Este artículo se publicó hace 16 años.
Arquitectura 2.0
Construcciones para no arquitectos, a la carta, nómadas, móviles... Una exposición en Castellón profundiza en la obra de artistas que rompen con lo clásico y preestablecido.
El fenómeno es nuevo. ¿Ha aparecido una nueva forma de practicar la arquitectura? Una arquitectura que busca recuperar cierta frescura oponiéndose al magma burocratizado, mediatizado por múltiples intereses económicos, políticos, culturales y hasta incluso normativos.
Por ejemplo: si quieres proyectar una simple escalera tienes que respetar la anchura mínima de peldaño que te exige la normativa de incendios (estatal) y no superar la máxima de la normativa de accesibilidad (autonómica). Pero hay más: la normativa de seguridad de uso, las ordenanzas municipales... Cada una con sus restricciones, condiciones, limitaciones, situaciones, suposiciones, exoneraciones... Demasiado.
Si todo esto pesa, consultar la página recetasurbanas.net refresca. Santiago Cirugeda, con cierto humor sarcástico, presenta una arquitectura que se alinea con el activismo urbano. Busca resquicios y modos de burlar o sortear la normativa. Propone asentamientos y ocupaciones ¿i?-legales, diseños protésicos que se pegan a museos e instituciones, buscando alojar grupos sociales para los que no hay una representación en las mismas. Además, establece ocupaciones del espacio público que lejos de reservarlo, pretenden devolverlo a la espontaneidad del uso más cotidiano.
Museo con prótesis
A este renacer arquitectónico se dedica, hasta el 30 de agosto, la exposición Reactívate en el Espai D'art Contemporani de Castelló. Y el museo lo vive en carne propia, gracias a la prótesis que Cirugeda le ha adosado.
Todo en la exposición es provisionalista y situacionista, como nos señala Pepe Ballesteros, comisario de la exposición: espacios creados a partir de intervenciones parciales, mínimas, que no pretenden una unidad.
Las intervenciones parten del concepto as found (tal y como ha sido encontrado) y reutilizan todo tipo de materiales y situaciones. Son construcciones sostenibles desde su misma concepción. Construcciones nómadas y móviles. Múltiples e individuales. Instalaciones y espacios que los propios usuarios diseñan y acomodan.
Arquitecturas que no son del arquitecto y son para la gente, que no son tan estupendas y tan finas y pasan a ser grotescas, imperfectas y hasta incluso feas. Vamos, un ortodoxo ante ellas puede pensar lo que una madre cuando en unos grandes almacenes se percató que los pantalones... ¡Se vendían ya rotos!
ENTREVISTA | Andrés Jaque"Creo que la crítica siempre ha sido un espectáculo pijo"
Dentro de la gran diversidad de la exposición Reactívate, Andrés Jaque (Madrid, 1971) es un ejemplo vivo de su filosofía y trasfondo.
¿Cómo entiende la arquitectura?
La arquitectura se enfrenta a un desafío muy claro: no podemos producir por más tiempo arquitectura para arquitectos. Somos muchos los que estamos trabajando en que la arquitectura se convierta en punto de paso obligado de preocupaciones que son importantes para los no arquitectos. Para mí no es interesante hacer una arquitectura que sea un edificio muy bonito o que aparezca en una bienal. Para mí es interesante hacer una arquitectura que recoja los desafíos públicos: cómo conseguir que sea una sociedad más divertida, más igualitaria, más respetuosa con el medioambiente, más democrática...
¿Cómo se relaciona su arquitectura con el usuario?
No creo que al usuario haya que explicarle las cosas, lo que hay que hacer es enrolarle, permitirle participar en el proceso. Para mí es una transformación total. Creo que la labor del arquitecto no es tanto expresarse sino dar voz a los agentes sociales. Si no, la arquitectura se convierte en un club de ilustrados, o un club coleccionista de filatelia arquitectónica. Tenemos que encontrar una actividad social y un compromiso con la vida pública.
La exposición relaciona los postulados de la internacional situacionista y la obra de arquitectos como la suya. ¿Qué es para usted la internacional situacionista?
La internacional situacionista se atrevió a decir que no existía un divorcio entre tecnología y sociedad. Es decir, que la tecnología cumplía un papel claro en la construcción de la ciudad. Pensaban que era posible establecer relaciones lúdicas o especulativas que se apartasen del utilitarismo de las cosas, de esa comprensión de la ciudad como una máquina y un organismo. La ciudad no es una máquina ni un organismo, ni somos piezas de un engranaje. Todos tenemos capacidad de decisión y podemos encontrar funcionamientos divergentes que realmente son la manera de experimentar cómo podemos vivir. La idea de que el día a día es un experimento y que la actividad humana consiste en eso, en experimentar uno mismo, es para mí lo más bonito que dejó la internacional situacionista.
¿Cómo hacer que hasta la arquitectura más crítica no se convierta en consumo, como está ocurriendo con muchos productos culturales hoy en día?
Yo creo que la crítica siempre ha sido un espectáculo pijo. Casi todos los días asistimos a simulacros críticos que llenan bienales, espacios museísticos, culturales, semanales... A mí no me interesan esas actuaciones. Creo que lo interesante son los procesos colectivos, que están insertados en contextos complejos. Y que normalmente son mucho más difíciles de leer y de recortar que las cosas que se exponen en las bienales. Es mucho más interesante lo que ha ocurrido los últimos años en Medellín que lo que se ha mostrado en las últimas Bienales de cualquier lugar.
Su equipo lo forma un grupo eminentemente joven. ¿Necesariamente debe ser así?
Trabajamos con gente de muchas edades. Es verdad que siempre que se habla de nosotros se habla de la juventud, pero no entiendo por qué, quizás porque se trata de cosas muy marchosas, así como pop.
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