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La ESA se une al estudio de los efectos de la radiación cósmica

JAVIER YANES

La radiación cósmica se ha convertido en el nuevo mantra de los futuros programas espaciales tripulados. Al margen de otros riesgos para los astronautas y de los retos tecnológicos aún por superar, el hecho de haber evolucionado como seres protegidos por la atmósfera y el campo magnético terrestre impone a las especies terrícolas una grave limitación para enfrentarse al medio espacial, donde los efectos de la radiación sobre el organismo aún son un campo escasamente explorado.

A la preocupación de la NASA, que busca nuevos escudos contra la radiación, y de la rusa Roskosmos, que planea enviar macacos a Marte para estudiar esta amenaza, se une ahora la Agencia Europea del Espacio (ESA). La ESA ha convocado un concurso para investigadores de todo el continente que deseen proponer experimentos destinados a evaluar el impacto de la radiación en células y órganos humanos.

Para este fin, la ESA contará con el acelerador de partículas GSI, ubicado en Darmstadt (Alemania), por ser la única instalación europea capaz de generar rayos iónicos similares a los que barren el espacio. Las propuestas comenzarán a revisarse en mayo y los primeros ensayos podrían lanzarse antes de final de año.

En la misma línea, científicos del Centro Lombardi de la Universidad de Georgetown (EEUU) presentaron ayer, en la reunión anual de la Asociación Americana de Investigación del Cáncer, resultados que apuntan a daños celulares prolongados por exposición a la radiación cósmica.

Los efectos incluyen la producción de radicales libres y la activación de genes de respuesta a estrés, factores que tienen como consecuencia un envejecimiento prematuro y una acumulación de daños en el ADN que puede originar un cáncer. Según los autores, el entorno celular del tracto gastrointestinal es especialmente sensible, exponiendo a los astronautas a un riesgo acrecentado de padecer cáncer de colon.

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