Este artículo se publicó hace 15 años.
"¿Ves a alguien? Pues eso: todo mentira"
Tenía 8 años, seis hermanos y un perro sin raza llamado Trotsky. Y dos gatos sin nombre que dormían entre las patas del can.
Aquella noche, nos amontonábamos en la cocina de la casa familiar de Sahagún (León). En aquella época las grandes cocinas, con su chimenea francesa, eran el centro de la vida de las casas, al menos en los pueblos. Por eso el enorme televisor en blanco y negro presidía la cocina.
Las luces apagadas (entonces la televisión se veía a oscuras cuando el acontecimiento era importante). Sentados en el escaño, en sillas, en el suelo. Estaban también los primos de Asturias, mis padres... y el abuelo Justo.
Las imágenes se sucedían como a cámara lenta, la voz de Jesús Hermida... y los susurros del abuelo Justo, "no te lo creas"... Y, sobre todo, recuerdo su mano firme cuando cogió la mía para arrastrarme a la ventana que daba al jardín. Me subió en brazos, señaló la Luna, allá en el cielo, y me preguntó: "¿Ves a alguien? ¿A que no? Pues eso. Todo mentira".
El abuelo Justo no era negacionista. No es que no creyera en la NASA. Es que no se fiaba de la televisión. A menudo, a mí me sigue ocurriendo lo mismo.
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