Este artículo se publicó hace 16 años.
La NASA encuentra la supernova más joven de la galaxia
Es posible que la explosión de una estrella similar ayudase a que naciese el Sistema Solar
Investigadores de Estados Unidos y Reino Unido han descubierto la supernova más joven conocida dentro de la Vía Láctea. Este objeto, que según la NASA se había buscado durante medio siglo, es en realidad el cadáver de una estrella que estalló hace 140 años, al menos 200 años después de la que ostentaba hasta ahora el record.
Los restos de la explosión ya se habían descubierto hace más de 20 años, pero hasta ahora no había sido posible calcular cuándo se había producido. Ahora, mediciones tomadas en 2007 por el observatorio espacial de rayos X Chandra se han comparado con otras recogidas por el radiotelescopio Very Large Array del Observatorio Nacional de Radioastronomía de EEUU en 1985 para calcular su edad. El descubrimiento ayudará a comprender mejor qué ocurre cuando una estrella se autodestruye, un fenómeno de gran relevancia para la ecología de las galaxias.
De un modo similar a lo que sucede en otros ámbitos de la vida, la muerte de unos ayuda a la supervivencia de los que se quedan. Las supernovas son una especie de motores que impulsan los ciclos vitales de las galaxias. La explosión de una de ellas siembra metales pesados, rayos cósmicos, y partículas cargadas de energía por toda la galaxia ayudando así al nacimiento de nuevas estrellas. Los autores del estudio creen que el estallido de una estrella anciana ayudó a que naciese el Sistema Solar.
La joven supernova se encuentra muy cerca del centro de nuestra galaxia, a unos 28.000 años luz de distancia y fue bautizada con el poco atractivo nombre de G1.9+0.3. Sin embargo, sus impresionantes características hacen de ella un objeto merecedor de un apelativo algo más vistoso. Para empezar, es inmensa. La luz necesita trece años para viajar de un extremo al otro de G1.9+03. Además, está muy caliente. En la parte anaranjada que se observa en la imagen recreada con los datos del observatorio Chandra la temperatura es de varios millones de grados.
La comparativa entre las imágenes de 1985 y las del año pasado muestran también que aún está en edad de crecer. Sus gases viajan a 14.000 kilómetros por segundo y en los 22 años que separan las dos mediciones la supernova ha incrementado su tamaño un 16%.
“Normalmente, tratamos con supernovas más antiguas y tenemos que trabajar muy duro para ver incluso los cambios más pequeños”, explicó el astrofísico de la Universidad de Carolina del Norte y autor principal del estudio que se publicará en Astrophysical Journal Letters, Stephen Reynolds. “Estudiar esta supernova nos ayudará a rellenar lagunas en nuestro conocimiento sobre estos fenómenos y sus efectos en las galaxias”, concluyó.
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