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Andrea Genovart: "La angustia y el conflicto interno de la narradora parten de la necesidad de identificarse con algo"

16/01/2023 - Andrea Genovart, guanyadora del 8è Premi Anagrama de Novel·la.
Andrea Genovart, ganadora del Premio Anagrama de Novela. Pau Cortina / ACN

Andrea Genovart (Barcelona, 1993) habla mucho y lo hace muy rápido, y explica con vehemencia los miedos, inquietudes y esperanzas que tiene ahora que su primer libro, Consum preferent, ya está en las librerías después de ganar el octavo Premio Anagrama de Novela. Sobre todo, no quiere que se lea en clave generacional, una categoría que considera tramposa, porque cree que los malestares y la precariedad que afronta la protagonista impregnan a la sociedad más allá de edades: "El significado de la categoría generacional está pervertido".

Graduada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, tampoco quiere ser comparada con Sally Rooney. No por vanidad o porque no la admire, sino por la simplificación de la literatura que implica esta etiqueta "perezosa": "Cuando se habla de ella se habla de una mujer joven, que ha escrito y que tiene éxito. Y ya está. Nadie conoce su obra pese a su relevancia", lamenta sentada en una terraza de Gràcia, su barrio.

Alba Giraldo Domènech, la protagonista de la novela, piensa torrencialmente y se remueve entre varios conflictos internos en la ciudad "polifónica y caótica" que es Barcelona. Genovart defiende los pasajes crudos y desagradables porque ha querido reproducir "a chorro" un pensamiento que rara vez podemos controlar. Esta impulsividad acaba creando un estilo que para la autora es "el tema" del libro y que conecta con Otessa Moshfegh, tal y como la propia Genovart señala entre otros referentes como Georges Perec, Don DeLillo, Fernanda Melchor, Italo Calvino y Ariana Harwicz.

¿Cómo recibió el premio?

Ahora lo he digerido más. No me lo creía, realmente fue un desconcierto y me costó asimilar. Yo lo lancé el libro [a Anagrama] esperando que ocurriera algo, pero por el camino. Lo ponía a circular para ver a dónde llegaba, pero con un horizonte que no era el premio en sí.

¿Era el primero al  que se presentaba?

Sí. No he escrito ninguna otra novela. He estudiado Teoría de la Literatura y soy lectora: me gusta escribir, me gusta leer y siempre he escrito, pero más bien prosa, cuento, relato, poesía... He ganado algún par de premios de poesía, pero ya hace bastantes años. Yo iba haciendo algo así, también de una forma muy poco constante porque mi día a día es algo loco.

¿De qué vive?

Soy autónoma en el sector editorial y trabajo para varios clientes haciendo prensa y comunicación. No soy una persona que dedique al proyecto cada día una hora y media, como algunos escritores hacen. Lo admiro y me gustaría ser así, pero no lo soy, ni por carácter ni por condiciones. Esto también hace que me relacione con el proyecto de una forma algo más distante o inestable.

¿Cómo reaccionó cuando la llamaron?

Pues entré en un bucle y no paraba de decirle a la editora en serio, en serio, en serio, porque fue Isabel Obiols, la editora de libros de Anagrama en catalán, quien me llamó. Fue un viernes me dijo que si el lunes podía pasar por la editorial, para hablar más en profundidad en qué consistía, como lo haríamos con el proceso de edición... Hasta que no fui el lunes no me lo creí, porque no podía recordar la llamada.

Ahora que el libro ya está en las librerías, ¿cómo se siente?

"Cuando se habla de Sally Rooney se habla de una mujer joven, que ha escrito y tiene éxito. Y ya está"

Todo es muy nuevo, porque es la primera vez que publico algo únicamente mío, la primera vez con premio, la primera novela... Todo son primeras veces que están conviviendo en un mismo momento. Todo se concentra de forma bestial.

¿Le asustan las críticas?

Ojalá haya muchas críticas diversas. Lo que me da respeto es me puedan cuestionar como persona, como autora, pero supongo que es un miedo irracional de cuando exploran por primera vez algo tuyo.

¿Cuestionarla en qué sentido?

Sobre todo por algún tipo de licencia [que me haya tomado] o que infunda poco respeto por la idea de no haber publicado nada previamente que me sustente, o por ser joven, mujer, esas cosas que suelen pasar... Pero de momento no ha pasado nada y espero que siga así.

¿Tiene alguna expectativa?

No. De hecho, tengo la expectativa en negativo, es decir, tengo más en la cabeza lo que me gustaría que no pasara que lo que sí. No tengo un gran delirio de grandeza, ni muchísimamente menos, al contrario. Estoy preocupada por si hay un escenario catastrófico en el que no gusta en absoluto a nadie. Sobre todo lo que me gustaría es que no se leyera como algo panfletario o autocompasivo, sino que también se pudiera atender a ciertas deliberaciones de estilo, a ciertas características de cómo está construida la novela o que se pudiera reconocer el humor que hay. Que la gente me dijera si se ha reído con el libro.

¿A qué se refiere con "panfletaria"?

Cuando algo se etiqueta de generacional existe ese riesgo, de que se lea únicamente de forma temática o como de denuncia. Como si la forma en cómo se ha construido, el tipo de estilo, el lenguaje no fueran decisiones estilísticas o creativas deliberadas. Me da cierto miedo quizás que esto quede eclipsado.

¿Cree que ya se ha etiquetado el libro de esta forma?

"El significado de la categoría generacional está pervertido"

No, pero creo que cuando haces una propuesta que sitúas en la actualidad, atendemos más al contenido que a la forma. Cuando la forma también es muy significativa y ya diferencia a los autores. Por ejemplo, cuando se aglutina y se dice la literatura de las maternidades. ¿Por qué estamos hablando desde la experiencia que se narra y no desde la forma en que se narra independientemente de lo que se narra?

¿Eso qué provoca?

Al final todo va tan junto que nos acabamos olvidando de lo puramente literario, que tiene que ver con el juego, la experimentación lingüística y la construcción de lo que es la novela y la ficción.

¿Por qué no le gusta el concepto "generacional"?

Creo que el significado de la categoría "generacional" está pervertido. Generacional parece ser de jóvenes. Luego están muchos escritores que hablan de su generación, de la generación de la Transición, por ejemplo. Y no se les etiqueta como escritores generacionales. Se ha dicho mucho de Sally Rooney cuando se la encasillaba de generacional, por el tema de utilizar el recurso del Whatsapp en la novela, por ejemplo. A ver, mi abuela utiliza el WhatsApp, porque de lo contrario no se podría comunicar con sus hijos. O si te separas, hoy en día seguramente te harás Tinder. Lo que hay en la novela yo creo que realmente nos atraviesa a todos, de una u otra forma. Me recuerda también mucho cómo en el 15-M había columnas de opinión de hombres con otro estatus y de otra edad que decían que el 15-M era algo de gente joven, cuando realmente se estaba luchando por cosas que afectan a todo el mundo, como las hipotecas. Los malestares muchas veces son tachados de generacionales por gente con una posición privilegiada. Debemos revisarlo, porque son patrones que se repiten a lo largo del tiempo y que son más transversales de lo que nos quieren hacer creer.

¿El libro se dirige a lectores de cualquier edad?

Habla de una persona de Barcelona con una edad concreta, pero, claro, ¿por qué no nos hacemos esta pregunta cuando leemos una novela gótica o de Coetzee, que vivió en Sudáfrica? Me choca porque parece que cuando tiene determinada forma sí que nos cuestionamos estas cosas, sobre si me voy a identificar o no. Va dirigida a todo el público lector, que tenga cierta curiosidad por un estilo, por la idea de la ciudad, o simplemente porque alguien le ha dicho que está bien. Los caminos lectores no tienen que pasar necesariamente por la identificación.

¿Teme que la etiqueten como la Sally Rooney catalana?

"Los caminos lectores no tienen que pasar necesariamente por la identificación"

Espero que nadie lo haga. Me sabe mal que se utilice la etiqueta de Sally Rooney en general, para quien sea, porque te das cuenta de que no estamos hablando de literatura, sino de mercado y de fenómeno y de ventas y de clichés. De autoras con una edad. Y no tiene que ver con su literatura. Cuando se habla de ella se habla de una mujer joven, que ha escrito y tiene éxito. Y ya está. Nadie conoce su obra pese a su relevancia. Es una etiqueta muy perezosa, cosa que ocurre a menudo hoy en día con mucha oferta cultural.

¿Cuándo de usted hay en el personaje de Alba Giraldo Domènech?

Hay el hecho de que es una persona de Barcelona y que es una chica. Podría ser yo en tanto que posibilidad, pero también tú o mi compañera de piso. No habría nada de mí si, por ejemplo, fuera una novela ubicada en el siglo XIX o medievalista. Pero también yo creo que hay muchas cosas que de hecho nada tienen que ver conmigo.

¿Cómo por ejemplo?

En la narradora existe una diferencia entre lo que puedes leer cuando asistes a su cabeza, a la forma que tienen sus pensamientos, y a cómo se relaciona con su entorno. No tiene nada que ver el tono o la forma en su interior en cómo después ella interactúa o se comunica. Por ejemplo, en este punto yo me identifico cero.

Un sentimiento que hay bastante durante todo el libro es la rabia, el odio. ¿Qué expresa Alba con esto?

Yo creo que uno de sus problemas es que no tiene un referente de una forma clara. Es una narradora que busca una estructura, un relato cerrado, unívoco, que la lleve a una sensación de estabilidad y de proyección. Pero al mismo tiempo no puede proyectar, porque de todas las propuestas que le ofrece la gran ciudad se encuentra que ninguna la convence. Creo que la rabia quizás sería por no tener un enemigo claro, porque tenerlo implica definirse en contraposición a algo y, de rebote, definirte quizás a ti.

¿Cree que esto se puede generalizar como sociedad hoy en día?

Me pregunto hasta qué punto el ser humano puede desprenderse de ese deseo de reflejarse en la alteridad. Está claro que la narradora no puede. Realmente ella podría decir, mira, asumo que realmente nada me acaba de hacer el peso y vivo en una posición en la que no hay relato alguno, pero puedo vivir igual, puedo seguir haciendo mi día a día sin agarrarme emocionalmente. Una pregunta para mí que no se resuelve a lo largo de la novela es realmente hasta qué punto es una inercia de las personas, esa identificación, o realmente también podemos vivir sin intentar llenar ese vacío. Lo que está claro es que la angustia y el conflicto interno de la narradora parten de no poder abandonar el deseo o la necesidad de identificarse con algo.

Sale el tema de escribir, de hacer algo que trascienda. ¿Es para responder a esa inestabilidad?

Sí, yo creo que son conceptos como la vocación. Hoy en día, por ejemplo, hay gente que se siente mal por no tenerla, por no poder organizar su vida en base a ella o sentir que todo va encaminado en un cierto sentido lineal y evolutivo. Creo que son ideas y conceptos absolutos que tienen que ver con una enorme, grandiosa demanda de implicación emocional, que cuando no la tenemos pues nos sentimos muy mal. Por ejemplo, con el trabajo. Creo que esto es una demanda muy de nuestro tiempo, pero es una estafa, porque nosotros trabajamos para una organización social y para subsistir.

¿Y cómo canaliza esto Alba?

Yo creo que lo de la gran idea que atraviesa la narradora es otra cosa más de nuestro tiempo, como por tener una implicación emocional en un absoluto, en un absoluto tuyo. Algo creativo, algo de proyecto personal que resuelve todo lo demás. Pero es un espejismo.

¿Cree que ahora necesitamos más que antes agarrarnos a algo?

"La angustia y el conflicto interno de la narradora parte de la necesidad de identificarse con algo"

Sí, totalmente. Por un lado lo entiendo, porque realmente me parece una barbarie lo que trabajamos. Entiendo que como herramienta de supervivencia creamos en lo que hacemos ocho o más horas. Puedo entender ese mecanismo del ser humano. Creo que el problema es cuando esto se utiliza perversamente, desde las posiciones de poder o desde las estructuras verticales. No puede ser que tú te consideres mal trabajador por no estar implicado emocionalmente con el trabajo.

El libro está escrito de un modo bastante angustioso y  atropellado. ¿Qué quiere transmitir?

Para mí el estilo es el tema de la obra. Creía que tenía sentido que si yo quería reflejar nuestro marco contextual, el de la gran ciudad contemporánea, fuera de la mano del estilo, que fuera un espejo de esta ciudad. Quería hablar de la polifonía, del caos, de la interrupción, de lo atropellado, de la incapacidad de poner distancia, de lo contradictorio, de la caída de lo absoluto, y debía hacerlo a través del estilo. Que el lector lo capte, no porque yo como narradora le diga "la ciudad es caótica". O "la identidad ahora mismo es un espejismo".

También hay pasajesmuy crudos que describen situaciones incluso desagradables.

La cabeza de alguien no tiene filtros. El pensamiento posee una dimensión muy impulsiva, muy inmediata. Luego es verdad que tú puedes pensar sobre cómo piensas y pensar sobre cómo dices lo que piensas. Es una novela narrada en primera persona y sobre todo desde la conciencia de su narradora. Para mí tenía cierto sentido reflejar esa dinámica de nuestras cabezas. No sé por qué debería haber tanto problema al ver a una persona pensando de una forma cruda y no deteniéndose a desmontar los prejuicios que, por otra parte, creo que la narradora sabe que tiene. Por eso mismo no los reproduce cuando habla con las personas. Estamos en la cabeza de la persona, es crudo y sin filtro. No sé si sería muy verosímil que, por ejemplo, dijera "esta chica tiene algo de sobrepeso" y no dijera "gorda", ¿sabes? Cosas de éstas.

¿Cómo es su proceso creativo? En el libro transmite caos, pero ¿es caótico?

Todo el mundo me dice que lo he escrito como hablo, pero la realidad es que lo he rehecho, lo he reescrito treinta mil veces, y al final esto es capas y capas y capas de racionalidad de ir y volver atrás y de meditar mucho lo que dices y medir el ritmo. Sobre todo cuando me quedé en paro tenía mucho tiempo para escribir. Algo de lo que soy muy consciente es de cómo te pueden condicionar las condiciones materiales en procesos creativos. Entonces pude escribir mucho y después lo reescribí.

¿Esto ha afectado cómo ha quedado el libro al final?

No, porque yo tenía muy claro la forma que quería que tuviera la historia. Lo que he hecho es trabajar muy consistentemente para esta forma, porque no pareciera que hay un ejercicio de estilo deliberado, sino que tal vez fuera algo más a chorro. Pero esto es también una decisión y una construcción.

¿Está con nuevos proyectos?

Está todo en la cabeza y ahora mismo no tengo el tiempo ni el espacio ni la distancia para hacerlo. Es algo que me motiva muchísimo, poder hacer algo muy distinto, que no tenga nada que ver con esto. No ser esclava de una misma fórmula.

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