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La NASA defiende la Soyuz pese a su azaroso aterrizaje

La nave cayó sobre un campo de rastrojos en Kazajstán, a 400 kilómetros de su objetivo inicial

DANIEL MEDIAVILLA

Más de 40 años después de su primer viaje, los aterrizajes de las cápsulas Soyuz rusas mantienen el aspecto rudimentario y el sabor a aventura propios de los primeros años de la carrera espacial, como se ha comprobado esta semana. Poco que ver con los regresos de aerolínea de los trasbordadores de EEUU. Y sin embargo, en 2010, la NASA tiene previsto detener el programa de trasbordadores para desarrollar un sistema de cápsula que parece un regreso a los Apollo de los 60. A partir de ese momento, y hasta 2015, cuando empiecen a funcionar las naves del programa Constellation , las Soyuz serán el único medio para traer y llevar humanos a la Estación Espacial Internacional. Por eso, el segundo aterrizaje consecutivo de una cápsula rusa que se complica ha creado especial inquietud.

El martes, la agencia rusa Interfax publicaba las declaraciones de un funcionario espacial en las que decía que los astronautas se habían salvado de milagro. Ayer, el director de vuelos de la NASA, Bill Gerstenmaier quitaba hierro al asunto. “No veo que esto haya sido un problema importante, pero es evidente que no debió ocurrir”, afirmó. Gerstenmaier aclaró que aún es pronto para decir si el incidente tendrá algún impacto sobre futuros vuelos espaciales y mostró su confianza en la investigación rusa para aclarar lo sucedido.

“La gravedad no es mi amiga”
Entre las intervenciones que se han producido tras el accidentado aterrizaje está la de Peggy Whitson , que la NASA hizo pública el martes. En ellas, la astronauta estadounidense, que con 192 días de permanencia en el espacio ha batido el record de su país, afirmaba que el regreso había sido “un poco más brusco de lo que esperaba”. “Vi 8,2 G (8,2 veces la fuerza de la gravedad) en el medidor y fue bastante, bastante brusco. La gravedad no es mi amiga en este momento ‘[dijo, en referencia a las dificultades para adaptarse a esta fuerza tras un largo periodo en el espacio] y 8 G era especialmente antipático. Pero no duró mucho”. Whitson contó también que el momento del impacto contra la Tierra “no fue tan malo como esperaba, quizá porque había escuchado muchas historias”.

Durante un aterrizaje normal, los tripulantes de la cápsula soportan 5 veces la fuerza de la gravedad. En este caso, por un error aún sin determinar, la Soyuz adoptó el modo de reentrada balística, en el que se lanza contra la atmósfera en un ángulo de más de 30º, incrementando el rozamiento y la brusquedad del regreso a la Tierra. Los astronautas de la Soyuz TMA-11 debieron soportar los 8,2 G durante unos dos minutos.
En un principio, se había afirmado que el aterrizaje de la Soyuz había provocado un incendio en el campo sobre el que aterrizó. Sin embargo, el portavoz de la NASA John Yembrick afirmó que el fuego no lo provocó la cápsula rusa. Los responsables habrían sido unos agricultores que estaban quemando rastrojo en las cercanías.

Atraídos por este fuego llegaron al lugar unos 15 curiosos, según contó el comandante de la Soyuz TMA-11 Yuri Malenchenko. “Estaban muy sorprendidos y no estaban al tanto de quiénes éramos”, explicó el cosmonausta. “Uno de ellos señaló la cápsula y preguntó si se trataba de un barco. Otro quiso saber si habíamos saltado de un avión”, continuó. Tras muchas explicaciones y dudas acabaron por creerse que venían de la Estación Espacial Internacional.

Mantener el trasbordador
Mientras se aclaran los motivos técnicos por los que se produjo la segunda reentrada balística consecutiva de una Soyuz –la anterior tuvo lugar en octubre–, algunos grupos en EEUU ya han aprovechado para poner el fallo como ejemplo de la necesidad de que este país no dependa de los rusos para llevar a sus astronautas al espacio. “Si se produce un fallo con la Soyuz, tendremos grandes problemas”, explicó a Houston Chronicle el congresista republicano Dave Weldon, uno de los principales detractores de los planes de la NASA para apoyarse en los rusos e impulsor de una ley que para mantener los trasbordadores más allá de 2010.

 

Trasbordador

Han volado 123 veces al espacio y han llevado a más de 700 astronautas desde 1981. En ese tiempo se han producido dos accidentes mortales, el del Challenger en el lanzamiento, en 1986, y el del Columbia en la reentrada, en 2003. Murieron 14 astronautas. El porcentaje de mortalidad es, aproximadamente, del 2%. De cinco aeronaves que se construyeron, dos acabaron desintegradas.

Soyuz

Menos cómodas que los trasbordadores, pero para algunos más fiables, han regresado a la Tierra en 99 ocasiones y han trasportado a más de 200 cosmonautas. Ha sufrido, igual que los trasbordadores, dos accidentes mortales, la Soyuz 1 en 1967 y la Soyuz 11 en 1971. El último accidente de estas cápsulas se produjo en 1983. El porcentaje de mortalidad es algo menor, con un 1,70%. 

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