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El 'Mefistófeles' animal sale de las profundidades

Descubiertos gusanos a más de tres kilómetros bajo tierra

NUÑO DOMÍNGUEZ

Un grupo de hombres que trabaja a mitad de camino entre la ciencia y la minería ha encontrado en Suráfrica a los primeros animales capaces de vivir en las entrañas profundas de la Tierra. Se trata de varias especies de gusanos del tamaño de un grano de arena y cuya simple existencia pone patas arriba la visión que se tenía de los ecosistemas profundos de la corteza terrestre.

Entre las criaturas, rescatadas de perforaciones comerciales en minas de oro y diamantes, hay una especie totalmente desconocida hasta ahora, pero emparentada con otros gusanos que viven sobre la Tierra. Sus descubridores lo han llamado Halicephalobus mephisto, en referencia a Mefistófeles, 'aquel que no ama la luz' y que representa 'al demonio, rey del mundo subterráneo', según explican los investigadores en su estudio, publicado hoy en Nature. La nueva criatura, un nematodo, fue encontrada en agua extraída entre rocas a 1,3 kilómetros de profundidad. Aunque no lleva tridente, una de sus características únicas es la larga y afilada cola.

Hasta ahora se pensaba que la biosfera profunda de la Tierra, la que se extiende a cientos o miles de metros bajo el suelo, sólo estaba habitada por organismos unicelulares como las bacterias. Estos seres son capaces de vivir en ambientes tan hostiles que los investigadores como el geólogo de la Universidad de Princeton (EEUU) Tullis Onstott, que lidera este trabajo, dicen que están 'en el límite de la vida'. Su equipo los estudia para buscar pistas sobre cómo podría ser la vida en Marte. El hallazgo de los gusanos, animales pluricelulares, a kilómetros bajo tierra abre un nuevo orden de posibilidades sobre cómo pueden ser los extraterrestres.

El mefisto y otras especies de gusanos de menos de un milímetro se han recuperado de profundidades de entre 0,9 y 3,6 kilómetros. Después de rescatarlos, el equipo de Onstott ha comprobado que se alimentan de las mismas bacterias con las que comparten la corteza terrestre. Su reproducción es asexual y son capaces de vivir apenas sin oxígeno y a más de 40 grados.

'A esta profundidad no hay apenas materia orgánica con la que alimentarse, por eso la existencia de un organismo pluricelular hace necesario replantearlo todo', reconoce David Fernández, investigador del Centro de Astrobiología del CSIC que estudia las bacterias de Riotinto (Huelva), uno de los ecosistemas más marcianos de la Tierra.

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