Este artículo se publicó hace 16 años.
La autoayuda se vuelve chic
Los clásicos testimonios ganan en fabulación y tratamiento de calidad literaria
"En un reino donde era agradable vivir, para quien quería verlo, había bastante de todo para todos (...). Sin embargo, entre los súbditos de Su Majestad, había alguien que se quejaba de que le faltaba algo". Así empieza el libro del francés Jacques Schecroun, Un empujoncito, editado por Aguilar.
Es una fábula dividida en doce episodios que intenta mostrar al lector el camino para ser feliz y que, de alguna manera, se relaciona con esa joya literaria llamada El Principito, de Antoine Saint Exupèry.
La publicación de este pequeño ensayo propone una reflexión y es que, si observamos los últimos libros de autoayuda de éxito en nuestro país, vemos que ha habido un cambio de intención. Ahí están Alex Rovira y Fernando Trías de Bes que, con La buena suerte (Urano), fueron algunos de los primeros en inaugurar este nuevo enfoque. Alejandro Jodoroswski, aunque comenzó antes, también sigue la estela. El psiquiatra Luis Rojas Marcos, que acaba de editar Convivir (Aguilar), también forma parte de esta hornada. Y ahora Schecroun pretende asentar esta línea.
El cambio es evidente: hemos pasado de la autoayuda-reality (a modo de talk-show) a la autoyuda-chic, donde los autores buscan nutrir sus libros de cierta calidad literaria.
Nuevos lectores
¿A qué se debe este nuevo planteamiento? Según las editoriales consultadas por Público, la razón principal es la incorporación de nuevos lectores. "Hasta ahora, las mujeres eran las principales consumidoras de estos libros, pero cada vez hay más hombres interesados. Por otro lado, se ha ampliado el rango cultural, por lo que el tipo me sucedió... cada vez es menos valorado", explica Ana Mañas, de la editorial Obelisco, curtida desde hace años en este género.
En el mismo sentido, se expresa Rocío Carmona, editora de Urano, quien también ha observado cómo "ahora nos encontramos con lectores que han leído más y que están más informados, lo que obliga a los editores a ser más exigentes con los títulos que
publicamos".
El nuevo enfoque también tiene una razón filosófica y cultural. La autoayuda es un género que procede de EEUU, un país que ha elevado el pragmatismo a los altares, de ahí que sus libros sean muy directos y con instrucciones que te dicen paso por paso qué es lo que tienes que hacer para solucionar tu problema. En ese sentido funcionan los libros de Allen Carr (Cómo dejar de fumar), quien acaba de publicar en España No más resacas (Espasa), que es todo un best-seller mundial.
Sin embargo, como sostiene Ana Mañas, "son libros que se quedan cortos porque prácticamente nunca se busca un porqué a los problemas. Los europeos tenemos la tradición de ir a las causas y quizá, al ser más densos en este sentido, se intenten aligerar con fábulas y cuentos".
El propio Jacques Schencroun manifiesta que "hasta ahora, los libros de autoayuda estaban muy estandarizados. Eran prácticamente todos iguales y yo odio eso de que alguien cuente su vida. Yo he prefirido utilizar el cuento porque me parecía un buen vehículo para hacer llegar al lector lo que quería. Pero no pretendía emular a El Principito".
Ahora bien, los cambios siempre son lentos y la primacía norteamericana continúa. "La mayor parte de las traducciones de los libros de autoayuda que se publican en España proceden de EEUU", manifiesta la editora Rocío Carmona, quien, a su vez, asegura que El secreto, de Ronda Byme, un libro sobre la ley de la atracción, sigue siendo el número uno entre los bestsellers de no ficción.
Aun así, es evidente que, desde que ha aumentado el espectro de los lectores, son muchos los que se han apuntado a este terreno. Como zanja el redactor-jefe de la revista Psycologies, Juan Lucio, "si piensas un poco y sabes escribir bien, ya tienes el 80% de uno de
estos libros escrito".
«El maná es la infelicidad»
¿Cómo surgieron estos doce ‘empujoncitos’?
Hace tiempo que quería escribir todo lo que había aprendido en mi camino. Tardé en encontrar el estilo. Creo que son doce capítulos que, sobre todo, sirven para reflexionar.
Usted es abogado. ¿Le ayudó en su escritura?
Sí. Cuando estás ante un caso, tienes quince minutos para defenderte. Eso me ha enseñado a ir a la esencia de las cosas.
En su libro, nombra mucho a Dios.
Cuando se habla de Dios, todo el mundo piensa en la Iglesia católica. Yo pienso más en el Dalai Lama y Budha. Pero Dios no tiene nada que ver con las religiones. Muchas veces es lo contrario a ellas porque ellas han alejado a los hombres de Dios.
¿Por qué los libros de autoayuda siguen estando en los primeros puestos de listas de venta?
Creo que la gente los necesita. Hay mucha gente que está buscando su camino. Muchos se levantan, van a trabajar, vuelven a casa, ponen la tele y ya está. Saben que hay algo más, pero no lo encuentran.
No creo que sea la felicidad, sino la infelicidad. Mucha gente no se permite ser feliz, ya que piensa que tras la felicidad, viene la infelicidad.
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