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Al mal tiempo, menos libros y más famosos

Las editoriales recortarán novedades, reducirán tiradas y acudirán a los clásicos

PEIO H. RIAÑO

La nueva temporada editorial va a ser mucho menos animada de lo que solía ser. Para empezar, las editoriales recortan novedades, entre 40 y 100 títulos al año con respecto a 2008. Se reducen las tiradas sustancialmente y los editores consultados dicen que también toca mirar con detalle lo que se incluye en el catálogo. El año pasado a estas alturas se evitaba hablar de reajustes, pero en 2009 la cosa no está para bromas y admiten que habrá pocas apuestas.

De hecho, ni una sola falla a las recuperaciones en ediciones nuevas y pintonas, entre septiembre y noviembre, de grandes clásicos: Onetti, Nabokov y Faulkner, en Alfaguara; Henry James y Oscar Wilde, en Mondadori; Charles Bukowski, en Anagrama (pero con ensayos inéditos); Steinbeck y Boris Vian, en Tusquets; Camilo José Cela, en RBA; o George Orwell, en Destino.

Ellos son los que arrastran a los nuevos escritores, que a este año les toca sufrir desde casa. Brillan por su ausencia salvo gratas excepciones, como Alfaguara, que publicará lo siguiente de Manuel Vilas, José Ovejero o Agustín Fernández Mallo (capaz de tirar de las ventas del grupo de riesgo). Pero todo parece más fácil cuando tienes reservada una nueva novela de José Saramago, lista para octubre, que además será polémica por dinamitar la imagen del Evangelio.

Así que los nombres que llegarán a los escaparates harán ruido: el Dan Brown con Planeta; Belén Gopegui, Roberto Bolaño, Hunter S.Thompson, Martin Amis, Tom Sharpe, en Anagrama; Pamuk, Dave Eggers, Susan Sontag y Art Spiegelman (la colección de novela gráfica también se merma), en Mondadori; Hening Mankell, Haruki Murakami en Tusquets; Alice Munro en RBA; o Sam Savage, Philip Roth, Don Delillo, Eduardo Mendoza y Carlos Barral en Seix Barral.

Por si con esta artillería pesada no fuera suficiente para quedarse con la atención del lector, guiones de cine. El de Isabel Coixet, Mapa de los sonidos de Tokyo, y el de Quentin Tarantino, Malditos bastardos.

Muchos apuntan que este año será malo, pero que el que viene será mucho peor. Sólo se salvará lo muy literario y lo muy comercial, la gama intermedia va a sufrir como nunca. Este año se ha demostrado que el best-seller no arrastra a los compradores a otros libros: el lector llega a la librería, compra a Larsson y no vuelve hasta la siguiente entrega, explica un editor.

Para rematar el panorama, los agentes tampoco pueden negociar los anticipos que manejaban antes para sus autores porque las tiradas son la mitad de lo que eran hasta hace un año, cuando nadie quería ver que el sector estaba pasando por un mal momento y los libreros avisaban del agujero.

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