Este artículo se publicó hace 13 años.
La vacuna española del sida supera su primer examen
Los resultados del ensayo preliminar muestran que la inmunización es segura y provoca una respuesta duradera
La primera candidata a vacuna preventiva contra el VIH desarrollada en España, MVA-B, ha pasado con éxito su primer corte. Los resultados a un año del ensayo clínico en fase I RISVAC02, que se llevó a cabo en los hospitales Gregorio Marañón y Clínic, de Madrid y Barcelona, han demostrado que se trata de una inmunización segura, que no causa efectos adversos destacables a quienes la reciben. Así se demuestra en dos publicaciones que recogen el estudio, Vaccine y Journal of Virology.
El padre de la criatura y director del Laboratorio de Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología (CNB, del CSIC), Mariano Esteban, ha explicado que, además de demostrar su seguridad el objetivo inicial de cualquier ensayo en fase I, la más precoz en investigación humana, la vacuna española generó respuesta inmunológica al VIH en el 90% de los 30 voluntarios sanos que la probaron. Además, el 85% de ellos la mantenía un año después.
El nombre de MVA-B viene del poxvirus (MVA) que utiliza como vector para introducir en el organismo los cuatro antígenos del VIH que componen la vacuna. La B se refiere al subtipo del VIH frente al que protege, que es el más común en Europa y América.
Empezará pronto a probarse como vacuna terapéutica en seropositivos
Esteban ha explicado que la vacuna comenzó a gestarse hace más de diez años y que, antes de ensayarse en humanos, se probó con éxito primero en ratones y luego en simios. Tras agradecer a los ministerios de Ciencia y Sanidad su colaboración, así como a los hospitales que han probado su vacuna, Esteban ha recordado que se trata de un ensayo en fase I, es decir, cuyo único objetivo es demostrar la seguridad. Y en este parámetro, el éxito de MVA-B es indiscutible. El 100% de los efectos adversos relacionados con la vacunación fueron locales, como pequeño dolor en la zona del pinchazo o cefaleas de escasa consideración.
Felipe García, investigador del hospital Clínic de Barcelona, ha insistido mucho en la cautela necesaria a la hora de interpretar estos resultados. "Lo que se ha visto es que la vacuna es capaz de inducir defensas; de momento no podemos saber si es capaz de proteger a las personas de infectarse", ha aclarado. Los dos parámetros que apuntan los resultados de este estudio, la seguridad y la capacidad de inducir defensas, son indispensables para que se pueda pensar en el desarrollo de la vacuna.
García ha señalado, no obstante, que la eficacia que parece tener MVA-B es "de una magnitud parecida" a los mejores prototipos de vacunas frente al VIH, otras que se están probando ya en fases mucho más avanzadas de la investigación. Entre ellas, ha destacado la que desarrollan los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU, que usa como vector un adenovirus tipo 5 combinado con ADN desnudo y que está en fase IIb. "Tiene unas perspectivas excelentes; de hecho, han duplicado el número de voluntarios", comentó García.
Mariano Esteban cree que en cinco años se habrá avanzado mucho
Hasta la fecha, sólo una vacuna ha demostrado reducir eficazmente el riesgo de infección por VIH. Formada por dos compuestos, ALVAC, del laboratorio Sanofi Aventis Pasteur y AIDSVAX B/E, de la ONG Global Solutions for Infectious Diseases, la inmunización que se probó en Tailandia demostró reducir en un 31% las posibilidades de infectarse en sujetos sanos, el primer resultado suficiente para hablar de eficacia de una vacuna, pero a todas luces lejano para soñar con su comercialización.
La vacuna española ha demostrado, por el momento, que genera una inmunidad mucho mayor y que, además, la mantiene por más tiempo. "Tenemos un prototipo más potente que el de Tailandia", ha afirmado Esteban. El fármaco es, además, más eficaz que otras vacunas desarrolladas con el mismo vector, que han conseguido que genere respuesta inmune entre un 20% y un 25% de sus usuarios, frente al 90% de los de MVA-B. Por último, han señalado los investigadores, es capaz de activar tanto los linfocitos B como los T, prueba de su eficacia.
Próximos pasosLa pregunta lógica tras la presentación de estos buenos resultados es cuándo empezará el ensayo clínico en fase II, que es el que confirmará la supuesta eficacia del fármaco y, además, ayudará a determinar definitivamente la dosis. En este primer ensayo, los 24 voluntarios (de 30) a los que se administró la vacuna recibieron por vía intramuscular tres dosis (al inicio del estudio, a las cuatro semanas y cuatro meses después). "Para pasar de una fase I a una fase II hacen falta recursos y apoyo", ha aclarado Esteban.
García ha explicado cuál sería la vía más factible de obtención de los mismos. "Estamos cerca de llegar a un acuerdo con el HIVACAT, un consorcio catalán público-privado creado específicamente para el desarrollo de una vacuna contra el sida que cuenta con el apoyo (y la financiación) de un laboratorio farmacéutico, Esteve, y de la Fundación La Caixa". El acuerdo consistiría en que el CNB cediera su patente al HIVACAT y, en ese caso, se diseñaría el ensayo en fase IIa. "La vacuna lo merece", ha recalcado García. "Estamos en una buena posición para lograrlo", ha apuntado Esteban.
El fármaco protegería contra el subtipo de VIH más común en Europa
Mientras se llega o no a esa alianza, los investigadores que han trabajado con MVA-B van a seguir estudiando el compuesto. La próxima fase será también un ensayo clínico en fase I pero, en esta ocasión, la vacuna no se probará en voluntarios sanos.
En el mes de octubre, MVA-Bduplicará sus posibilidades de éxito, ya que empezará a ensayarse como vacuna terapéutica. "Los medicamentos para el control del VIH tienen que tomarse de por vida, lo que no es sostenible, sobre todo en los países más pobres", ha subrayado García, que coordinará la parte catalana del estudio. La madrileña será dirigida por Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, investigador del hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA).
Los especialistas han explicado que se va a seleccionar a 30 voluntarios seropositivos, nueve del Marañón, nueve del hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, y 12 del Clínic de Barcelona. Se trata de personas infectadas por el VIH que nunca han tenido bajada de defensas y que están en tratamiento estable con antirretrovirales. "Se les administrarán tres dosis siguiendo el mismo esquema que en este primer estudio; una al inicio del ensayo, otra en la semana cuarta y otra en la semana 16", ha explicado García. Dos meses después, los voluntarios dejarán de tomar su tratamiento antirretroviral y los médicos les seguirán durante seis meses, en los que se analizará el comportamiento de la vacuna y su seguridad.
"Tenemos un prototipo más potente que el de Tailandia"
García ha recalcado que muchas vacunas que se han ensayado como preventivas también se han estudiado como terapéuticas. En este campo, España también está teniendo un papel destacado.
Precisamente, en enero de este año se publicaron en el Journal of Infectious Diseases los resultados de un ensayo en fase I con una vacuna fabricada con células del sistema inmune mezcladas con el VIH desarrollada por el HIVACAT. Aunque los resultados obtenidos fueron modestos, la inmunización terapéutica logró reducir de forma significativa, alrededor de la mitad, la presencia del virus en la sangre de los 12 voluntarios que la probaron.
Hoy, tras la presentación de los resultados de la primera vacuna preventiva española, los expertos han destacado el buen papel de nuestro país en la búsqueda de una inmunización contra el sida. "Es de esperar que en cinco años tengamos alguna vacuna en fase III. Nosotros desearíamos que fuera la nuestra", ha recalcado Esteban.
"Quiero que se acabe la discriminación"La investigación clínica no iría a ninguna parte sin voluntarios sanos que aceptaran probar medicamentos en fase experimental. Por esta razón, los coordinadores del estudio RISVAC02, que evaluaba la seguridad de la vacuna MVA-B, reiteraron ayer su agradecimiento a los 30 participantes en el ensayo clínico en fase I.
Juan Ignacio Sánchez, investigador predoctoral en Química en Barcelona, es uno de estos voluntarios. Se enteró casi por casualidad, porque se lo comentó un amigo médico que hacía la residencia en el Hospital Clínic, uno de los dos centros participantes en el ensayo. Le pareció interesante en el aspecto científico, pero también en el personal. Sánchez estuvo a punto de tener una relación con un seropositivo, pero el tema no cuajó porque el afectado, consciente de su estado, no quería relacionarse con nadie. “Desde entonces siempre he tenido interés en que la gente con VIH pueda tener un tratamiento”, reflexiona.
El voluntario, que en la actualidad tiene varios amigos seropositivos, tiene claras sus motivaciones para participar en el ensayo: “Quería aportar algo, ayudar a acabar con la discriminación de estas personas”. El proceso de entrada en el ensayo fue muy riguroso.
Tras llamar al teléfono que figuraba en los tablones de anuncios del hospital, se entrevistó con el coordinador de la parte catalana, Felipe García. “Me hizo todo tipo de preguntas clínicas y también de tipo sexual; supongo que era una criba”, relata.
Sánchez sospecha que buscaban personas con conductas de bajo riesgo. Él, que lleva siete años con pareja estable, fue preseleccionado. A partir de ahí empezó la batería de pruebas médicas, hasta que le tocó inyectarse la primera dosis del prototipo. “Ni yo ni los médicos sabíamos si me había tocado placebo o vacuna; ahora, cuando ha terminado, he sabido que recibí la inmunización y que todo fue muy bien”, comenta.
De la participación en el ensayo, que concluyó hace más de un año, el químico recuerda que la vacuna apenas le produjo efectos adversos. “Sólo la primera dosis me dio una pequeña reacción en el brazo, un poquito de dolor en la zona de inyección”. Sánchez es consciente de que, a pesar del éxito del ensayo en el que ha participado, actualmente no está protegido frente al VIH. “Sé que sólo he desarrollado anticuerpos”, apunta. El doctorando, que recibió alrededor de mil euros por incontables visitas al centro hospitalario y pruebas clínicas, tiene claro que “volvería a participar” en la fase II porque le dio la impresión de que “todo estaba muy controlado”.
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