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Más de 8.000 siglos de canibalismo español

Los restos de Atapuerca confirman que la antropofagia era común

DANIEL MEDIAVILLA

Durante miles de años, en la sierra burgalesa de Atapuerca los hombres no tuvieron escrúpulos para hincarle el diente al prójimo en caso de necesidad. Los paleoantropólogos han documentado allí el caso de canibalismo más antiguo del mundo, de hace 800.000 años y, recientemente, investigadoras del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social de Tarragona (IPHES) hallaron, en un yacimiento cercano, uno de los más recientes de Europa, de hace unos 3.500. Yacimientos como estos son excepcionales en Europa y han conservado la historia de una práctica que fue habitual durante gran parte de la historia de la humanidad y ahora se considera tabú.

En 2006, los hallazgos en la Gran Dolina mostraron algo que con la mentalidad actual costaba aceptar. Las prácticas caníbales del Homo antecessor ya documentadas no se restringían a periodos de excepcional necesidad. La presencia de evidencias de canibalismo en las diversas capas del yacimiento –correspondientes a distintas cronologías– indicaban que no se trataba de algo puntual, sino que pudo tratarse de una forma más de alimentación.

Miles de años después y ya con el actual Homo sapiens como poblador, se siguió comiendo carne humana en Atapuerca, pero es posible que la práctica hubiese adquirido un carácter simbólico. “Los sapiens que encontramos en El Mirador eran pastores y agricultores y no se ha comprobado que existiese una hambruna que les hubiese empujado a prácticas caníbales, no lo necesitaban”, explica Marina Lozano, investigadora del IPHES y coautora junto a Isabel Cáceres i Palmira Saladié del estudio que documentó en julio del año pasado este reciente caso de canibalismo. Las investigadoras no han podido determinar el tipo de simbolismo, pero prácticas similares estudiadas en otros lugares indican que el consumo de carne humana puede tener significados diversos, desde una advertencia al enemigo hasta asimilar la esencia de un antepasado.

Fueron cocinados
En su artículo de la revista American Journal of Physical Anthropology, las investigadoras señalaron las evidencias de que muchos fragmentos de hueso hallados en la cueva de El Mirador –huesos craneales y postcraneales– presentan marcas de corte producidas con herramientas líticas que indican que los cuerpos fueron despellejados, desmembrados y desarticulados para ser consumidos. Además, algunos de los fragmentos encontrados son traslúcidos, una prueba de que fueron cocinados. “También se han encontrado restos de huesos rotos para sacarles la médula o marcas de dientes humanos en falanges que indican que alguien trató de rebañar en esos huesos”, apunta Lozano. Todas estas señales son distintas de las que aparecen en prácticas funerarias que podrían justificar marcas similares.

Las investigadoras consideran la práctica de la antropofagia confirmada por sus pesquisas, pero aún serán necesarios muchos estudios para determinar los motivos por los que tantas generaciones de humanos se alimentaron de sus congéneres.

Durante cientos de miles de años, por diversos motivos, los seres humanos y sus ancestros se comieron los unos a los otros, pero en los últimos tiempos la práctica se ha convertido en un tabú. Hay casos de antropofagia entre los neandertales y, más recientemente, se conoce el canibalismo simbólico de los aztecas, hace poco más de 500 años. En algunas regiones como Papua Nueva Guinea se practicó hasta los 60. Lozano atribuye el fin de la práctica, además de a otras transformaciones culturales, a la proliferación del cristianismo, que influyó de manera activa para convencer de que el canibalismo era reprobable. 

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