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Retrato de los reyes del P2P

Los uploaders que suben películas a Internet están en el punto de mira del Gobierno. Los pagos de los servidores abren una vía para perseguirlos

DELIA RODRÍGUEZ

Israel, alias Tiplorita, se encontró una mañana de principios de diciembre a cuatro policías y una fiscal en la puerta de su casa de Valladolid. Egeda, la entidad de gestión de los productores audiovisuales, acusa a este joven de 19 años de un delito contra la propiedad intelectual por subir a Internet películas con ánimo de lucro. 'Empecé hace cuatro o cinco meses, y subí en total unas 250 o 300 copias', explica a Público, dos semanas después. 'En total gané 1.000,19 euros', asegura. De ellos, calcula, quizá un sólo euro tuvo como origen el cine español.

Tiplorita es el primer detenido en España por ejercer de uploader remunerado en una web de descarga directa, es decir, por colgar en la Red archivos por dinero. Un uploader es un usuario que sube contenidos a Internet. Perseguirlos es muy difícil con la legislación actual en la mano, ya que las web de enlaces donde se alojan esos contenidos no constituyen delito (sólo indican dónde están esos contenidos, no los alojan) y, además, los ingresos que reciben con la publicidad de las páginas se consideran un lucro indirecto.

Ésta es la razón por la que la industria presiona al Gobierno para que cambie la legislación y, de hecho, la Ley de Economía Sostenible introduce una disposición para poder cerrar este tipo de páginas sin orden judicial. Cientos de miles de internautas se han manifestado estas semanas por Internet en contra de esta medida. Pero quizá los abogados de las gestoras de derechos de autor hayan encontrado una nueva vía para frenar esas páginas.

'Hay que mantenerse alejados del intercambio económico'

Tiplorita no subía las obras a la Red, como la mayor parte de los usuarios de este tipo de servicios, por simple amor al arte. En las redes P2P, los usuarios, en su mayor parte, suben y bajan obras de forma gratuita. 'Lo hacen por compartir, por ser más importante en la comunidad', explica Iván García, fundador de Vagos.es, el que fuera el foro de descargas directas más importante de España y germen de muchos otros posteriores. La mayoría son varones de entre 16 y 30 años, explica.

Pero el acoso de las autoridades y las entidades de gestión ha empujado a muchos usuarios a los sitios de descarga directa, donde se descargan contenidos de manera inmediata por una cuota mensual. En la práctica, se puede descargar casi cualquier tipo de archivo de los inmensos almacenes de contenidos digitales que son RapidShare, Megaupload o Hotfile. Tan sólo hay que seguir la pista que los mismos uploaders dejan en foros especializados. La firma alemana Ipoque calcula que el 5% del tráfico mundial está generado por las subidas y bajadas de RapidShare, y que este tipo de web representa ya entre el 15% y el 35% de las descargas. Su negocio consiste en la publicidad y en la venta de cuentas premium de pago que permiten descargas sin restricciones.

El 5% del tráfico mundial está generado por la página RapidShare

Cuando la competencia llegó a estas páginas, algunas comenzaron a atraer a los uploaders que más descargas generaban con puntos, pequeños regalos o directamente en efectivo. Megaupload, por ejemplo, dispone de un sistema de puntos canjeables por dólares, y los puntos de RapidShare se pueden cambiar por regalos como cámaras digitales o discos duros.

Tiplorita, según sus propias palabras,'subía para subsistir'. El joven recibía una cantidad pequeña, 'cortesía' de una de esas páginas de descarga directa, Hotfile. El dinero que Hotfile le ingresaba cada lunes en su cuenta puede costarle al joven hasta dos años de cárcel. Aceptar el dinero de los servidores, en fin, tiene graves implicaciones legales al añadir el lucro.

Tiplorita se bajaba películas utilizando una de las páginas de enlaces más conocidas del país. Después, las troceaba en varios archivos, las subía a Hotfile y publicaba en varios foros las direcciones de esos ficheros, listos para ser descargados. Hotfile le recompensaba por cada una de esas descargas. El joven no se considera, ni mucho menos, uno de los grandes uploaders, 'otros llegan a sacar 1.000 euros al mes', dice.

Tiplorita es el primer detenido en España por haber recibido una remuneración

Esos servicios de descarga directa, en todo caso, no buscan problemas. En el caso de que el propietario de los derechos sólo desee que se descuelgue el fichero, RapidShare o Megaupload ponen un puente de plata en forma de formulario. 'Los archivos subidos por los ciudadanos son muy fáciles de retirar, es un combate relativamente fácil', coincide José Manuel Tourné, director de la FAP (Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual). Sin embargo, la cantidad de contenidos es tal que es imposible que los propietarios de derechos lo controlen todo. 'Se trata de una pirámide en la que hay que empezar por lo más grande. Después, ya se irán descendiendo escalones', añade Tourné.

Las productoras y entidades de gestión de derechos creen haber encontrado un filón, por tanto, en el ánimo de lucro. 'El caso de Tiplorita es muy importante', explica el abogado especializado en propiedad intelectual Xavier Ribas. 'En este caso, el lucro está claro. El servidor te recompensa directamente, con dinero contante y sonante'. El abogado Carlos Sánchez Almeida, especializado en ciberderechos, recomienda a los usuarios extremar precauciones y mantenerse alejados de 'todo lo que tenga que ver con un intercambio económico'.

Subir contenidos a las páginas de descarga directa para recibir una contraprestación no es aún una actividad demasiado habitual. 'Estas remuneraciones empezaron hace uno o dos años, y lo que se puede llegar a ganar no es mucho', dice García. Pero la mayoría de los expertos opina que la descarga directa irá sustituyendo, poco a poco pero de forma inexorable, a las redes P2P por las ventajas que ofrece al que descarga: es más rápida, más sencilla, existe menos riesgo de encontrarse con un fake (un archivo falso) o un virus informático. Pero todo lo que tiene de bueno este sistema para el que baja, lo tiene de peligroso para el que sube. El caso de Tiplorita es el primero, pero quizá no sea el único durante mucho tiempo.

Descarga
El primer paso de un ‘uploader’ es descargar una película. Se suele conseguir a través de las páginas web de enlaces P2P. Las películas más solicitadas suelen ser los estrenos recientes, y en el primer fin de semana de exhibición.

Trocear el vídeo
El ‘recorte’ se realiza en varios archivos (por ejemplo, de 100 o 200 Mb de peso), el máximo que admita el servidor de descarga directa para no saturarse.

Poner una contraseña
No todos los ‘uploaders’ protegen los archivos con contraseñas, pero hacerlo sirve como estrategia publicitaria y para que otros ‘uploaders’ no se aprovechen.

Subir los archivos
Las obras se suben a RapidShare, Megaupload o Hotfile. Se pueden utilizar varios servicios a la vez para que el usuario se salte los límites de descargas.

Publicitar las direcciones
Los usuarios las encuentran en foros como Taringa.net, Vagos.es o Pordescargadirecta.com. Se suele hacer una ficha con las características de los archivos, una sinopsis de la película, imágenes, etc.

Cobrar por cada descarga
No siempre se remunera, pero los ‘uploaders’ pueden cobrar en efectivo o en forma de puntos.

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