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Un proyecto español busca proteger a los indígenas 'fantasma'

La idea es salvar a comunidades aisladas de la Amazonia

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

En lo más profundo de la Amazonia peruana vive un pueblo tan poco conocido que ni siquiera se sabe cuántos lo forman. Son los cashibo-cacataibo y están en lo que se llama aislamiento voluntario: conocen lo suficiente del mundo exterior como para no querer saber nada de él. Pero esta invisibilidad los ha convertido en un pueblo fantasma al que las madereras, colonos ilegales, furtivos y hasta el Gobierno le están arrebatando las tierras. Un proyecto español busca conocerlos para poder defenderlos.

'Buscamos la forma de protegerlos indirectamente', dice Laura Barba, una economista que dedica sus energías a la ONG española WATU Acción Indígena, responsable de este proyecto. 'La cooperación al desarrollo se hace con y sobre las personas pero ¿cómo hacerla con estos pueblos a los que no vemos?', añade Barba. Su enfoque, apoyado por la Fundación Biodiversidad, es implicar a las comunidades que los rodean (también indígenas pero ya aculturados) y las autoridades locales para dar visibilidad a los que se esconden en la selva.

Si no existen oficialmente, el Gobierno puede actuar sobre sus territorios con libertad. 'En pasadas ocasiones las autoridades han dado concesiones a empresas madereras en zonas donde los lugareños habían avistado indígenas y después nunca se volvió a saber nada de ellos', explica Barba, señalando que es eso lo que ahora quieren evitar.

Este pueblo habita en las cercanías del Parque Nacional Cordillera Azul, 1,35 millones de hectáreas localizadas en la vertiente oriental de los Andes peruanos. Se sabe de su existencia por avistamientos ocasionales y rastros que dejan en la selva, como hogueras apagadas. Su cercanía al parque les ha dado cierta seguridad ante la agresión exterior que no siempre es intencionada. En los últimos años, pueblos como los montetoni y los malanksiari han sido diezmados por las enfermedades occidentales. En Perú se ha confirmado la existencia de 11 pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario.

'En zonas como la Amazonia, con todos los recursos que contiene, son muchas las amenazas que se ciernen sobre estos pueblos: los gobiernos, las multinacionales y hasta los campesinos pobres están invadiendo sus territorios', denuncia Barba. El antiguo presidente Alberto Fujimori, por ejemplo, permitió a los agricultores en dificultades captar recursos en la selva.

La indefensión ante las instituciones se agrava con la distancia. Si quisieran ejercer sus derechos, los indígenas deberían salir de la selva y hacer un largo camino de varios días hasta los núcleos de civilización más cercanos.

Por eso WATU, con la ayuda de un socio local, está trabajando con seis comunidades circundantes. Tras una serie de charlas y encuentros, se elaboraron unas fichas para recoger los avistamientos y pruebas de la existencia de los cacataibo. En la memoria que presentó WATU a la Fundación Biodiversidad se puede leer: 'Demostrando con pruebas que existen pueblos indígenas en aislamiento voluntario, se frenarán políticas estatales muy perjudiciales para la protección del medio ambiente'. Es decir, protegiendo a los indígenas se protege el medio ambiente, su medio.

En la zona en la que están trabajando viven comunidades aculturadas que un día pertenecieron al pueblo cacataibo. Con ellos, el trabajo de concienciación es fácil. Ven a los de la selva como sus hermanos y les recuerdan lo que un día fueron. Pero el trabajo con otras, como los shipibo es más delicado. 'En el pasado fueron tribus rivales', comenta Barba. Sin embargo, han conseguido que también se impliquen en su protección. La primera parte del proyecto tenía un presupuesto de apenas 135.000 euros, el 66% aportado por la Fundación Biodiversidad . No parece demasiado si sirve para salvar a un pueblo.

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