Este artículo se publicó hace 14 años.
Los murciélagos reinventan el sónar
Una articulación distingue a las especies que se orientan mediante sonidos en la laringe de los que utilizan la lengua
Ciertos murciélagos se orientan a la perfección en la oscuridad total de las cuevas donde habitan algunas especies. Lo que posibilita este milagro es una técnica llamada ecolocalización (una especie de sónar), por la que el animal emite un sonido cuyo eco le hace formarse imágenes de lo que le rodea en el cerebro. Aunque se sabía que no todos los murciélagos ecolocalizan no lo hacen los llamados zorros voladores, un equipo internacional dirigido por investigadores canadienses ha descubierto que, además, entre los que lo hacen existe una diferencia fisiológica.
Los investigadores coordinados por el Instituto de Investigación Robarts de Londres (Ontario, Canadá), usaron un novedoso tipo de tomografía computerizada (TAC), que se utiliza para analizar en detalle el conducto auditivo en humanos, para identificar este signo distintivo. Para ello, sometieron a esta prueba de diagnóstico por imagen a 26 murciélagos conservados en un fluido.
Según el trabajo, publicado en la última edición de Nature, una pequeña articulación que conecta la laringe y el oído a través de la apófisis estiloides, es exclusiva de los murciélagos que ecolocalizan con sonidos emitidos por la laringe. Así, mediante la identificación de esta pieza, se podría distinguir a dichos murciélagos de los que utilizan para volar sonidos provocados por un chasquido en la lengua, los que usan el batir de alas y los que no ecolocalizan.
Implicaciones en la evoluciónPero el hallazgo del equipo dirigido por el biólogo Brock Fenton va más allá de la identificación de los distintos tipos de murciélagos.
Según se explica en el artículo de Nature, el descubrimiento sirve también para reabrir preguntas básicas sobre el origen del vuelo y de la ecolocalización en las etapas más precoces de la evolución de los murciélagos.
En la actualidad, coexisten tres teorías sobre este asunto: la primera propone que la ecolocalización se desarrolló en estos animales antes que la capacidad de volar; la segunda, que esta fue antes que la ecolocalización; y la última, que el vuelo y la peculiar forma de orientación evolucionaron al mismo tiempo.
Una de las circunstancias que apoyaba la tesis de que los murciélagos habían aprendido a volar antes que a ecolocalizar era el análisis del fósil más antiguo existente de un murciélago, Onychonycteris fineyi. Según los estándares utilizados hasta ahora, este ejemplar carecía de ecolocalización. Pero, tras el descubrimiento de la nueva articulación, habría que analizar si esta antigua especie la presentaba o no, para concluir de esta forma si utilizaba la ecolocalización para desplazarse.
La ecolocalización permite a los animales desplazarse en condiciones de escasa o nula visibilidad, ya que los provee de información sobre el tamaño, la forma, la composición y la velocidad de los objetos del escenario en el que se mueven. Esta manera de moverse la han desarrollado, al menos, cuatro grupos de mamíferos: los propios murciélagos, las ballenas, las musarañas y los tenrécidos, así como dos tipos de aves.
Lo que desvelan las imágenes en tres dimensionesEl artículo sobre la ecolocalización en los murciélagos ha vuelto a poner de manifiesto el poder de las pruebas más novedosas de diagnóstico por imagen. En esta ocasión, los investigadores utilizaron tomografías microcomputerizadas para estudiar la morfología y las conexiones de la apófisis estiloides en murciélagos conservados en fluido.
Se da la circunstancia de que este método de diagnóstico por imagen se utiliza hasta ahora en procedimientos clínicos en humanos, sobre todo para analizar el conducto auditivo. Esta nueva tecnología reduce la necesidad de diseccionar a los animales y conserva las relaciones de los órganos en tres dimensiones, que se pueden perder si los murciélagos están preparados como en los museos tradicionales. Los animales utilizados en este estudio, que aportó la comisaria del Museo Real de Ontario, Judith Eger, al estar preservados en un fluido especial, no presentaban este inconveniente.
La idea original de este innovador estudio surgió del radiólogo Rethy Chem, que animó a biólogos y técnicos a aplicar técnicas no invasivas para responder una cuestión de investigación básica. Para ello, fue imprescindible la experiencia en fisiología y neurobiología de los mamíferos que aportaron los científicos Matthew Mason, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), y Paul Faure, de la Universidad Mc Master (Canada).
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