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Los clones se acercan al supermercado

EEUU aprueba su consumo y la UE también se muestra a favor

JAVIER YANES

Si el panorama actual se confirma, en pocos años las etiquetas de los productos del supermercado incluirán una palabra que hasta ahora pertenecía a la ciencia y a su alter ego, la ciencia-ficción: 'clon'.

Desde la creación de la famosa oveja Dolly, en Escocia, en 1996, las tecnologías de clonación se han perfeccionado para aplicarlas a la mejora en la cría de ganado, por la posibilidad de conservar la herencia genética de los ejemplares perfectos y replicarla una y mil veces.

Espoleados por el debate social generado en torno al ganado clónico, los organismos reguladores se han aprestado a estudiar el asunto para emitir sus veredictos. Uno de ellos, la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA), en EEUU, ya se ha pronunciado.

El pasado martes publicaba su informe final favorable, eliminando la última barrera efectiva para que en EEUU comiencen a comercializarse la carne, la leche o los huevos procedentes de ejemplares clónicos. Quizá el aspecto más polémico es que allí no se obligará a que estos productos incorporen un etiquetado específico informando sobre su origen.

Europa, por el mismo camino

Europa aún se encuentra en una fase previa, aunque sigue la misma senda. El pasado viernes, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicaba su informe preliminar, elaborado en respuesta a la petición de la Comisión Europea (CE).

El dictamen, basado en los datos científicos disponibles, concluye que los alimentos de origen clónico son igual de sanos y nutricionalmente equivalentes a los obtenidos del ganado convencional. El documento permanecerá abierto a la consulta pública hasta el 25 de febrero.

Posteriormente, la nueva versión, que se hará pública previsiblemente en mayo, será entregada a la CE para tomar las decisiones adecuadas en materia de regulación. Si todo procede según lo esperado, fuentes de la CE estiman que en dos años estos productos pueden llegar a los supermercados. Pero el asunto no está ni mucho menos zanjado.

En EEUU al menos tres grandes empresas se encuentran preparadas para abrir fuego en esta nueva industria. Una de ellas, Trans Ova Genetics, ha producido casi la mitad de los 570 animales clónicos, la mayoría vacas, que existen en el país. Otra, ViaGen, vende reses clonadas a 17.500 dólares la cabeza. El precio es alto, pero la inversión garantiza una progenie de alta calidad.

Pese a todo, el consumidor aún es reticente. Los datos indican que sólo un 22% de los estadounidenses contempla estos productos sin recelo. Por ello, el Departamento de Agricultura ha decidido solicitar a los productores que mantengan la moratoria voluntaria que hasta ahora mantenía la industria.

Sin embargo, según el rotativo The Washington Post, algunos ejecutivos de estas compañías reconocen que no saben cuántos de estos animales han entrado ya en la cadena alimentaria, y que semen congelado de toros clonados se ha vendido en numerosas ocasiones a ganaderos del sector tradicional. En resumen, todo parece indicar que los estadounidenses comen ya, sin saberlo, carne clonada.

Recelo generalizado
Europa lleva cierto retraso en el desarrollo de esta industria, aunque Reino Unido y Alemania pujan por abrir brecha. A la Comisión Europea le consta que Londres ha importado progenie clónica. Al menos, en Europa es probable que el etiquetado sea obligatorio, lo que ofrecerá al consumidor la posibilidad de elegir.

Pero es previsible que la introducción de estos productos no sea suave. Incluso los expertos dudan de la necesidad de esta producción. Según el profesor de Genética Animal de la Universidad de Zaragoza Luis Varona, 'el problema es que no se gana nada ni se aporta nada'. 'Si uno es consumible, el otro también lo es, y el convencional es mucho más barato', dice.

Las mismas dudas asaltan al responsable de ganadería de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), Adolfo Alcalde: 'No estamos en contra de la producción de animales clonados. Las ventajas son evidentes para conservar el valor genético de los sementales, pero no vemos claro que sea viable para consumo por su alto precio. Los ganaderos españoles, sumidos en una de las mayores crisis de su historia, ni se plantean esto. No hay interés. Es una quimera', afirma. Para el representante de Asaja el etiquetado es esencial, 'para que el consumidor decida'.

En el mismo sentido se pronuncia la asociación de consumidores Facua: 'Debe aplicarse el principio de cautela y prevención, pero hay que insistir en la necesidad de un etiquetado', apuntan desde esta organización. La novedad de este asunto aún no les ha permitido emprender acciones específicas, como tampoco lo han hecho los ecologistas. Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción, resume la cuestión crucial: '¿Qué necesidad hay de esto? Se trata de promover una alimentación más natural, no una guiada por intereses económicos'.

El debate está servido. Quizá haga falta trabajar en la solución al problema de fondo: los alimentos clónicos quizá son sanos, pero también los otros lo han sido siempre.

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