Este artículo se publicó hace 14 años.
Una mochila vuela sobre los atascos
Una empresa de EEUU comercializará el artilugio en otoño
Los largos atascos al volante son cosa del siglo pasado para el ingeniero neozelandés Glenn Martin. El fundador de Martin Aircraft está empeñado en demostrarlo comercializando un nuevo medio de transporte: el Jetpack, una mochila voladora muy parecida a las que veía en la serie infantil The Jetsons (Los supersónicos) cuando era pequeño. "Con cinco años, pensaba que las mochilas voladoras eran reales", confiesa Martin. Después de 30 años de dedicación casi exclusiva, ha logrado convertirlo en una realidad que llegará al mercado estadounidense a finales de este mismo año.
Al principio, Martin y su socio Richard Lauder sólo planeaban fabricar diez unidades al año por un precio cercano a los 100.000 dólares pero, gracias a un acuerdo por valor de 12 millones con una gran compañía aeronáutica cuyo nombre prefiere no desvelar, finalmente producirán 500 unidades con un precio de venta al público de 75.000 dólares (56.000 euros). Lauder, cofundador de Martin Aircraft, afirma que en tres años pueden generar un beneficio cercano a los 100 millones de dólares. "Para nosotros es un excelente movimiento comercial", asegura el responsable de ventas de la compañía, quien añade que les ha sido sencillo encontrar un socio porque "hay un mercado considerable".
Se producirán 500 unidades que se venderán por unos 56.000 euros
Para el diseño del Jetpack, el primer propulsor individual con una vertiente comercial, Glenn Martin se inspiró en todas las aproximaciones fantásticas que se hicieron a lo largo del siglo XX tanto en el cine como en los cómics. Superhéroes como Rocketeer o Iron Man, o el cazarrecompensas de La guerra de las galaxias Boba Fett popularizaron un ar-tilugio que llegó a protagonizar la apertura de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. Sean Connery, en el papel de James Bond, fue uno de los afortunados en probar la primera mochila voladora, conocida por el nombre de Bell Rocket Bell, en la película Operación Trueno (1965). Sin embargo, aquel prototipo tenía un gran defecto y es que sólo era capaz de volar durante 26 segundos, puesto que su carga era a base de peróxido de hidrógeno. Tomando aquel diseño como inspiración, Martin se propuso mejorarlo e inventar una mochila capaz de volar 100 veces más tiempo.
El Martin Jetpack está compuesto por dos cohetes impulsados por un motor de dos litros y 200 caballos de potencia que, en teoría, permite elevarse hasta los 2.500 metros de altura. El fabricante asegura que puede recorrer sin repostar hasta 50 kilómetros y su velocidad máxima será de 110 kilómetros por hora. A pesar de no contar con demasiada autonomía de vuelo, el Jetpack tiene una ventaja y es que permite repostar en cualquier gasolinera porque utiliza gasolina estándar, no combustible para cohetes.
Un curso de vueloEl artefacto puede elevarse, en teoría, hasta 2.500 metros de altura
La mochila voladora ha sido diseñada para cumplir los 103 requisitos que la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) solicita para permitir su uso. Según la FAA, no se necesita licencia para pilotar este vehículo, considerado un ultraligero, pero hay que hacer un curso de pilotaje, de lo que se encargará la propia compañía y cuya primera edición tendrá lugar en Nueva Zelanda en otoño. De momento, cuentan con una decena de futuros alumnos que ya han hecho la reserva de su Jetpack. La única limitación con la que cuenta el cohete es que sólo se puede utilizar durante el día y, según ordena la FAA, no podrá sobrevolar "áreas congestionadas de una ciudad, pueblo o asentamiento, o cualquier aparato de transporte de pasajeros".
A pesar de las posibilidades que ofrece, la supermochila de Martin Aircraft no ha sido diseñada pensando en los servicios de emergencia, sino en los ciudadanos de a pie. "No tiene una aplicación militar directa, aunque sí podría servir como herramienta de apoyo", explica Richard Lauder, quien reconoce que el elevado precio inicial condicionará el número de personas que tengan acceso al artefacto. Además, existe un último condicionante para cumplir el viejo sueño humano de volar y es que el piloto deberá pesar entre 60 y 110 kilogramos, así que muchos estadounidenses tendrán que ponerse en forma si quieren llegar volando a sus citas.
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