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"Los adultos no acaban de disfrutar del juego"

Liniers busca la sorpresa y la ternura en sus historietas

REBECA FERNÁNDEZ

El dibujante argentino Ricardo Liniers (Buenos Aires, 1973) recuerda pausadamente y con una amplia sonrisa la 'linda' mirada de la infancia, cuando todo es nuevo, 'porque de grande sos cínico, y la mirada del grande no termina de disfrutar del juego que propone un artista'. Por eso, Liniers busca en cada duende, en cada ser extraño al que pone alma evocar esa sorpresa y la ingenuidad perdida.

El camino para lograrlo es entender el arte como un puente hacia la infancia, un camino que transita a diario y cuyos frutos afloran sobre el papel de un periódico, en la portada de un disco o en un muro, como es el caso de la iniciativa en el Festival Viva América (en Casa América de Madrid). Allí comparte una historieta y las paredes de una sala con artistas como Darío Adanti, Miguel Brieva y Mauro Entrialgo, entre otros, y su resultado se podrá visitar hasta el 5 de noviembre.

'A mí me gusta el humor del chiquito diciendo: 'Estamos todos locos''

Entre pinturas de colores, y rotuladores, Liniers confiesa que cuanto más grande es su lienzo, más aparece el pintor y desaparece el historietista que desde 2002 publica la tira Macanudo término que se refiere a algo bueno, en La Nación.

El nombre de esta tira diaria es ya una declaración de intenciones, porque cuando aterrizó en el periódico, de la mano de Maitena, 'era el momento más duro de la crisis y los diarios estaban en una espiral de pesimismo'. Y él decidió ir contracorriente: 'Me parecía lindo que, por contrato, La Nación tuviera que publicar la palabrita macanudo todos los días. En ese momento era muy revolucionario', explica. El primer consejo que recibió fue 'no hacer mucho lío' para asegurar el puesto. Pero él prefería que le echaran a pasar desapercibido: 'El día que me puse a dibujar fue porque quería decir algo y si lo decís en voz baja no sirve'.

Sin las ataduras de un personaje fijo, Liniers buscó un espacio 'en el que valiera todo', desde una tira 'tipo Mafalda con una niñita y el gato, hasta el delirio', pero siempre envuelto en humor, tanto absurdo como negro. 'A mí me gusta el humor del chiquito diciendo: Estamos todos locos', a lo Woody Allen'.

'Si dices algo con ternura, la gente se acordará de forma positiva'

Además de provocar una sonrisa, sus historias transgreden desde la ternura, porque le gusta creer que se puede transformar la realidad 'desde algo que no sea violento'. 'Si consigues decir algo con ternura, la gente se va a acordar y lo hará de forma positiva', destaca.

El propio Liniers también se ha convertido en uno de sus personajes, retratado como un conejo. Este 'disfraz' que le permite esquivar la timidez nació durante un viaje a Berlín, que quedó retratado en Conejo de viaje (Random House Mondadori).

Así, Liniers se quita y se pone las orejas, pinta durante algunos conciertos de Kevin Johansen, ha fundado su propia editorial de cómic, y trabaja ya en la adaptación de una letra de Albert Pla para un libro infantil. Y todo ello sin perder de vista las vivencias de cuando 'sos chico': 'Madurar no está mal, pero a mí no me pasó'.

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