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Arranca el tren del misterio

Comienza la Semana Negra de Gijón con su ya popular viaje de escritores

P. C.

Como todos los años, la Semana Negra de Gijón arrancó ayer con un madrugón. A las 8.10 salió el llamado Tren Negro, un convoy de 1986, con más de cien autores y periodistas. En él era fácil ver ojos soñolientos, gestos de cansancio que se dejaba caer sobre el andén, pesadas maletas llenas de libros y hasta una pata de jamón, como la que traía el escritor Carlos Salem.

Tras una parada inicial, que provocó un ligero retraso, el tren echó a andar, sin dejar apenas tiempo para las cabezadas: la primera rueda de prensa tuvo lugar en el vagón de la cafetería, donde se dieron lugar cuatro de los seis escritores finalistas al Premio Internacional Dashiell Hammett que concede el certamen: Cristina Fallarás, Guillermo Orsi, Mario Mendoza y Carlos Salem. Faltaban Carlos Bardem y Eduardo Monteverde. Aunque nadie habla de cómo se van posicionando cada uno de los autores, esto es como los debates políticos: un gesto, un guiño, una palabra elegida. Todo cuenta. Y los primeros discursos siempre son importantes.

Los finalistas del Dashiell Hammett se reunieron en el vagón de cafetería

Fallarás, la única mujer de la terna, que compite con Así murió el poeta Guadalupe, salió con fuerza: 'Sólo en la Semana Negra puedo encontrar autores que no hallo de otra manera. Aquí no prima la moda. Estoy harta de tanta basura'. De su novela, un falso monólogo sobre cómo alguien puede venderse por llegar a ser otra persona, aseguró que era 'bestia' y 'muy preocupada por el lenguaje'. Salem, ya habituado a estas lides, habló de la 'España delirante' que muestra en Pero sigo siendo el rey. Mario Mendoza y Guillermo Orsi dejaron caer que sus novelas, Buda blues y Ciudad santa, respectivamente, son mucho más que negras: son críticas con un sistema impune.

Más tarde llegó el turno de Fabián Escalante. Este general cubano ya retirado, que trabajó en el servicio de contraespionaje de la CIA hasta 1996, charló sobre sus ensayos novelados sobre el asesinato de JFK y la crisis de los misiles. Algo tímido, le puso sorna cuando aseguró que los americanos le habían acusado de matar a Kennedy. Y soltó su tesis: 'No creo que lo hiciera Oswald'. En la Semana Negra estarán sus libros a la venta por primera vez en España.

Parada para comer en Mieres (donde no faltó la sidra) y el tren se lanzó hacia su último tramo. En Gijón, a las cinco de la tarde, esperaba una manifestación de los trabajadores de Chupa-Chups, fábrica que pretende despedir a más de 50 personas. El director de la Semana, Paco Ignacio Taibo II, puso orden, entre pitidos y presencia policial. Es lo que manda en la Semana: imprevistos y tensión. También lo que hace que haya cumplido 23 ediciones: mucha camaradería.

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