sospechoso es un virus que ya ha afectado a las poblaciones españolas de rebecos. Sin embargo, las mismas fuentes se sorprenden por la 'agresividad' de este caso.

Algunos medios locales han especulado con un posible brote de la enfermedad hemorrágica epizoótica, causada por un virus emparentado con el de la lengua azul de las ovejas y caracterizada por hemorragias similares a las observadas en los ciervos muertos. La enfermedad, típica de EEUU, no es habitual en España y no tiene tratamiento. Sin embargo, el veterinario al que se atribuía el diagnóstico, Tomás Yanes, presidente de honor de la Sociedad Euromediterránea para la Vigilancia de la Fauna Salvaje, negó ayer a este periódico haber realizado esas declaraciones.

El origen de las pérdidas sigue siendo un misterio. Ayer, el procurador socialista Manuel Fuentes pidió al Ejecutivo conservador 'celeridad y transparencia para conocer las causas de estas muertes' y exigió la comparecencia de la consejera de Medio Ambiente, María Jesús Ruiz.

El Gobierno autonómico envió a comienzos de esta semana muestras de los cadáveres al Laboratorio Central de Veterinaria de Algete (Madrid), especializado en la detección de patologías como la lengua azul. La responsable de los análisis en este centro, Marta Vigo, confirmó a este diario que los resultados ya están en manos de la junta, pero rechazó dar más detalles. Oscar Sayagués, coordinador de la respuesta ante el brote en la junta, también optó por guardar silencio.