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Amenábar: "El miedo nos atenaza y nos impide reconocer la realidad"

El director inaugura con 'Regresión' el 63 Festival de Cine de San Sebastián. Protagonizada por Ethan Hawke y Emma Watson, la película es un thriller psicológico, con sectas satánicas de fondo y en la que se reflexiona sobre el miedo, la culpa y la memoria

Amenábar, en el rodaje, con Emma Watson.

SAN SEBASTIÁN.- Un thriller psicológico, con altas dosis de policiaco y también de terror. Así es Regresión, la nueva película de Alejandro Amenábar, en la que ha contado con Ethan Hawke y Emma Watson para los papeles principales. Sexto largometraje de su carrera, en él insiste en algunos temas recurrentes en su filmografía, como el enfrentamiento entre ciencia y religión o los enigmas de la memoria. Es, además, su debut en San Sebastián. Después de competir en los festivales más importantes del mundo, Amenábar inaugura la 63 edición del certamen donostiarra. Regresión está en Sección Oficial, fuera de concurso.

Ambientada en Minnesota en 1990, la película está inspirada en una oleada de sucesos ocurridos en los ochenta en EEUU, “una gran investigación sobre sectas satánicas” y que se conoció como “Abuso Ritual Satánico”. En la ficción, un detective sigue el caso de una joven de diecisiete años que acusa a su padre de “un crimen inconfesable”. Éste admite su culpa, aunque en realidad no recuerda nada. Un psicólogo intentará que este hombre reviva los recuerdos reprimidos, mientras que el sacerdote de la localidad explica todo por la indeseable presencia del demonio.

“Esta no es una película de miedo, sino sobre el miedo que nos atenaza”, explica el cineasta, que ha trabajado con los thrillers de los años setenta como referentes estéticos y narrativos. “Me he fijado en ellos porque tenían una pátina de seriedad y yo quería que en mi película hubiera verdad”.

¿El satanismo y aquellos sucesos en EEUU en los 80 fueron el origen de la película?

Esta película empezó de una forma bastante lúdica. Yo soy un seguidor del suspense y me apetecía hacer algo por ahí. Si hablas del demonio o de satanismo, ya tienes una premisa perfecta. Pero solo en eso no encontraba un enfoque. Di con él cuando pensé en entrar en la cabeza de la gente. Entonces apareció el elemento de las regresiones y con ella el personaje del psicólogo… Ya tenía un thriller psicológico: cómo entrar en la cabeza de la gente, cómo el sonido puede sugerir imágenes…

'Regresión' no es cine de terror, ¿es cine sobre el terror?

Sí. No es una película de miedo exactamente, pero sí es una película sobre el miedo y sobre cómo éste nos atenaza y nos impide ver o reconocer la realidad. El personaje del detective no puede dar con las claves hasta que se quita el miedo que le nubla.

Un miedo que paraliza no solo al individuo, también a la sociedad. ¿La sociedad de hoy está manipulada por el miedo?

Yo no soy muy ‘conspiranoico’, no creo que se esté promoviendo el miedo sí o sí en nuestra sociedad, aunque a veces es verdad que interesa hacerlo y es verdad que somos manipulables… Pero ahora con Internet se diversifica mucho la información y en adelante será mucho más difícil manipular a la gente, al menos por los cauces habituales.

Aunque vaya más allá, 'Regresión' también es una película sobre sectas satánicas, ¿no?

Es una película que habla de un fenómeno muy concreto que sucedió en los 80-90. Hubo una gran investigación en EEUU sobre las sectas satánicas. Llenaba los telediarios, estaba también muy presente en el cine… Es un fenómeno que en España no se ha vivido igual. Aquí somos más de casos de personas que quieren sacar el demonio del cuerpo de su hijo y protagonizan una tragedia... Es un fenómeno muy anglosajón. Regresión habla de un miedo más general, más colectivo y más ininteligible. Algo que está ahí y que nos preocupa, pero para lo que no encontramos pruebas. Ese es el drama del protagonista.

Emma Watson y Ethan Hawke, protagonistas de 'Regresión'.

Emma Watson y Ethan Hawke, protagonistas de 'Regresión'.

Con él también hay un psicólogo y un sacerdote, otra vez en una de sus películas aparece el enfrentamiento entre ciencia y religión.

Me resultaba curioso cómo dos instituciones tradicionalmente enfrentadas como la ciencia y la fe estaban entonces intentando dar respuesta al mismo fenómeno, involucradas en la misma investigación cada una desde su ámbito. El psicólogo solo ve un problema emocional, mientras que el sacerdote ve detrás la presencia del demonio. Pero lo cierto es que no quería cargar las tintas con la religión. Yo no soy una persona religiosa, aunque me he criado en el catolicismo, de ahí me hice agnóstico y ahora me considero ateo. Para hacer esta película he estado viendo el ambiente rural en Minnesota, donde hay mucha presencia de la iglesia evangélica. Ahora en EE.UU. hay una obsesión por el fin del mundo, hay comunidades evangélicas que se reúnen semanalmente para analizar las claves de por qué el fin del mundo se acerca. Eso es ahora, en los 80 la obsesión era el demonio. Reconozco que si la película tiene algo de cristiano es la idea de culpa, la culpa compartida, todos comparten la culpa.

Y todos en esa comunidad sospechan de todos. ¿Hoy esta sociedad es igual de desconfiada?

Cada vez somos una sociedad más desconfiada. La cuestión es dar con la clave de aquello de lo que no te puedes fiar.

Vuelve a tratar una vez más el tema de la memoria, ¿otra de sus obsesiones?

Es que nuestra memoria es extremadamente frágil. Nos fiamos mucho de lo que recordamos, pero el cerebro es algo gelatinoso, voluble. La memoria nos juega muy malas pasadas.

La película no es cine de terror ni policiaco, es una mezcla, ¿no arriesga mucho?

Mis películas de género acaban siendo una mezcla. Con ésta pasa igual. Ethan Hawke decía que le gustaba porque era una historia sobre el miedo pero en la que al espectador se le desactiva el miedo. Es un thriller que juega con el elemento del satanismo, pero no es una película de terror sin más. Juego con los clichés del cine de suspense combinados con el drama, pero aquí es un híbrido. No entro de cabeza en el género, la progresión de la historia me ha llevado hacia otro lado y eso sí es un riesgo.

Sin embargo, estéticamente se reconoce la influencia de algunos títulos de los 70.

Muchas veces coges elementos del pasado de películas que te gustan y ves cómo lo puedes reciclar, cómo puedes sacar algo nuevo de ellos. Mis referentes han sido los thriller de los setenta, porque tenían una pátina de seriedad y yo quería que en la película hubiera verdad. He hecho un ejercicio de contención con la cámara, que ya hice en Los otros. Pero Daniel Aranyó ha hecho una luz fantástica, moderna… Para estar más cerca de esos thrillers de los 70 tendría que haber tenido menos música, pero hoy los espectadores piden otra cosa. De hecho creo que en un 70-80 % de la película hay música.

Aunque todo el mundo habla de los seis años que han pasado desde su última película, usted rueda lo que quiere y con los medios que cada película necesita, ¿es un afortunado?

Sí. Soy muy afortunado de sentirme dueño de mi destino y de contar las historias que quiero contar, con los medios que necesitan. Muchos más en medio de esta crisis. Cualquier gobierno responsable se hubiera dado cuenta de que aumentar el IVA cultural no era bueno, que era una condena a la industria cultural. El mejor embajador de la cultura española es Almodóvar, Penélope Cruz, algunos deportistas… Por eso, el cine es algo que razonablemente se tiene que apoyar. Por otro lado, me preocupa mucho la poca conciencia que hay con la piratería en España, aunque parece que se empieza a asumir como algo normal pagar de vez en cuando por ver una película en Internet. Así se podrá por fin establecer un comercio razonable cultural. Cada vez escuece menos pagar por ver una película en Internet.

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