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Una artillera casual contra Napoleón

Agustina de Aragón fue una heroína en la Guerra de Independencia

GUILLAUME FOURMONT

Se acercaba la columna enemiga cuando, tomando la exponente un botafuego para, entre muertos y heridos, descarga un cañón con bala y metralla aprovechada de tal suerte que levantándose los pocos artilleros de la sorpresa en que yacían a vista de tan repentino azar, sostiene con ellos el fuego hasta que llega un refuerzo de otra batería, y obligan al enemigo a una vergonzosa y precipitada retirada'.

Agustina Zaragoza Doménech escribió estas palabras poco después de aquel 2 de julio de 1808, cuando se convirtió en Agustina de Aragón, La Artillera, símbolo de la resistencia española frente a las fuerzas de Napoleón en la Guerra de Independencia. Prender fuego a la mecha de un cañón durante el sitio de Zaragoza, en el Portillo de San Agustín, la había hecho entrar en los libros de Historia, junto a otras mujeres, como Manuela Malasaña.

Distribuía pan y agua cuando un soldado cayó muerto, ella prendió fuego a la mecha de un cañón

Prisionera de la mezcla entre la historia real y la ficción novelesca, Agustina sí se sabe que nació en 1786 en Barcelona, donde fue bautizada el 6 de marzo de ese año en la parroquia de Santa María del Mar. Pero sus padres eran de Fulleda, en Lleida, y aspiraban a una vida mejor que la del campo para su hija. A los 17 años, el 16 de abril de 1803, Agustina se casó con el cabo Juan Roca Vilaseca. Un año después, Napoleón Bonaparte era coronado emperador de Francia, con la clara ambición de conquistar toda Europa. La llegada en 1808 de su hermano, José, al trono español fue el detonante.

Ya habían llegado noticias de Madrid y de la sublevación popular del 2 de Mayo, cuando Agustina y su marido se instalaron en Zaragoza para defender la ciudad. Las fuerzas españolas eran escasas apenas 400 soldados frente a las tropas del general Charles Lebfevre-Desnouettes, pero estas estaban mal organizadas y contaban con que bombardear las entradas de la ciudad sería suficiente para ocuparla. Agustina estaba en las trincheras, llevando a los soldados municiones, agua y pan, cuando el artillero que disparaba con el cañón cayó abatido por una granada. Los franceses estaban a punto de entrar. Ella cogió la mecha del cañón y le prendió fuego.

Los franceses, asustados, dieron la vuelta. Pensaron que la resistencia era más fuerte de lo que parecía y decidieron atacar más tarde. Tiempo suficiente para que los españoles se reorganizaran y trajeran más fuerzas.

Falleció en Ceuta el 29 de mayo de 1857 y se convirtió en una gran figura de la historia de España

Al enterarse de la noticia, el general español José de Palafox que pensaba que Agustina amaba en secreto al artillero muerto la nombró subteniente. Su hazaña no pudo, sin embargo, impedir el regreso de los franceses: un segundo asedio arrancó el 21 de diciembre de 1808 y la capital maña cayó dos meses más tarde. Una epidemia de tifus también arrasó a la población.

Agustina de Aragón vivió el final de la Guerra de Independencia, en 1814, en el frente, en Tortosa, Teruel, Sevilla y Vitoria. Su figura era conocida en todo el país y hasta los pintores Goya y Juan Gálvez le dedicaron un cuadro. La propaganda y la literatura la convirtieron luego en un mito.

Trabajaba para el ejército y con su marido regresaron a Barcelona, donde él falleció en 1823. Contrajo matrimonio en dos ocasiones, primero con un militar y luego con un médico, con quien vivió en Sevilla hasta que decidiera seguir a su hija a Ceuta. Agustina Zaragoza Doménech, La Artillera falleció en su casa el 29 de mayo de 1857. Tenía 71 años. Sus restos fueron trasladados a Zaragoza en 1870.

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