Este artículo se publicó hace 15 años.
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Un estudio asegura que la información de un tercero es más valiosa que la propia
Es casi inevitable fantasear con acontecimientos que aún no han pasado y puede que nunca sucedan. A muchos les ocurre, por ejemplo, el 22 de diciembre, cuando el décimo de lotería de Navidad obliga a preguntarse en qué se invertirá el premio aún no ganado. También es frecuente hipotetizar con el futuro cuando uno asiste a una cita a ciegas y cree que de ese encuentro puede surgir un romance.
Los psicólogos son conscientes de esta situación pero saben, mejor que nadie, que muy pocas veces las predicciones mentales individuales se reflejan a posteriori en la realidad. Un estudio publicado hoy en Science se pregunta qué se puede hacer para que esas predicciones individuales se ajusten a la realidad lo máximo posible y se eviten así las decepciones posteriores.
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Los autores, psicólogos de la Universidad de Harvard, creen que la mayor parte de la gente afronta la incertidumbre de dos maneras: la primera es informarse a fondo sobre lo que va a suceder para prever su resultado, y la segunda es preguntar a alguna otra persona aunque sea un perfecto desconocido- que ya haya pasado por la experiencia.
"Suplantación"
Los resultados de la investigación son concluyentes. A la hora de prever cómo va a transcurrir un evento futuro, es mucho más valiosa la opinión de alguien que ya lo haya vivido, lo que los autores llaman "suplantación", que la acumulación de datos sobre el mismo, lo que denominan "estimulación de la información".
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Para demostrar esta hipótesis, los investigadores realizaron varios experimentos. En uno de ellos se preguntó a los participantes, solteros y heterosexuales, por sus expectativas sobre una cita rápida de cinco minutos con una persona de su sexo opuesto. A la mitad de los participantes se les ofreció la foto y obtener más información de su cita, y al resto, un relato de la experiencia que había tenido un desconocido con esa misma persona. Esta segunda opción fue la más útil para predecir cómo se habían sentido tras la reunión, según los participantes en el estudio.
Lo curioso es que, a pesar de la evidencia, los voluntarios seguían prefiriendo la estimulación de la información a la implantación.
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