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Las extrañas criaturas del padre de Tim Burton

El director de animación checo Jan Svankmajer recibe un homenaje en Segovia

SARA BRITO

Cuando era pequeño, Jan Svankmajer no comía nada. 'Mi madre llegó a darme pastillas para abrir el apetito y me mandó a una colonia de niños para que me enseñaran a comer. Ingresé un año más tarde del que me correspondía al colegio porque estaba muy débil', recuerda. Así que la obsesiva aparición de filetes de carne, panes, verduras y todo tipo de comida, animada con la técnica del stop-motion, en las películas del célebre cineasta checo responden a aquel mal trago infantil. 'También tiene su lado simbólico sobre nuestra civilización, que es devoradora', aclara.

Jan Svankmajer (Praga, 1934 ) es uno de los directores de cine de animación más admirados del mundo, poeta, artista plástico y virtuoso de las marionetas a las que da vida para crear sus mundos insólitos. El Festival de Cine Europeo de Segovia dedica estos días una retrospectiva y una exposición a su cine, surrealista y oscuro, que ha inspirado a Tim Burton, Terry Gilliam y los Hermanos Quay.

'Hoy vivimos un simulacro de democracia', sostiene el director

Comenzó su carrera en los sesenta, y vivió bajo los regímenes totalitarios que se sucedieron en su país, por entonces Checoslovaquia. 'Nunca me ocupé de la espuma política, por eso mi cine no ha cambiado desde la caída del Muro de Berlín, lo que sí ha variado es la manera en que los espectadores interpretan mis películas', dice quien sufrió la censura comunista durante los setenta. 'El fascismo y el estalinismo son dos úlceras en el cuerpo de la civilización, pero el problema es de fondo y lo demuestra la crisis por la que estamos pasando, que no es económica sino una crisis de la civilización. Hoy vivimos un simulacro de democracia', apunta.

Su cine es profundamente crítico, pero no tanto con la coyuntura, sino con los cimientos sociales y políticos. 'El ser humano es irracional, pero en nuestra sociedad no existe espacio oficial para la irracionalidad, al contrario se la bloquea', sostiene, siguiendo el manual del buen surrealista.

'Burton también se equivocó al hacer de 'Alicia' un cuento de hadas'

Filetes de carne que se enamoran, bustos de barro que mantienen extraños diálogos silentes, un niño de madera que devora personas (Otesánek, 2000), calcetines con dentaduras como los que aparecen en su versión de Alicia (1988). Negrísima y perturbadora, su acercamiento a la novela de Lewis Carroll le saca los colores a Disney. 'Todos cometen el mismo error, incluido Tim Burton: interpretan el libro como si fuera un cuento de hadas, con su moraleja, y su triunfo del bien sobre el mal. Yo, en cambio, creo que es un sueño, donde triunfa el principio del placer sobre la realidad', dice. 'Como en los sueños, mi cine está basado en lo real, pero con asociaciones trastocadas. Es un acto de subversión', asume.

Defensor de la libertad y la imaginación como pilares del ser humano, Jan Svankmajer no quiere oír hablar de su talento. 'El talento no existe, sólo hay que saber llegar al subconsciente, que todos tenemos, y que es la fuente de toda creación'.

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