Este artículo se publicó hace 12 años.
Una "tormenta perfecta" de incendios forestales por la sequía y el calor
Las altas temperaturas unidas al invierno más seco de los últimos años provocan incendios que han devorado 130.830 hectáreas de bosque
Las altas temperaturas del verano, unidas al invierno más seco desde que se iniciaron los registros de la Aemet en 1947, han provocado una "tormenta perfecta" de incendios forestales, que hasta el 29 de julio han devorado 130.830 hectáreas de superficie forestal, más que en todo 2011. El secretario general del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales, Raúl de la Calle, ha explicado que la conjunción de estos factores hace que los montes tengan un contenido hídrico muy bajo y por tanto sean "un polvorín".
Para poner en alerta por peligro de inicio de un fuego forestal se utiliza la llamada "regla del 30/30/30", ha indicado de la Calle, que significa que existe una temperatura superior a 30 grados, una humedad relativa inferior al 30% y una velocidad del viento superior a 30km/h. Cuando se da esta situación, hay un alto riesgo de cualquier conato de incendio se convierta en un gran incendio forestal (GIF), que son los de más de 500 hectáreas, ha explicado. El ingeniero ha explicado que otros "30" que se manejan es que haga "30 días que no llueve", y que la pendiente tenga una inclinación de más del 30%, pues cuanto más inclinada sea la ladera, mayor es la velocidad de propagación del fuego, y además, a partir de esa inclinación el acceso de los medios de extinción terrestres es muy complicado.
La pendiente es el más relevante de los tres factores topográficos que tienen "una influencia directa tanto en el inicio como el desarrollo del fuego", junto con el relieve y la "exposición de la ladera." El relieve puede condicionar los regímenes de viento que incidirán en la dirección y velocidad de propagación del fuego, y también la existencia de microclimas, por ejemplo zonas con mayores humedades relativas en las laderas de umbría, ha comentado de la Calle. En cuanto a la exposición de la ladera, influye en el ángulo de incidencia de los rayos solares, por lo que las zonas de solana tendrán mayor temperatura y menor cantidad de agua.
Otro factor fundamental es el estado de la biomasa, que es el combustible de cualquier incendio, y de la Calle ha asegurado que, aparte de estar seca por el invierno, "si además no se ha actuado en los montes y no se han hecho tareas de prevención", los incendios son mucho más intensos. "Por eso son tan importantes las medidas preventivas como cortafuegos, tratamientos selvícolas, podas en las ramas bajas, y cerca de vías de comunicación que luego pueden servir de apoyo en las labores de extinción", dice.
El tipo de materia vegetal que arde también condiciona el comportamiento del incendio, y por eso se hacen "guías de modelos de combustible" para ayudar en la prevención y extinción, que explican si el combustible del monte es "de tipo fino o grueso" y el "poder calorífico de las distintas especies". El combustible de tipo fino, como un montón de hojas secas, arde con mucha facilidad; y especies como la encina tienen un gran poder calorífico, arden más y mejor. Por último, el ingeniero ha recordado que "debemos tener en cuenta nuestro propio comportamiento, porque el 95% de los incendios están causados por el ser humano". "Este año está siendo horrible, forestalmente trágico y con pérdidas de vidas humanas", ha lamentado, antes de concluir que "hay mucho trabajo por hacer en concienciar a nuestra sociedad en evitar las negligencias" que hacen arder los montes.
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