Este artículo se publicó hace 16 años.
¡Agujas fuera!
Los diseñadores españoles que viven en el extranjero triunfan con propuestas imaginativas
Son la excepción que confirma la regla. Creadores de moda españoles que viven y trabajan más allá de nuestras fronteras. Una reducida élite de emigrantes del diseño, gracias a los cuales está cambiando la paupérrima imagen internacional de nuestra moda.
Londres, Berlín, Milán, París: diseminados por el mundo proyectan el nuevo espíritu y las ansias de modernidad que hasta ahora hemos vivido de puertas para adentro. Nadie dijo que fuera fácil, si no que se lo digan a Nando Cornejo y Silvia Salvador –de la firma Poti Poti–, y a Natalia Culebras. Estos son dos de los grandes descubrimientos españoles de El Ego de Pasarela Cibeles, para el diseño internacional.
Su aventura se suma a la que un día emprendieron Emilio de la Morena, Rafael López y Celeste Galiano, que han hecho que en Londres se hable y diseñe con acento español. Más extraño es el caso de Cristina Ortiz, que antes de desembarcar como directora creativa de la línea de mujer de Salvatore Ferragamo, pasó por Brioni y Prada. A pesar de su espectacular curriculum, es casi una desconocida en nuestro país.
“Después de siete años ya nos hemos adaptado, pero realmente tuvimos muchas dificultades que en tu propio país no encontrarías. Nos ha costado que nuestro nombre suene aquí, aunque por fin, después de algunos años, estamos teniendo cierta repercusión en los medios alemanes”.
Un buen día los componentes de Poti Poti, atraídos por la energética vida cultural de la capital alemana, decidieron hacer las maletas y dar el salto a Berlín. Aunque siempre con un pie en su tierra: “Últimamente en España hay muchísimas pasarelas, crecen como champiñones, es una locura”. Si bien gracias a certámenes como El Ego, Abierta (Murcia) y la Mustang Fashion Weekend del Festival de Benicàssim, donde desfilarán en julio, sus llamativos estampados se han convertido en clásicos de la modernidad patria.
Sin difusión en la calle
“La percepción que hay de la moda española en el extranjero no es muy vanguardista, somos sólo conocidos por las grandes empresas que no apuestan por un diseño rompedor, pero que triunfan comercialmente, lo que no quiere decir que la realidad sea otra”. Sí, la realidad es otra, y puede que más dura, porque si contamos con innumerables plataformas que elevan mediáticamente a nuestros creadores, esta difusión no encuentra su reflejo en la calle.
“España es un país muy difícil para un proyecto como el nuestro, nos cuesta mucho encontrar puntos de venta, por eso últimamente nos estamos centrando en los países escandinavos”. Vaya panorama, nosotros le damos la fama y los nórdicos disfrutan su ropa. Algo no cuadra, está claro.
La trayectoria de Natalia Culebras quita el hipo. Estudió en la Royal Academy de Amberes junto a Walter Van Beirendonck y Bruno Pieters. En 2007, en Tokio, quedó finalista del New Designer Fashion Grand Prix. Un año antes obtuvo el primer premio del Concurso Manuel Piña y el segundo del Concurso Brugal.
Ahora, desde París, confiesa que nunca se planteó recaer allí, pero ¿quién puede resistirse a la llamada de la moda en estado puro? “Terminé mis estudios hace un año, no tenía un destino fijo, pero cuando tuve la oportunidad de trabajar con Kris Van Assche en Dior Homme, no lo dudé ni un instante”. ¡Por fin!, ya tenemos un topo en Dior.
El fenómeno Zara
Al igual que Nando y Silvia, Natalia Culebras confirma la percepción excesivamente comercial que en el extranjero se tiene de nuestra moda, para luego lanzarle un reto a Amancio Ortega, presidente de Inditex: “Por supuesto que en París se conoce a diseñadores españoles, pero muchas veces nos simplifican reduciéndonos al fenómeno Zara, aunque debería apoyar a los diseñadores españoles a crear ediciones limitadas, como hace H&M, para dar a conocer fuera nuestra moda”.
Para que el plan de Culebras se ponga en marcha, antes deben de cambiar muchas cosas, ella misma apunta una de las más importantes, “no creo que sea nada malo, pero en España, al tener que asegurar más, se arriesga menos”. Y lo dice alguien cuya vida es sinónimo de riesgo absoluto. Aún así, la Culebras, que lleva ya siete fuera, confiesa que “ siempre se echa de menos, Madrid es mi ciudad, por suerte he podido encontrar en París algún rincón que me lo recuerda”.
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