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Elaboran el árbol genealógico de los escarabajos, un grupo al que pertenece una de cada cuatro especies conocidas

Una nueva investigación indaga en el triunfo evolutivo de los coleópteros

DANIEL MEDIAVILLA

Aunque muchos no lo sepan, los escarabajos son los reyes del mambo evolutivo. Más del 25% de todas las formas de vida conocidas en la Tierra pertenecen a este orden. Además, algunas de las especies de escarabajo que hoy pueden encontrarse en el planeta llevan aquí más de 140 millones de años. El éxito de estos animales ha intrigado a los científicos durante más de 200 años.

Hasta hace poco, la capacidad de supervivencia de los coleópteros se relacionaba con su adaptación a un nuevo tipo de menú que apareció en el Cretácico: las plantas con flores, o angiospermas. Sin embargo, un nuevo estudio indica que muchos de los linajes modernos de escarabajos ya existían antes de los primeros florecimientos.

Ésta es una de las conclusiones del artículo que un grupo internacional de científicos, dirigido por Alfried Vogler, del Imperial College de Londres, y con participación española, publica hoy en la revista Science. Los investigadores han analizado secuencias de ADN de 1.880 especies de escarabajo para elaborar el árbol genealógico más completo hasta la fecha.

También emplearon fósiles, para señalar los momentos clave de la evolución y la diversificación de ese árbol genealógico de los coleópteros. Los autores del estudio, desarrollado durante los últimos 10 años en el Museo de Historia Natural de Londres, concluyen que, pese a lo que antes se pensaba, no parece fácil identificar una única razón para explicar el éxito de los escarabajos.

Larga evolución

La enorme diversidad entre los escarabajos parece ser cuestión de persistencia. Uno de los autores españoles del estudio, el investigador del CSIC Ignacio Ribera, explica que “no hay tasas altas de especiación en una época reciente”. “El éxito de los escarabajos se debe a que mientras grupos como los dinosaurios se extinguieron al final del Cretácico, ellos superaron la crisis que afectó a muchos grupos y siguieron diversificándose hasta ahora”, indica el investigador. Hoy se conocen unas 350.000 especies de escarabajos y los expertos consideran que, al ritmo actual de descripción de nuevas especies, aún puede haber millones de ellas por descubrir.

Cuando al final del Cretácico las cosas se pusieron feas, a algunos animales, como los dinosaurios, les perdió la especialización. Los escarabajos, sin embargo, demostraron su fascinante capacidad para aprovechar nuevas oportunidades ecológicas. Se adaptaron a las circunstancias sobrevenidas.

El mundo es su casa

Tras siglos de evolución, los coleópteros son hoy capaces de vivir casi en cualquier sitio, desde cuevas heladas o lechos de ríos y lagos hasta la piel de castores vivos. La capacidad de adaptación a diferentes hábitats se observa, por ejemplo, en las soluciones que han encontrado los escarabajos acuáticos para respirar bajo el agua.

Algunos tienen pelos en la parte inferior que retienen una capa de aire contra su cuerpo cuando bucean. Otros se sumergen llevando siempre con ellos una burbuja de aire, a modo de bombona de oxígeno. De momento, sólo hay dos sitios en los que no se les ha encontrado: las regiones polares y el mar.

Además de no poner muchas pegas a la hora de elegir morada, no son nada maniáticos con la comida y pueden alimentarse con prácticamente cualquier tipo de materia orgánica. Algunos son carnívoros y devoran a otros invertebrados, otros se alimentan de hongos o plantas, y los más osados llegan a comerse los deshechos de otros seres vivos.

Su versatilidad hace de los coleópteros enemigos temibles para los agricultores cuando se convierten en plagas. El escarabajo picudo rojo, por ejemplo, destruyó miles de palmeras el año pasado en el sur de la Península y en las islas Canarias. La carcoma misma es la larva de varias especies de estos animales.

Por otra parte, dada la enorme diversidad de los escarabajos, también es posible encontrar entre ellos algunos muy beneficiosos para los agricultores. De hecho, ya existen bancos de escarabajos. Se trata de hábitats artificiales pensados para dar cobijo a los coleópteros que sirven para combatir algunas plagas. Este sistema podría servir como alternativa a los pesticidas.

El equipo responsable del artículo de Science, en el que participó otro científico del CSIC, Jesús Gómez-Zurita, del Centro de Investigación y Desarrollo Pascual Vila de Barcelona, concluye que la comprensión de la evolución de los escarabajos es una parte importante para comprender el mundo natural.

“Teniendo en cuenta que los escarabajos componen una proporción tan grande de todas las especies conocidas, aprender sobre sus relaciones y su evolución nos da nueva información sobre el origen de la biodiversidad y sobre cómo los escarabajos han triunfado en el curso de casi 300 millones de años”, concluye el investigador principal del estudio, Alfried Vogler.

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