Este artículo se publicó hace 17 años.
Ropa especial para protegerse del crimen
La seguridad se ha convertido en una obsesión para los británicos, que buscan formas alternativas de defensa
El uniforme policial se abre paso en el vestuario de escolares y jóvenes británicos. Temerosos de ser la próxima víctima de un crimen violento, buscan ropa que les proteja de un posible ataque. En los dos últimos años han aparecido empresas con un amplio catálogo.
Sudaderas resistentes a los cortes de navaja, finísimos chalecos antibalas o guantes con incrustaciones de plomo son algunos ejemplos. “Los clientes quieren protección. A la mayoría le han atacado antes y quieren tomar precauciones”, explica Mathew Wilkinson, de Stoppa, distribuidor de este tipo de prendas.
A la vanguardia del gremio destaca Bladerunner, una empresa fundada por dos treinteañeros que saben explotar las posibilidades de Internet y el tirón de la demanda. Enfocan sus diseños al público adolescente con una serie de chamarras y camisetas con forro de kevlar, una fibra sintética, patentada por DuPont en 1965, cinco veces más dura que el acero. “Nuestra ropa ofrece protección pero no es para gente que busca pelea. No aprobamos la violencia”, protesta el presidente de Bladerunner, Adrian Davis.
Además de pedidos del catálogo, la compañía atiende encargos para forrar con kevlar jerseys y chaquetas de los uniformes escolares británicos. “Las madres tienen miedo y quieren proteger a sus hijos de un ataque”, explica Davis desde el almacén de la empresa, en Romford, al noreste de Londres.
“Entiendo la decisión de esas madres pero están totalmente equivocadas”, advierte Kevin Everard, director del proyecto Be Safe, que trata de disuadir a los menores de manejar armas blandas. “El chaval se va a sentir seguro, prácticamente invencible con su sudadera reforzada. Es una ruta muy peligrosa”, advierte.
Los menores manejan navajas y, en menor medida, armas de fuego. Este año, 22 niños han muerto en Londres por disparos o navajazos fatales. En el ámbito nacional, la cifra se acerca al medio centenar de víctimas menores de 18 años.
De acuerdo con los datos de Be Safe, un tercio de escolares mayores de 11 años admite haber manejado un arma. “La mayoría tiene miedo a ser víctima de un robo y quiere protegerse. El siguiente grupo se hace con una navaja por presión de sus colegas”, explica Everard.
Bladerunner y empresas parecidas suturan sus productos con el miedo que genera cada nuevo crimen. “Hay un creciente interés en ropa y complementos de protección”, admite el dueño de Stoppa. Hace tres años, la clientela de Bladerunner se limitaba a agentes de policía y personal de la industria privada de seguridad. Pronto ampliaron miras, enfocando sus cazadoras kevlar al deporte de alto riesgo. Ahora venden a todo tipo de clientes. “Estamos probando con materiales más fuertes, resistentes a un balazo”, advierte Davis.
Formas de control extremo
Una chamarra con un sistema de rastreo es la última novedad del mercado británico. La Trailblazer, de Bladerunner, incluye un GPS que permite controlar por satélite los movimientos del individuo que la lleva puesta. Ideal para esquiadores o montañeros, la prenda se ha hecho popular entre padres obsesionados por la seguridad de sus hijos.
Unos temen que su pequeño sea secuestrado, otros que desaparezca de forma momentánea de su vista y algunos desean impedir que se acerque a amistades peligrosas. Para hacerles más cómoda la tarea, el dispositivo permite delinear zonas vetadas al portador de la cazadora. El GPS que utiliza Bladerunner se llama, apropiadamente, ‘Ángel de la Guardia’ y, según Adrian Davis, “es preciso y muy fiable, con un margen de error limitado a un radio de cuatro metros”.
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