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Embajadores de la biodiversidad en crisis

Una exposición del fotógrafo navarro Andoni Canela alerta sobre la degradación de los ecosistemas españoles con imágenes de animales salvajes

SERGI TARÍN

Su presencia conmueve e inquieta, aunque estén detrás de un marco y sólo sean papel. Son 40 imágenes de animales en estado salvaje captadas por el fotógrafo navarro Andoni Canela. Un trabajo de décadas, minucioso, compuesto de largas esperas y fugaces alumbramientos. 'Dos segundos en la vida de un lince equivalen a una semana agazapado entre la maleza', relata Canela. El resultado de su perseverancia se presentó esta semana en el Museo de Ciencias Naturales de Valencia bajo el título La mirada salvaje. Encuentros con la fauna ibérica.

Pero la exposición es algo más que una sucesión de retratos a gran escala. Los animales allí detenidos son embajadores de ecosistemas en crisis 'y bajan a la ciudad para llamar nuestra atención'. Así lo expresa Ana Leiva, directora de la Fundación Biodiversidad, principal responsable de la muestra junto al Ayuntamiento y la Obra Social de Caja Madrid. Las fotografías suponen un acto más de los muchos que se celebrarán durante 2010, declarado Año Internacional de la Biodiversidad por Naciones Unidas .

España es el país más biodiverso de Europa. Su superficie reúne 121 de los 217 ecosistemas terrestres declarados de interés comunitario por la directiva Hábitats. En ellos viven 821 especies de vertebrados terrestres, 1.000 de peces y 65.000 de invertebrados. Unas cifras que, según Leiva, 'hacen de nuestro país un continente en miniatura'.

Un 'continente' que no es ajeno al retroceso medioambiental que sufre el planeta a causa de la explotación y contaminación de los ecosistemas y que ha llevado a las instituciones europeas a acuñar el término 'crisis de la biodiversidad'. Los datos se abren paso a dentelladas: cerca de 55.000 especies se extinguen al año, 25 países carecen de bosques y cada minuto desaparece una superficie equivalente a entre 10 y 30 campos de fútbol.

El panorama en España no es mejor. El 37% de su territorio está desertificado, la mitad de sus humedales, seca, y el 35% del litoral yace bajo el cemento de urbanizaciones e infraestructuras. La repercusión sobre los seres vivos es notable: es el país europeo con mayor número de especies en peligro. Los humanos tampoco se libran de los efectos negativos, ya que la contaminación es culpable de 13 millones de muertes anuales en el mundo.

¿Cómo detener este problema? La pregunta se planteó a finales de enero en unas jornadas organizadas por el ministerio de Medio Ambiente y que dieron luz a Las prioridades Cibeles, documento que busca frenar la pérdida de biodiversidad. El texto recomienda insertar este concepto en los pliegues de una sociedad dominada por valores productivos y de mercado. Es decir, hacer pedagogía entre el empresariado. Por ejemplo, se conoce el precio de la madera tras la tala de un bosque, pero no el beneficio económico que los árboles aportan con la fotosíntesis y la creación de oxígeno. Esta cuantificación se denomina 'economía de la biodiversidad' y las entidades conservacionistas reivindican que los Estados la incluyan en el balance de sus cuentas.

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