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La animación se hace adulta

S.B.

Cuando Rita baila por primera vez para Chico se produce uno de los momentos mágicos del largometraje Chico y Rita, capaz de capturar la sensualidad de la música cubana y su estallido de alegría y amor a la vida, así como su melancolía. También revela el cuidado con el que Mariscal y Trueba se han ocupado durante seis años de una obra hiperrealista [al que ayuda el hecho de que la película fuera primero filmada y luegodibujada] y a la vez con una evocación poética asombrosa.

Chico y Rita es un hallazgo mayor en el limitado universo de la animación para adultos en España, que en los próximos años pegará el estirón definitivo con la adaptación de Arrugas, de Paco Roca, y el proyecto que ha iniciado Cesc Gay. Quizás se le puede achacar un final demasiado precipitado y una resolución que si bien responde al carácter de bolero filmado de la película, se percibe un tanto forzado. También parece que el diseño de sonido no llega a resolver bien la profundidad de campo sonora. Pero en realidad, cualquier pega cae frente a la apuesta formal de una película que es un homenaje a la música, al cine clásico y al trabajo bien hecho.

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