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"Hacer test genéticos para vender una píldora es patético"

El investigador apuesta por la dieta tradicional del lugar de origen para evitar la aparición de la obesidad

ANTONIO GONZÁLEZ

José María Ordovás (Zaragoza, 1956) está considerado uno de los principales expertos mundiales en nutrigenómica, una nueva área de conocimiento que, como indica su denominación, estudia la interacción que existe entre los genes y la dieta. Este catedrático de Nutrición y Genética, que participó recientemente en un simposio en Madrid sobre prevención cardiaca organizado por la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Ramón Areces, lleva años estudiando cómo el perfil genético de cada individuo afecta a su éxito a la hora de seguir una dieta, y cree que ha llegado el momento de tener en cuenta lo que dicen los genes antes de aceptar productos dirigidos a un amplio espectro de personas.

Cada vez más estudios identifican genes relacionados con tal o cual enfermedad, pero apenas hay aplicaciones prácticas. ¿Por qué?

En general, donde sí existen aplicaciones de la genética es en las enfermedades raras, pero son las dolencias comunes las que están siendo más difíciles de roer. En las enfermedades raras estamos hablando de un gen que tienes o no tienes, mientras que, en las cardiovasculares, el cáncer o los problemas neurológicos hay muchos genes que influyen, por lo que la búsqueda es mucho más difícil.

¿Y qué papel juegan los factores ambientales?

Éste es el otro problema, ya que, además de un factor genético muy fragmentado, existen unos factores ambientales que tienen tanto peso como todos los genéticos combinados.

En el caso de la predisposición a la obesidad existe un gen, el de la perilipina, que parece tener una influencia especial. ¿No sería más fácil hacer intervenciones basadas en este gen?

Sí, aunque el mundo de la genética de la obesidad es complicado. Por el momento, mi grupo se ha centrado en el gen de la perilipina, mientras que otros investigan otro gen que se llama FTO. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que cada uno va a dar respuestas parciales, ya que nadie puede estudiar todos los genes de la obesidad. Estamos utilizando el gen de la peripilina como modelo para ver cuánto podemos sacar de él, y cuando sepamos todo lo posible, compartiremos ese conocimiento con los que han estado estudiando el otro gen.

Usted insiste siempre en seguir la dieta tradicional del lugar de origen como mejor medida para combatir la obesidad...

Siguiendo la dieta tradicional tienes un gran porcentaje de probabilidades de acertar. Hace años, debido al desconocimiento, decíamos que nuestros genes apenas habían cambiado. Veíamos la fotografía de lejos, pero ahora que la observamos de cerca nos damos cuenta de que cada población ha ido adaptándose al ambiente. De esta forma, los mediterráneos estamos adaptados al Mediterráneo, los eslavos a otro ambiente y los esquimales al suyo. Si empiezas a mezclarlo todo aparece un desequilibrio.

¿Es más frecuente este proceso entre quienes emigran?

Sí, ese desequilibrio se observa inmediatamente, es cuestión de días o semanas desde el momento en el que dejan su lugar y llegan a otro.

¿No ha ocurrido algo similar en España con la incorporación de dietas distintas a la mediterránea, haciendo crecer la obesidad?

Efectivamente, pero lo mismo está ocurriendo en otros países. De hecho, ya no hace falta emigrar a otro país porque la cultura entera se está moviendo en una misma dirección.

¿Habrá dietas personalizadas para evitar enfermedades escritas en los genes?

Sí, pero primero hay que definir lo que significa dieta personalizada, porque puede dar lugar a confusión. Preparar miles de millones de dietas no es práctico ni necesario. Investigando los genes queremos clasificar a la gente y decir, como ocurre en un gran almacén de bricolaje, 'éste es un color pastel, o éste es blanco' y, de acuerdo con ese rango, vamos a decirle qué tipo de dieta le corresponde. No hay que hablar ni siquiera de cientos de dietas, ya que quizá con una docena de ellas ya cubres a la población.

¿Eso lo verán nuestros hijos?

Ya lo creo, y nosotros también. De hecho ya hay ofertas, aunque no me fío de ellas porque los que trabajamos en este campo sabemos que las piezas todavía no están bien engranadas. Me temo que haya sujetos que con ánimo de lucro lancen al mercado productos que no son apropiados y que eso dé mala reputación a una ciencia que es genial. El problema es que el consumidor va a una página web y no sabe qué hay detrás, se fía de las promesas y las sigue, porque si uno está obeso y no pierde peso se agarra donde sea. Hay gente que te hace el test genético con el objeto de venderte su píldora y eso, que está ocurriendo ya, es patético.

¿Se puede seguir una dieta saludable sin obtener beneficio alguno?

Lamentablemente sí, aunque en general eso no ocurre. El sentido común funciona casi siempre, pero hay casos en los que simplemente la dieta no sirve y hay que buscar otras alternativas. Hay decenas de dietas y siempre vas a encontrar a alguien que puedas poner en un póster de antes y después, porque es una persona a quien, por su código genético, le ha funcionado. A lo mejor son el 10%, pero al 90% o no le ayuda en nada o le fastidia. Es como dar palos de ciego hasta que se acierta.

Un reciente estudio señala que lo importante no es el tipo de dieta, sino que haya una reducción de la ingesta de calorías

Lo que pasa es que se trata de estudios basados en medias, pero ¿qué se esconde en esas medias? Que hay sujetos a los que no les sirve de nada y otros a los que sí les funciona.

¿No genera dudas éticas el someter a un bebé a un test para conocer su predisposición futura a enfermedades comunes?

Naturalmente que existe esa posibilidad, sobre todo cuando no te van a decir si tienes predisposición a tres o cuatro enfermedades, ya que ahora lo puedes saber todo. El otro problema no es ya lo que yo sepa, sino lo que la gente sepa de mí, el que me da el empleo o quien me asegura.

¿Cree que las aseguradoras se acabarán aprovechando de esa información en el futuro?

Lo van a hacer de una manera u otra. Al fin y al cabo, lo que estamos viendo con esas variaciones genéticas es que hay algo en el organismo que está desequilibrado. Las compañías de seguros, que están para hacer bien pero también para hacer negocio, encontrarán la manera de medir algo en el plasma que no tenga nada que ver con la palabra gen y también dé esa información.

¿Y qué hay del riesgo de eugenesia? Ya hay una clínica de reproducción que oferta bebés con tal color de ojos o de pelo...

Aquí hay dos cuestiones diferentes: una cosa es seleccionar embriones para evitar enfermedades terribles y otra cosa es la mejora como si fuéramos toros bravos. Habrá que abordar este problema porque la posibilidad ya existe y va a estar presente cada vez más.

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