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"YouTube no existiría si hubiera que revisar los vídeos a priori"

Scott Rubin. Director europeo de políticas públicas de Google

BLANCA SALVATIERRA

Scott Rubin trabaja en la sede de Google en Mountain View (California), encargándose de definir la estrategia de la compañía en el ámbito de la libertad de expresión y la seguridad infantil, dos áreas muy sensibles que afectan a todos los servicios de la compañía. Rubin, que insiste en el término 'transparencia', defiende que Google no puede convertirse en juez de todos los contenidos que aloja o indexa y que, en ocasiones, no es fácil decidir con rapidez qué atenta ontra las normas.

¿Existe una política única en cuanto a libertad de expresión en Google?

No todos los servicios son iguales. En el buscador hay muy pocas restricciones y se permite casi todo. Hay expresiones de odio o de contenido sexual que sí se aceptan en el buscador y que no se permiten en productos como Blogger, YouTube y Orkut. Los contenidos relacionados con pornografía infantil no se permiten en ningún producto de Google. Es el único tema, además del spam, que buscamos y eliminamos de forma proactiva. En el servicio de blogs Blogger se permite casi todo salvo expresiones de odio. Más restringida es la red social Orkut. Y YouTube, en cuanto a libertad de expresión, queda entre Blogger y Orkut. El vídeo generado por los usuarios ha cambiado la forma de acceder a la información y, por ello, es el servicio más problemático.

Un juez italiano condenó en febrero a Google y a tres de sus directivos por alojar un vídeo que incluía vejaciones a un joven. Usted declaró entonces que el juez no comprendía cómo funciona Internet. ¿Por qué?

El caso Vivi Down [cuya sentencia ha sido apelada] está referido a Google Video y no a YouTube. En YouTube tenemos un sistema muy bien desarrollado en la que la comunidad es imprescindible. Ella es la que marca los vídeos para indicarnos cuáles incumplen las normas de utilización. En YouTube se suben 24 horas de vídeo cada minuto y sería imposible ofrecer el servicio si nos obligasen a revisar el contenido antes de colgarlo. Sería como si una compañía telefónica tuviera que revisar las llamadas antes de conectarlas. En ese sentido, que un juez condene a tres personas ajenas al vídeo no tiene sentido. No tuvieron nada que ver ni con su creación ni con su presencia en Google Video.

¿Cómo está ahora Google en China?

La situación es la misma que cuando anunciamos los cambios a finales de marzo. Cuando un usuario busca en Google con Google.cn, la página le redirige al sitio de Hong Kong, que no bloquea ningún resultado.

¿Puede decirse que se han retirado del país?

No. La compañía mantiene un equipo de I+D y de ventas en China. Aún no ha sucedido que la página a la que redirigimos de Hong Kong no pueda verse en China, aunque es posible que algún día el Gobierno decida impedir el acceso. De todas formas, desde que entramos en ese mercado ha habido un enlace en la página a Google.com, el servicio sin censura. El Gobierno de China puede censurar el contenido de ciertas páginas, pero Google ya no ofrecerá más resultados censurados en ese país.

¿Por qué tardaron cinco años en tomar esa decisión? Algunos analistas sostienen que la compañía pensó que el Gobierno chino tendría otro tipo de actitud, ¿es así?

En Google somos optimistas. Sabíamos que iba a haber censura, pero decidimos que era mejor ofrecer una biblioteca con casi todos los libros que cerrar la biblioteca. La presión creció a raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos y, más tarde, con el ataque a los servidores de Google para obtener información de nuestros clientes. Cuando tomamos la decisión de no censurar más búsquedas, hablamos con el Gobierno chino y llegamos a la conclusión de que íbamos a respetar la ley y, a la vez, dar servicio a los ciudadanos.

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