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La calle como foro

Bigas Luna, Suso 33 y García Alix reinventan Logroño en el festival 'La ciudad inventada'

 

ISABEL REPISO

“De una ciudad no disfrutas sus siete o setenta y siete maravillas, sino la respuesta que te da a una pregunta”. La utopía que imaginó Italo Calvino en Las ciudades invisibles se vivió este fin de semana en Logroño. Grafittis, instalaciones, fotografías, performances, videoarte y montajes luminotécnicos y sonoros se ofrecieron al visitante dentro del festival La ciudad inventada, coordinado por Alfredo Tobía para “reivindicar la poética de los espacios libres”.

La inquietud de esta propuesta, que duró dos días y culminó ayer, es recuperar la calle como lugar de participación y diálogo. “Cada vez somos más individualistas y tenemos que volver a tomar la calle, como se hizo en la Transición –indicó Tobía–. Pero no de un modo elitista, sino lúdico”.

Con un presupuesto de 390.000 euros, la iniciativa reunió piezas de los fotógrafos Alberto García Alix, José Luis Santalla, los vídeos de Ana Laura Aláez, el cineasta Bigas Luna, La Fura dels Baus, Teo Sabando, Jaime Llerins, Jesús Rocandio, Llorenç Barber, Santiago Tabernero y el grafitero Suso 33.  

Cada cual aportó lo suyo para inventar una nueva polis. A ello contribuyó el desfile de una rueda gigante por el centro de la ciudad (firmado por La Fura), un huerto y un trono concebidos por el autor de Jamón, jamón o el bosque de frases de Santiago Tabernero, quien subrayó el carácter cínico de la convocatoria, “que invita a mirar la ciudad con otros ojos”. Algo que Tobía espera resucitar en 2010: “Hay que dar distancia a las cosas. Me resisto a que la próxima edición sea un corta y pega”, precisó.

Las reacciones de los habitantes a esta nueva propuesta fueron dispares. Joan Carles Torné, peregrino del Camino de Santiago, se dijo gratamente sorprendido por las lonas de Tabernero: “Son frases que merece la pena leer”, reconoció en alusión a las citas de Thomas A. Edison (Hay una manera de hacerlo mejor... ¡encuéntrala!) o Theodore Roosevelt (Haz lo que puedas, con lo que tengas, allí donde estés).

Julia Rodríguez, vecina de Logroño, valoró con nota alta “el ambiente de buen rollo” y lamentó el carácter temporal de la iniciativa. Otros, sin embargo, apenas fueron conscientes de que los grafittis y las fotografías desaparecerían hoy. “La gente se dará cuenta de lo que ha habido cuando no esté”, ironizó el fotógrafo José Luis Santalla.

Quizá la crítica más urgente que se pudiera suscribir es la falta de un espacio en el que los visitantes dejaran sus aportaciones. Un defecto que algún que otro disidente solucionó mediante la pegada de carteles críticos con el festival. “A mí me parece bien que los bolcheviques salgan a la calle”, bromeó Tobía.

El caso es que La ciudad inventada se inscribe en una reapropiación de los espacios públicos en la que los jóvenes han de tomar parte activa. Así ha sucedido en Logroño, donde los estudiantes del Bachillerato de Artes han colaborado con los artistas, y en Italia, donde bajo el lema Florencia immag-in-aria un grupo de universitarios ha reinventado la ciudad.

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