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El futuro no está libre de trabajo

Un estudio con ejecutivos británicos prevé que en sólo 10 años la actividad laboral incluirá chips en el cerebro y robots

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Cerebros mejorados para rendir más en el trabajo, hologramas para comunicarse y neurobiólogos para el control mental. Éstos son algunos de los escenarios -los peores- dibujados por los ejecutivos británicos para sus empresas dentro de 10 años.

Un estudio realizado por el Chartered Management Institute , la organización de gestión empresarial más importante de Reino Unido, muestra cómo podría ser el futuro del trabajo y la empresa británicas. Se presentaron varias situaciones posibles a una muestra de los casi 80.000 gestores y empresarios que están afiliados a esta institución. La mayoría de ellas estaban más relacionadas con la gestión empresarial, la política y el impacto medioambiental, pero algunas tenían a la tecnología como protagonista.

Control de la conducta

A caballo entre los escenarios deseados y los temidos, un 12% de los encuestados cree que en 2018 habrá trabajadores con chips implantados en el cerebro para aumentar la productividad. Como se puede leer en el informe: 'Las empresas usarán de forma rutinaria microchips para actualizar las habilidades de sus empleados con chips mentales, procesadores para mejorar la memoria o su conocimiento'.

Por sectores, los que más creen en esta visión son los ejecutivos de las empresas tecnológicas y de las comunicaciones. Los más escépticos provienen de la construcción y las compañías de seguros.

Dentro de este futuro inesperado, pero posible, también habría empresas que recurrieran a la monitorización y el control de la conducta. Los neurobiólogos habrían encontrado la manera de manipular el tiempo neuronal, engañando al cerebro. Dentro de 10 años, el objetivo sería acelerar los procesos mentales o ralentizar la percepción del tiempo.

Por fortuna, el escenario más probable por el que apuestan los ejecutivos británicos es uno en el que las corporaciones globales tendrían su contrapartida en empresas basadas en comunidades virtuales. La encuesta revela también que la mayor parte de las relaciones comerciales serían más virtuales que reales. Triunfarían las tecnologías que facilitasen el contacto virtual y el desarrollo del trabajo distribuido, como el teletrabajo.

Dentro de las compañías, la organización sería menos jerárquica y se valoraría más a los trabajadores con habilidades de amplio espectro y creatividad. Esto se debería, en buena medida, a que las tecnologías de información y los sistemas informáticos funcionarían de forma rutinaria. También la introducción de los robots para realizar los trabajos más rutinarios, pesados y peligrosos podría liberar la creatividad de los trabajadores.

Eso es, al menos, lo que piensa un tercio de los gestores británicos. Una cifra similar cree que los hologramas sustituirían a buena parte de las reuniones y encuentros presenciales. 

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