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Daimiel en tablas

La Unesco da tres años de plazo para recuperar el parque

OSCAR MENÉNDEZ

Si Felipe II levantara la cabeza no reconocería ni por asomo sus queridas Tablas de Daimiel. La exuberancia de la fauna provocó que el monarca dictara allá por 1575 uno de los primeros edictos conservacionistas de la historia. Aunque, entonces, se conservaba para poder matar: el rey evidentemente no adoraba la biodiversidad, sino la caza.

Quinientos años después la caza está prohibida, y esta zona es Parque Nacional desde 1973. Pero las bandadas de aves ya no tapan la luz del sol, como hacían cinco siglos atrás y como hacían hasta hace muy pocas décadas. Ahora, el agua no llega de forma natural a esta laguna; hay que bombearla del subsuelo a 25 o 30 metros de profundidad, y lo que era un parque de primer orden, casi único en el mundo, se ha convertido en una especie de museo. La reconstrucción de un pasado natural glorioso depende de un grifo que llena artificialmente lo que antes procedía de un río. 

Durante siglos se creyó que el Guadiana nacía en las lagunas de Ruidera para desaparecer unos kilómetros más al norte y volver a aparecer cerca de la localidad de Daimiel. Hace unas décadas se llegó al consenso de que el río que desaparece en las tierras de Argamasilla de Alba no es el mismo que aparecía posteriormente.

Los Ojos son, así, el verdadero nacimiento del Guadiana. Su torrente, resultado del desbordamiento de las aguas freáticas, anegaba las Tablas. La canalización del cauce de este río y, sobre todo, la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos ha secado Los Ojos. El Guadiana ahora nace unos kilómetros más abajo, más allá del propio Parque de Las Tablas, que si no fuera por el bombeo artificial estaría completamente seco.

Lo que vio Felipe II en el siglo XVI también se hizo evidente para la Unesco en el siglo XX. En el año 1980, la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura designó la zona como Reserva de la Biosfera. Esta reserva ocupa 25.000 hectáreas, y Las Tablas de Daimiel, con 1.928 hectáreas, sólo representa la punta del iceberg de su extensión. 'La zona que ocupa la reserva de la biosfera es mucho más que Las Tablas', explica José Manuel Hernández, que es miembro de Ecologistas en Acción y forma parte del Patronato del Parque. Incluye también lagunas como las de Ruidera o las de Alcázar. 'Es un paisaje con una biodiversidad excelente, porque tenemos lagunas freáticas que dependen de las aguas subterráneas, lagunas fluviales y también lagunas endorreicas que sólo se llenan gracias a las lluvias y que en muchos casos son saladas', añade Hernández.

Todos estos humedales forman parte de La Mancha húmeda. Sus especiales características y el excepcional hecho de que compongan un paisaje único desde el punto de hidrogeológico generaron la calificación de las Naciones Unidas. 'La Unesco establece qué zonas se pueden considerar reservas de la biosfera', explica Hernández, 'pero son las instituciones nacionales las que tienen que implementar las medidas de conservación'.

28 años después

Tras 28 años de lo que consideran mala gestión, los ecologistas han decido plantarse. Hace unas semanas, los principales grupos conservacionistas españoles pidieron que la Unesco retira la condición de reserva de la biosfera a esta zona. Cuatro asociaciones tan diversas como Greenpeace, Adena, la Sociedad Española de Ornitología o la propia Ecologistas en Acción se unieron para realizar esta reclamación.

El pasado 13 de junio, el comité de expertos que asesora desde España a la Unesco lanzó un ultimátum: o se soluciona la situación o en 2011 se podrá retirar a la zona la condición de reserva de la biosfera. Un cambio que implicaría la revisión de esta situación en tres años y que podría provocar que La Mancha húmeda dejara de ser definitivamente reserva de la biosfera en el año 2015.

Desde el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino no saben, no contestan. Las reclamaciones de Público para obtener una respuesta sobre la situación de Las Tablas de Daimiel y su futuro no son contestadas. Fuentes del ministerio, en todo caso, insiste en aclarar que el Consejo que pidió la retirada de la etiqueta de la Unesco no forma parte de la organización de las Naciones Unidas y es puramente local.

Los alcaldes de la zona y la Junta de Castilla-La Mancha también han sido muy críticos con los grupos ecologistas. Para ellos, el PEAG (Plan Especial del Alto Guadiana) es la solución que remediará todos lo males de la zona para el año 2027. A los ecologistas, sin embargo, no les salen las cuentas, porque con este plan se seguirá extrayendo agua del subsuelo.

'Este plan', explican de forma conjunta los tres grupos, 'mantiene tal nivel de extracciones legales e ilegales y tal superficie de regadíos que será imposible la recuperación de los humedales protegidos en los plazos y prórrogas que establece la Directiva Marco Europea del Agua'. Es decir, que es imposible su recuperación ni siquiera para el año 2027.

En la actualidad, para saber dónde se ubican Los Ojos del Guadiana hay que fiarse de los carteles, porque ya no existen. Pero otro tanto ocurre con otros lugares que antiguamente daban lugar a esta Mancha húmeda y que ya sólo figuran en los mapas, como la laguna de la Mata. 'La última vez que estuve allí, eran un maizal', explica José Manuel Hernández. 'Las aguas subterráneas han sido sometidas a un auténtico expolio. La extensión de las zonas de regadío ha provocado que el nivel freático haya descendido terriblemente'.

Esponja seca

Los acuíferos de esta zona manchega se alzaban, en algunos casos por encima del nivel terrestre y salían a la superficie, como en los Ojos del Guadiana. En otras zonas, como Las Tablas, también se elevaban los suficiente como para permitir que las lagunas nunca se secaran. El líquido que llegaba a esta parte de Damiel se encontraba con una especie de esponja húmeda, que permitía que fluyera sin ser absorbida. Y la esponja, ahora, se ha secado.

Para colmo, muchos de los espacios de interés ecológico correspondían a lagunas endorreicas, que se mantenían secas durante gran parte del año. Poco a poco, año a año, estas lagunas dejaron de llenarse, sin que nadie se diera cuenta de la catástrofe que esto podría representar. Algo similar ocurrió con el nacimiento del Guadiana: 'Es una muerte silenciosa', explica Hernández. 'No hay testigos de la desaparición de Los Ojos, porque fue un fenómeno paulatino. En todos los casos, la gente se ha apropiado de los ríos, que ahora son zonas de cultivo. Para mí, desde luego, es la mayor catástrofe ecológica de la historia de España'.

La Mancha húmeda no ofrece desde luego su mejor cara. Los visitante a Las Tablas se quedan, en su mayoría, perplejos. El Parque Nacional apenas tiene agua, porque se la han robado de las capas freáticas, pero para entrar a esta zona es necesario rodear extensos cultivos de regadío, con especies como el maíz, que exige muchos recursos hídricos para su mantenimiento y que además es un producto excedentario en la UE.

En los últimos años, la reserva apenas ha llenado una quinta parte de su capacidad, pero a su alrededor florecen los aspersores. No hay agua para el parque, pero sí para los maizales y las viñas, otro producto excedentario para Europa. Cuando el paseante recorre el lecho muerto de un río se vuelve a sorprender de encontrarlo ocupado por cultivos en un paisaje en el que predominan otra vez los aspersores. Los siete molinos que jalonan su curso son la mejor muestra de un pasado esplendoroso.

El molino de Zuacorta es, tal vez, el más llamativo de todos ellos. A su lado, el cauce del Guadiana ocupa una anchura de decenas de metros. Ahora, no sólo está seco, sino que a una gran parte de él le ha sido arrancado las turberas. La turba se utiliza en jardinería y también como combustible, y las manos que la han expoliado no han contado con que su desaparición impediría en gran medida una posible regeneración del río. Sin ella, las aguas fluirían por un terreno sin vida, que tardaría decenas de años en volver a renacer.

Este molino seco se encuentra al lado de un puente abandonado sobre el Guadiana. En él sólo se ha mantenido un ojo por donde antes corrían millones de hectólitros y ahora sólo hay tierra seca. El camino del antiguo puente es ahora una nueva carretera, elevada unos metros sobre el antiguo cauce, que demuestra que nadie cuenta con el posible renacimiento de esta parte del río. Si Los Ojos del Guadiana volvieran a la vida, esta carretera lo convertiría en una presa.

En cualquier caso, los visitantes de esta casa rural siempre serán
ajenos a la catástrofe. El lecho seco y el molino varado no impiden que establecimiento cuente ahora con su correspondiente piscina y con de decenas de metros cuadrados de césped que se encharca con el aspersor a pleno funcionamiento en el mediodía de primavera.

Atisbo de esperanza

Sin embargo, no todo tiene una parte negativa en esta Mancha húmeda. Es el caso de lo ocurrido en las lagunas de Alcázar de San Juan. Hace sólo unos años, este conjunto de pequeños lagos era un auténtico vertedero, donde se tiraban desde escombros hasta electrodomésticos viejos, y al que incluso se arrojaban las aguas fecales de la ciudad. La decisión municipal de transformar el entorno permitió limpiar el vaso de la laguna y rehabilitar el espacio al completo.

La solución no es perfecta, desde luego, porque estos embalses necesitan para su sostenimiento del agua que vierte la depuradora de la ciudad. Pero, a cambio, numerosas colonias de aves se han establecido en el humedal, que cuenta incluso con la presencia de flamencos. En estas lagunas de Alcázar de San Juan el visitante encuentra centenares de pájaros, esos que esperaba haber observado en Las Tablas de Daimiel. 'Estas lagunas', analiza José Manuel Hernández, 'demuestran que es posible remediar las cosas cuando hay voluntad de hacerlo'.

La pregunta del millón es si esa voluntad podría salvar Los Ojos del Guadiana y el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Y la respuesta no la sabe nadie. En principio, bastaría con detener el expolio del subsuelo y esperar a que los niveles freáticos volvieran a ser los iniciales. Pero existen dudas de que los pozos hayan acabado con un recurso no renovable, la llamada minería del agua, y que por mucho que se remedie no haya marcha atrás. 'En cualquiera de los casos', insiste Hernández, 'tendremos que hacer la prueba e intentar paliar en la medida de lo posible la terrible situación actual'.

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