Este artículo se publicó hace 16 años.
¿A qué sabe el polo marciano?
La sonda de la NASA ‘Mars Phoenix Lander’ aterrizó en la madrugada del lunes en la superficie de Marte
A la 1.53 de la madrugada del lunes (hora peninsular española), llegaron a la Tierra las primeras señales de la sonda Mars Phoenix Lander. Después de recorrer 679 millones de kilómetros se había posado sana y salva sobre Marte. Los miembros de los centros de control de la NASA estaban eufóricos. El porcentaje de éxito de los intentos de aterrizaje sobre el planeta rojo ronda el 50% y la propia agencia del espacio de EEUU ya ha probado una vez el sabor del fracaso en el asalto a Marte. Nueve años antes, la señal de una sonda muy similar a Phoenix que iba a ser la primera en posarse sobre uno de los polos del planeta (en este caso el sur), la Mars Polar Lander, se perdió para siempre 10 minutos antes de aterrizar.
Dos horas después de la llegada de Phoenix comenzaron a llegar las primeras imágenes tomadas por el artefacto. Con ellas, los ingenieros pudieron comprobar que los paneles solares, esenciales para la provisión de energía de la sonda, se habían desplegado correctamente. Si se hubiese producido un fallo en esta delicada operación, las baterías de Phoenix sólo le habrían permitido trabajar durante poco más de 30 horas.
Una de las primeras tareas de la sonda será emplear su cámara estereoscópica para tomar una panorámica de 360º en torno al lugar de aterrizaje (hoy se habrán completado los primeros 120º). Con estas imágenes se creará un modelo en tres dimensiones que servirá para guiar el brazo robótico hacia los lugares donde se pretende que excave.
En los próximos días se completarán los test para cerciorarse de que la sonda se encuentra en perfecto estado y comenzará una misión de tres meses en la que, por primera vez, se analizará el agua helada de Marte. “Vemos la ausencia de rocas que esperábamos, los polígonos que se veían desde el espacio, no vemos hielo en la superficie, pero creemos que lo veremos bajo ella. Tiene muy buena pinta”, dijo en una primera e informal evaluación el investigador principal de la misión, Peter Smith.
Varias sondas han encontrado ya evidencias de que el agua fluyó algún día sobre el planeta, pero de aquello hace ya mucho tiempo. Hoy, sobre la superficie de Marte sólo hay agua en los polos, donde se encuentra congelada. Desde 2002, gracias a las imágenes tomadas por la sonda Mars Odyssey, se sabe que hay grandes cantidades de agua helada justo bajo la superficie del polo norte del planeta. “Entre el 70% y el 80% del metro superior de la superficie es hielo”, ha afirmado Smith. Sobre ese hielo está posada ahora la nueva sonda y, en breve, comenzará a arañar la superficie con su brazo robótico para tomar muestras que analizar.
El origen de la gran cantidad de hielo detectada por Mars Odyssey es uno de los misterios que Phoenix puede ayudar a resolver. Algunas teorías indican que puede tratarse de los restos de un mar que ocupaba el norte del planeta hace millones de años, cuando gozaba de un clima más templado. Una estación meteorológica completará la información que se obtenga del hielo para tratar de reconstruir la historia del agua líquida de Marte, que pudo existir en el polo norte del planeta hasta hace –sólo– 100.000 años.
Y detrás del agua, se buscará la vida. Los científicos se preguntan si es posible que en los últimos dos millones de años existiera en el ártico marciano una zona húmeda, con agua líquida, que pudo ser habitable. Como explica la NASA justificando la misión, “descubrimientos recientes han mostrado que la vida puede existir en las condiciones más extremas.
De hecho”, añade el organismo, “es posible que las esporas bacterianas pueden permanecer en estado de hibernación en condiciones de frío y sequedad extremas y sin aire durante millones de años para volver a activarse cuando las condiciones vuelven a ser favorables”. Este tipo de vida microbiana podría existir en el ártico marciano, retornando a la vida cada 100.000 años cuando las condiciones climáticas permitiesen la existencia de agua líquida y el suelo del norte marciano se tornase habitable.
Los equipos científicos a bordo de Phoenix no están preparados para detectar vida presente o pasada en Marte, pero el hallazgo de elementos orgánicos que la hayan hecho posible daría un nuevo impulso a la búsqueda de vida sobre un planeta que, en este sentido, ha prometido más de lo que ha dado. Las respuestas empezarán a llegar en las próximas semanas.
La sonda buscará indicios de vida
1. Estudiará la historia del agua sobre el planeta
La ‘Mars Phoenix Lander’ (en la imagen suspendida de su paracaídas durante su entrada en la atmósfera marciana), es la primera misión a Marte que ha aterrizado en uno de sus polos. El vicedirector del Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Javier Gómez Elvira, explica que éste es uno de los sitios del planeta “donde se espera que haya agua congelada en el subsuelo”. Los equipos de la sonda permitirán tomar muestras del hielo para estudiar cuál ha sido la historia del agua marciana y observar si en el suelo hay moléculas de elementos como el fósforo, el carbono o el hierro, claves para la vida . Se trata de comprobar si Marte fue habitable en el pasado o si lo es hoy. También se estudiará la historia del clima del planeta.
2. Heredera de la ‘Mars Polar Lander’
La misión que llegó el lunes a Marte era heredera de la ‘Mars Polar Lander’, con la que se perdió contacto tras entrar en la atmósfera marciana en 1999. El diseño de aquella sonda permitió que la nueva misión tuviese un coste reducido (en torno a los 288 millones de euros).
3. Primer aterrizaje con propulsores en 32 años
Desde que las dos sondas ‘Viking’ llegaron a Marte en los 70, ningún artefacto había realizado un aterrizaje suave sobre el planeta rojo. Otras misiones que tuvieron éxito como ‘Pathfinder’ o los exploradores ‘Spirit’ y ‘Opportunity’ llegaron protegidas por airbags rebotando contra el suelo marciano. El sistema de los propulsores se considera necesario para llevar a otros planetas sondas de mayor tamaño y, por supuesto, para un hipotético viaje tripulado.
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