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El Booker perdido de 1970 premia al escritor J. G. Farrell

'Troubles' reconstruye los años finales del dominio británico de Irlanda

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

La deuda que los organizadores del Premio Booker querían saldar con las novelas aparecidas en 1970 ha llegado inevitablemente con retraso para su ganador. El premio literario más prestigioso de Reino Unido ha recaído en J. G. Farrell por la novela Troubles. Farrell murió ahogado en 1979.

Esta edición extra del Booker estaba reservada a los libros de 1970 que quedaron en una especie de limbo literario. La decisión de trasladar la concesión del premio de la primavera al otoño hizo que se olvidaran de la cosecha novelística de todo un año. No fue un gran drama, porque el galardón no era entonces el acontecimiento literario y mediático que es ahora. Troubles aparecerá pronto en España. Hace sólo unos días, la editorial El Acantilado compró los derechos.

La recuperación de 1970 ha concluido con el reconocimiento a Farrell, que así de forma póstuma obtiene su segundo Booker. El anterior lo recibió en 1973 por El sitio de Krish-napur. Ambas novelas forman parte de una trilogía centrada en los capítulos finales del imperio británico.

Mientras en El sitio de Krish-napur todo giraba en torno al Motín Indio de 1857, Troubles está situada en Irlanda en 1919. El mayor Brendan Archer llega al sur del país tras haber combatido en la guerra y se aloja en el hotel Majestic con la esperanza de encontrar mujer. La correspondencia que ha mantenido con una joven, hija del dueño del establecimento, le hace pensar que han quedado comprometidos.

Es el segundo Booker que obtiene Farrell. El primero lo recibió en 1973

La boda no se produce pero Archer se queda en el hotel, que hace tiempo dejó de hacer honor a su nombre. El espléndido edificio victoriano se cae a pedazos, al igual que el dominio británico sobre Irlanda. Mientras el dueño, un inglés reaccionario, empieza a estar poseído por un furor homicida y en el exterior la población local y la policía dirimen sus diferencias a tiro limpio, Archer se convierte en la única garantía de cordura. Siempre que se lo permiten las secuelas que le han dejado las trincheras de la Gran Guerra en Europa.

'La grandeza destruida del hotel victoriano es una metáfora perfecta de la obscenidad y esplendor del imperio y de su ruina inevitable', dice Sam Jordison, de The Guardian, que elogia el humor negro que respira la obra, más negro que humor en cualquier caso.

Farrell murió con sólo 44 años. Se había alejado del ruido de Londres para escribir su última novela en un pequeñopueblo de la costa irlandesa. Su inesperada muerte en 1979 hizo pensar a algunos que tenía alguna relación con el conflicto del Ulster.

El accidente tuvo un testigo. En una día de tormenta y fuerte oleaje, Farrell paseaba junto a unas rocas. Una mujer que estaba cerca con sus dos hijos le vio caer al agua a causa de un resbalón. Pauline Foley contó hace unas semanas que estuvo a punto de saltar al agua para salvarlo, pero resultaba muy peligroso. Le sorprendió que J. G. Farrell no hiciera ningún esfuerzo por salir. Quizá no quería que ella se arriesgara o sencillamente era un destino que estaba buscando.

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