Este artículo se publicó hace 13 años.
"El arte es una de las últimas cosas misteriosas"
Anish Kapoor, artista. Primera muestra en París del escultor, que instala un balón gigante de fibra de vidrio en el Grand Palais
Tras ganar el Turner Prize, representar a Reino Unido en la Bienal de Venecia, exponer en los principales museos del mundo y vender sus obras a precios estratosféricos, al escultor Anish Kapoor (Bombay, 1954) le faltaba muy poco para lograr el pleno de reconocimientos posibles. Pero uno, de tipo simbólico, le seguía haciendo especial ilusión: exponer en París, la ciudad donde debutó a los veintipocos. Kapoor ha conseguido quitarse la espina al convertirse en artista invitado de Monumenta, manifestación artística anual que invita a grandes nombres de la creación contemporánea a exponer bajo la impresionante bóveda acristalada del Grand Palais de París. Kapoor ha apostado por crear una obra tan descomunal. Su instalación, titulada Leviatán, es un balón gigante de fibra de vidrio de 72.000 m3, cuyo interior puede recordar tanto al infierno mitológico como al interior del cuerpo humano. Hoy la descubrirá al público por primera vez, tras meses de trabajo prácticamente clandestino. Kapoor respondió ayer a Público durante el montaje final de la exposición.
¿Por qué ha trabajado envuelto en tanto secretismo?
Siempre digo que es imposible describir una escultura que no has visto. Tienes que experimentarla en primera persona para poder hablar de ella. Yo la he visto por primera vez hace un rato, igual que usted. No tenía sentido hablar de algo que no existía y que no sabía qué aspecto acabaría tomando.
¿Ha quedado tal y como imaginaba?
Se parece bastante. En general, ver mis obras concluidas no me produce ninguna frustración, puesto que trabajo de manera muy precisa y cuidadosa para que el resultado no se distancie de la primera idea. No creo que el arte sea producto de la suerte, sino de la planificación y el control.
¿Escenifica esta instalación el infierno, el horror?
Todas las interpretaciones son posibles, así como bienvenidas. La calidad de un trabajo artístico depende, en gran medida, de su capacidad de adquirir múltiples significados. Me gusta que las interpretaciones se mezclen y se crucen.
Sin embargo, el título de la obra parece empujar al averno. Más todavía desde que dijo que su trabajo reciente habla de "la tragedia y la ansiedad".
Ahí están esos temas, sí. Aunque otros han visto en ella el interior de la carne humana. Respeto todas las interpretaciones, porque no tengo ninguna. Mi trabajo no consiste en interpretar. Mi función es crear una obra que sea lo más elocuente posible y que dirija al espectador hacia una sensación fundamental. Eso se consigue a través de cierta simplicidad. Por eso utilizo el monocromo y las formas geométricas sencillas. Quiero inundar al espectador con el color. Espero que sea capaz de llevarle hacia lugares profundos y complejos.
Ha confesado que hace diez años nunca se habría permitido algo tan apocalíptico. ¿Por qué lo hace ahora?
Creo que cuando uno crece y se hace mayor, como artista y como ser humano, adquiere la capacidad de tratar temáticas y preguntas mucho más complejas. Es sólo un asunto de madurez. Hoy me siento preparado para hablar de ciertos asuntos que forman parte del mundo en el que vivimos, sobre cosas que solemos encontrar de manera fragmentada y que a una edad más temprana cuesta más detectar.
¿Por qué ha dedicado la obra al artista chino Ai Weiwei, detenido a principios de abril en China?
Por solidaridad con un compañero, aunque no le conozca de nada. Su encarcelamiento me parece algo terrible. Al hacer algo así, el Estado chino nos silencia a todos los artistas. No debemos permitir algo así. Es un síntoma de barbarie.
¿Cómo ha afectado la crisis económica al arte?
Si le soy sincero, no creo que el arte esté sufriendo mucho por la crisis. Lo único que cambia es que los artistas tenemos cierta conciencia de lo que sucede. El mundo del arte ha tenido la suerte de escapar a la recesión porque sigue habiendo muchas personas dispuestas a invertir mucho dinero en la creación. Tal vez porque el resto de sus inversiones siguen funcionando igual de bien que antes de la crisis...
En efecto, los coleccionistas siguen pagando sumas astronómicas por su trabajo. Su galería vende sus obras por más de un millón de euros, de media. ¿Le parece un precio justificado?
Es complicado darle una respuesta simple, porque no existe una. La realidad es que vivimos en un mundo donde, de siete billones de personas, más de la mitad no tienen suficiente para comer. Esa es la realidad y no debemos ignorarla. Al mismo tiempo, estoy convencido de que la cultura nos ofrece mucho más de lo que nos cuesta. Es una herramienta para entender cómo, por qué y a dónde pertenecemos. El arte estructura pasajes fundamentales de nuestra vida. Hay mucha gente que cree que el dinero que nos gastamos en una escultura estaría mejor invertido en un hospital. No estoy de acuerdo, porque dudo que sea verdad. Tan importante es una obra de arte como una cama en un centro médico.
En 2009, su retrospectiva en la Royal Academy de Londres que pasó por el Guggenheim de Bilbao batió récords al atraer 300.000 visitantes.
No tengo una explicación, pero no estoy de acuerdo con la célebre frase de Schönberg: "Si es arte, no es para todos. Y, si es para todos, no es arte". Creo que el contexto ha cambiado radicalmente desde los días de Schönberg. El arte se ha democratizado. El buen arte puede alcanzar un público muy amplio. El mejor ejemplo sería la Mona Lisa, no creo que nadie ponga en duda que entra en la categoría de arte. Y, además, sigue siendo misteriosa.
¿Es eso lo que persigue, que sus obras generen misterio?
¿Existe algo mejor a lo que poder aspirar? Me parece fundamental cultivar ese misterio a través del arte. En especial, porque ya quedan pocas otras cosas misteriosas en el mundo. ¿La existencia de Dios? Sí, pero no es algo material. El arte es una de las últimas cosas materiales que siguen siendo misteriosas. Todo artista debería aspirar a seguir provocando ese misterio.
Las claves de un arte mastodónticoColor
El monocromo marca la integralidad de la producción de Kapoor desde los años setenta. Para el escultor, escoger un único color da unidad a la obra. En ‘Leviatán' sigue ahondando en las tonalidades rojas, entre el bermellón y el burdeos más oscuro, sus preferidas en los últimos años tras una fase amarilla y otra azul.
Tamaño
En los últimos tiempos, se ha especializado en obras de gran tamaño, como ‘Marsyas' (2002), espectacular trompeta instalada en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern de Londres. Con los impresionantes contornos de ‘Leviatán', logra alterar la percepción del espacio de una manera parecida a la geometría ovalada de ‘Memory' (2008), en el Guggenheim de Berlín.
Vacío
El vacío es motivo recurrente en sus esculturas. Su desafío es dar consistencia a lo que parece desvanecerse. Así es en ‘Leviatán': su estructura con aspecto de globo gigantesco es en realidad sólida como el acero.
Una torre para los JJOO de 2010Kapoor erige estos días la Torre Orbit, que coronará el Estadio de Londres edificado para los Juegos Olímpicos (JJOO) de 2012. Inspirada en los aros olímpicos, ha generado polémica tras la entrada de una compañía siderúrgica, que impuso cambiar el nombre a cambio de un cuantioso patrocinio. Así, se llamará oficialmente Arcelor Mittal Orbit. "Crear obras de propiedad pública es un proceso muy difícil, sujeto a negociaciones con la Administración, pero también con mecenas del sector privado", se excusa Kapoor, descontento.
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