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El amor es un gato moribundo

Miranda July seduce con 'The Future', excéntrico retrato de una pareja de treintañeros en plena crisis

ÁLEX VICENTE

Miranda July tiene aspecto de bibliotecaria sexy, así como una voz melancólica y un poso triste en sus ojos azules. Aunque esa debe ser una de las únicas profesiones que no ejerce. Revelada hace seis años como cineasta con Tú, yo y todos los demás, un extraordinario debut que también protagonizó, July es responsable de cortometrajes, tres discos de spoken word, instalaciones para prestigiosos centros de arte, un libro de relatos con la indigencia sentimental como tema en común (Nadie es más de aquí que tú, editado por Seix Barral) y una novela en proceso de escritura.

A esta larga lista de logros se le suma ahora un segundo largometraje, The Future, aplaudido ayer en una Berlinale que logró celebrar su jornada de mayor calidad hasta la fecha.

July ha hecho cortos, spoken word', instalaciones y dos libros

Los protagonistas de la película son Sophie y Jason, una pareja de treintañeros desorientados y crónicamente insatisfechos. Creían que serían más listos y más ricos, hasta que se han dado de bruces con la cruda realidad: les faltan sólo cinco años para cumplir los 40 y no tienen la menor idea de qué hacer con sus vidas. Su proyecto más inmediato consiste en adoptar a un gato moribundo, al que deberán cuidar intensivamente para que pueda sobrevivir.

El miedo a perder la libertad les impulsará a disfrutar la vida al máximo durante el mes previo a la llegada del animal a su domicilio. Abandonarán sus insatisfactorios trabajos para poder realizar sus sueños. Hasta que la soledad les atrapa, sus prioridades cambian y empiezan a creer en una extraña ilusión: logran conectar mejor con auténticos desconocidos que con su media naranja.

La película afronta 'la oscuridad sobre la cual no resulta adecuado hablar'

Resulta curioso que una creadora hiperactiva e infatigable como July haya elegido la parálisis provocada por esa desorientación vital como tema principal de su película. 'Todo el mundo siente alguna vez esa parálisis, incluso la gente extremadamente activa. No soy indulgente con ese sentimiento, pero al mismo tiempo siento empatía por los que lo experimentan', afirmó ayer la directora, que ha tomado el riesgo de elegir al gato como narrador, que desde el primer fotograma abordará 'esa oscuridad sobre la cual no resulta adecuado hablar'.

Pese a alguna torpeza narrativa, casi todo funciona bien en esta película inscrita en el campo semántico del desamparo: de su irresistible sentido del humor a la exploración de la soledad como rasgo de carácter casi innato, pasando por la irrupción de lo sobrenatural y lo excéntrico en este paisaje supuestamente corriente.

No fueron los únicos aplausos de la jornada de ayer. El director iraní Asghar Farhadi, autor de la celebrada About Elly, también consiguió elevar el nivel de la sección competitiva con la muy rigurosa y emotiva Nader y Simin, una separación, retrato de una crisis matrimonial, agravada por el conflicto judicial entre el marido y la trabajadora que cuidaba de su padre enfermo. Desde ayer, suena con fuerza para conseguir el Oso de Oro.

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